
NUESTRA TIERRA
Políticos e ideas para transformar Zamora
Si afirmo que Zamora atraviesa momentos muy delicados en lo económico y en lo social, no descubro nada, no se trata de un notición a cinco columnas en la portada de cualquier periódico. Esta deriva hacia la nimiedad tiene su génesis en los años 80, cuando al PSOE le dio por liberalizar al Estado de cargas. Perfecto. Ahora bien, esos nuevos criterios liberales del socialismo patrio deconstruyeron el modus vivendi de nuestra ciudad y provincia.
Si cierras líneas férreas, porque no eran rentables; si trasladas el Regimiento Toledo, más de mil soldados, a Salamanca; si construyes otra prisión en la provincia hermana del sur y abandonas la de Zamora, donde vivían unos 400 internos y el correspondiente personal funcionario; si la Universidad Laboral, en la que estudiaban unos 1.000 alumnos de toda España, más la feroz, pero silente reconversión agropecuaria, consecuencia de la entrada, como fuese, en la Comunidad Económica Europea, los empresarios, trabajadores, agricultores, ganaderos, autónomos, comerciantes y funcionarios zamoranos acusarían esa pérdida de empresas y organismos estatales en nuestra ciudad y provincia. Digo.
Sin pausa, Zamora se fue deconstruyendo, desmoronando, menguando. No hubo relevo industrial. Nada de nada. Nuestros políticos, los socialistas que decían representa a esta tierra en Congreso de los Diputados y Senado, por temor a perder el chollo de su escaño, las prebendas del cargo, los salarios superiores a sus capacidades profesionales, guardaron silencio. Conocían el irónico aserto de Alfonso Guerra: “El que se mueve, no sale en la fotografía”.
Cuando le tocó el turno de gobierno al PP, más de lo mismo. Cierto que poco nos quedaba, pero pudieron, a través de la Junta de Castilla y León, favorecer la industrialización de Zamora, la creación de más polígonos industriales en la capital o en su alfoz, como en Coreses y alrededores. Pero prefirieron potenciar más y más el poderío industrial de Valladolid, su apéndice palentino, y Burgos. El ejecutivo autonómico conforma al zamorano de a pie con Ifeza, un puente de los Poetas, el FRAH y, a no tardar, el nuevo Museo de Semana Santa. Inversiones improductivas. Pura fachada. El conformismo zamorano lo metaboliza todo.
A Óscar Wilde le gustaban las mujeres con pasado y los hombres con futuro. Dejemos, pues, el tiempo pretérito, para plantear cuál debe ser el futuro de nuestra Zamora. Y solo encuentro dos verbos que conjugar: pedir y pensar. Me explico: exigir al Gobierno de España, este u otro, inversiones estatales en nuestra tierra. Nunca a través de políticos vicarios del PSOE o del PP, serviles con sus jefes.
Y pensar proyectos e ideas, acordes a nuestros potenciales. Tenemos magníficas materias primas, pues transformémoslas aquí. Verbigracia: cierre del ciclo del porcino. Gozamos de magníficos productos hortícolas. Por qué exportar espárragos, pimientos, tomates, pepinillos, frutas a Rioja y Navarra. Tenemos agua. Fuente esencial en un futuro que ya es presenta. Ya nos la están quitando los poderosos. Problema: no hay empresarios que arriesguen. Los jóvenes quieren ser funcionarios. Invertir conlleva riesgos. Zamora posee una gran orfandad de emprendedores de pura cepa. Ahí radica uno de sus males. Ser empresario acarrea enormes riesgos. Sin empresarios no hay trabajadores. Si la gente no trabaja, se busca la vida allá donde halla labor. No importan las fronteras, ni provinciales, ni regionales, ni nacionales.
Los políticos, más los nuestros, los zamoranos además de ser honrados -el euro público es sacro- tienen que reflexionar, pensar, imaginar -no utopías-, aportar ideas posibles, realizables.
La gente pobre, para dejar de serlo, tiene que ser más inteligente y laboriosa que los pudientes. A Zamora, que no era tierra de pordioseros, la condenaron a la mendicidad decisiones políticas, como a otras ciudades, por ejemplo, Valladolid, la enriquecieron. Exijamos a nuestros políticos inteligencia y trabajo para que Zamora sea tierra prometida, provincia de futuro, ciudad abierta y dichosa, admirada y admirable.
