COSAS DE AQUÍ
La Zamora madura y la Zamora adolescente
Eugenio-Jesús de Ávila
En nuestra tierra se produce un raro fenómeno como es la convivencia de una adolescencia mental con una vejez física. Adolescencia mental en la política, adolescencia en los medios de comunicación, adolescencia en el mundo de la empresa. Siempre hay excepciones que confirman la regla. Y hay una ancianidad física, como lo demuestran los datos demográficos, con la que se hacen negocios, entre otras personas, ciertos políticos. Nuestra materia prima.
Aquí se piensa como los adolescentes, que la vida es sentarse en un queso y comer de otro, como comentaba, con sorna, un profesor de Filosofía del viejo Corazón de María. La gente quiere que se lo den todo hecho, pero sin exigir nada a los jefes, a los jerarcas de la política, a los partidos ladrones de votos y magos de las promesas. Quizá se deba a esa apatía antropológica o a una cobardía ancestral.
Con personas mayores en edad, pero pusilánimes; con políticos adolescentes, que llevan, desde la tierna infancia, viviendo del partido, del cobismo, como sucede con los socialistas y populares zamoranos que ocupan mando en plaza, sillón de preboste en Senado, Congreso y Cortes de Castilla y León, percibiendo sueldos superiores a los que les depararía su capacidad profesional, Zamora se nos muere.
La Zamora, postrada y olvidada, solo saldrá de su coma económico y demográfico si adquirimos madurez, si el pueblo con callos en el alma educa en progreso, en desarrollo, en bizarría a los adolescentes políticos y empresariales, los que vienen representando en Valladolid y Madrid a nuestra gente, con los resultados, ya conocidos, que padecemos, de miseria y decadencia por doquier.
Sostengo que hay una Zamora política, madura y fuerte, hecha y valiente, que dio un paso al frente, aunque ahora guarda silencio, que quiere combatir, que anhela romper vínculos con el statu quo, con ese aserto pusilánime de que aquí no hay nada qué hacer, que estamos bien tal cual, que da igual que los jóvenes, la gente preparada, tomen el camino del pueblo hebreo.
Eugenio-Jesús de Ávila
En nuestra tierra se produce un raro fenómeno como es la convivencia de una adolescencia mental con una vejez física. Adolescencia mental en la política, adolescencia en los medios de comunicación, adolescencia en el mundo de la empresa. Siempre hay excepciones que confirman la regla. Y hay una ancianidad física, como lo demuestran los datos demográficos, con la que se hacen negocios, entre otras personas, ciertos políticos. Nuestra materia prima.
Aquí se piensa como los adolescentes, que la vida es sentarse en un queso y comer de otro, como comentaba, con sorna, un profesor de Filosofía del viejo Corazón de María. La gente quiere que se lo den todo hecho, pero sin exigir nada a los jefes, a los jerarcas de la política, a los partidos ladrones de votos y magos de las promesas. Quizá se deba a esa apatía antropológica o a una cobardía ancestral.
Con personas mayores en edad, pero pusilánimes; con políticos adolescentes, que llevan, desde la tierna infancia, viviendo del partido, del cobismo, como sucede con los socialistas y populares zamoranos que ocupan mando en plaza, sillón de preboste en Senado, Congreso y Cortes de Castilla y León, percibiendo sueldos superiores a los que les depararía su capacidad profesional, Zamora se nos muere.
La Zamora, postrada y olvidada, solo saldrá de su coma económico y demográfico si adquirimos madurez, si el pueblo con callos en el alma educa en progreso, en desarrollo, en bizarría a los adolescentes políticos y empresariales, los que vienen representando en Valladolid y Madrid a nuestra gente, con los resultados, ya conocidos, que padecemos, de miseria y decadencia por doquier.
Sostengo que hay una Zamora política, madura y fuerte, hecha y valiente, que dio un paso al frente, aunque ahora guarda silencio, que quiere combatir, que anhela romper vínculos con el statu quo, con ese aserto pusilánime de que aquí no hay nada qué hacer, que estamos bien tal cual, que da igual que los jóvenes, la gente preparada, tomen el camino del pueblo hebreo.




















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