Eugenio-Jesús de Ávila
Si afirmo que Zamora atraviesa momentos muy delicados en lo económico y en lo social, no descubro nada, no se trata de un notición a cinco columnas en la portada de cualquier periódico. Esta deriva hacia la nimiedad tiene su génesis en los años 80, cuando al PSOE le dio por liberalizar al Estado de cargas. Perfecto. Ahora bien, esos nuevos criterios liberales del socialismo patrio deconstruyeron el modus vivendi de nuestra ciudad y provincia.
Si cierras líneas férreas, porque no eran rentables; si trasladas el Regimiento Toledo, más de mil soldados, a Salamanca; si construyes otra prisión en la provincia hermana del sur y abandonas la de Zamora, donde vivían unos 400 internos y el correspondiente personal funcionario; si la Universidad Laboral, en la que estudiaban unos 1.000 alumnos de toda España, más la feroz, pero silente reconversión agropecuaria, consecuencia de la entrada, como fuese, en la Comunidad Económica Europea, los empresarios, trabajadores, agricultores, ganaderos, autónomos, comerciantes y funcionarios zamoranos acusarían esa pérdida de empresas y organismos estatales en nuestra ciudad y provincia. Digo.
Sin pausa, Zamora se fue deconstruyendo, desmoronando, menguando. No hubo relevo industrial. Nada de nada. Nuestros políticos, los socialistas que decían representa a esta tierra en Congreso de los Diputados y Senado, por temor a perder el chollo de su escaño, las prebendas del cargo, los salarios superiores a sus capacidades profesionales, guardaron silencio. Conocían el irónico aserto de Alfonso Guerra: “El que se mueve, no sale en la fotografía”.
Cuando le tocó el turno de gobierno al PP, más de lo mismo. Cierto que poco nos quedaba, pero pudieron, a través de la Junta de Castilla y León, favorecer la industrialización de Zamora, la creación de más polígonos industriales en la capital o en su alfoz, como en Coreses y alrededores. Pero prefirieron potenciar más y más el poderío industrial de Valladolid, su apéndice palentino, y Burgos. El ejecutivo autonómico conforma al zamorano de a pie con Ifeza, un puente de los Poetas, el FRAH y, a no tardar, el nuevo Museo de Semana Santa. Inversiones improductivas. Pura fachada. El conformismo zamorano lo metaboliza todo.
A Óscar Wilde le gustaban las mujeres con pasado y los hombres con futuro. Dejemos, pues, el tiempo pretérito, para plantear cuál debe ser el futuro de nuestra Zamora. Y solo encuentro dos verbos que conjugar: pedir y pensar. Me explico: exigir al Gobierno de España, este u otro, inversiones estatales en nuestra tierra. Nunca a través de políticos vicarios del PSOE o del PP, serviles con sus jefes.
Y pensar proyectos e ideas, acordes a nuestros potenciales. Tenemos magníficas materias primas, pues transformémoslas aquí. Verbigracia: cierre del ciclo del porcino. Gozamos de magníficos productos hortícolas. Por qué exportar espárragos, pimientos, tomates, pepinillos, frutas a Rioja y Navarra. Tenemos agua. Fuente esencial en un futuro que ya es presenta. Ya nos la están quitando los poderosos. Problema: no hay empresarios que arriesguen. Los jóvenes quieren ser funcionarios. Invertir conlleva riesgos. Zamora posee una gran orfandad de emprendedores de pura cepa. Ahí radica uno de sus males. Ser empresario acarrea enormes riesgos. Sin empresarios no hay trabajadores. Si la gente no trabaja, se busca la vida allá donde halla labor. No importan las fronteras, ni provinciales, ni regionales, ni nacionales.
Los políticos, más los nuestros, los zamoranos además de ser honrados -el euro público es sacro- tienen que reflexionar, pensar, imaginar -no utopías-, aportar ideas posibles, realizables.
La gente pobre, para dejar de serlo, tiene que ser más inteligente y laboriosa que los pudientes. A Zamora, que no era tierra de pordioseros, la condenaron a la mendicidad decisiones políticas, como a otras ciudades, por ejemplo, Valladolid, la enriquecieron. Exijamos a nuestros políticos inteligencia y trabajo para que Zamora sea tierra prometida, provincia de futuro, ciudad abierta y dichosa, admirada y admirable.
Eugenio-Jesús de Ávila
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