¿Por qué pasan las cosas?

¿Por qué pasan las cosas? Busquemos una razón. Igual no siempre existe, pero tenemos la necesidad de dar sentido a lo que nos sucede, sobre todo si es algo malo o diferente a lo que esperábamos. Por el contrario, cuando lo que nos pasa es bueno, la euforia hace que lo disfrutemos sin más, dejando a un lado las cuestiones trascendentales.

Pero ay de nosotros cuando lo que nos pasa se sale de la línea… ahí viene el “come come”. He llegado a escuchar varias teorías rocambolescas, pero la que más me ha impactado es que Dios nos lo manda porque sabe que somos capaces de soportarlo. ¡Toma ya! Y por lo visto el de ahí arriba se queda tan ancho mandándonos un difícil reto con la única justificación de que es conocedor de nuestro aguante. Honestamente, vaya telita con ese Dios, si es que existe bajo esa directriz, claro está. 

Los motivos más racionales también se presentan en nuestra cabeza, aunque normalmente desordenados y alborotados, y por extraño que resulte, carentes de razón.

Luego están las divagaciones sobre la suerte, el karma, el azar, las energías… Estas son originales, aunque claro la demostración tampoco es muy empírica que digamos.

Entonces, ¿por qué pasan las cosas?, o, mejor dicho, ¿por qué nos pasa a nosotros algo en concreto? Yo propongo darle una vuelta. No pensar el por qué, sino centrarnos en el lugar a dónde nos llevará.

Todo lo bueno que nos sucede viene de atrás, de lo bueno y de lo malo. Si quitamos la parte dolorosa o dificultosa no estaríamos en el lugar en el que nos encontramos. Por lo tanto, lo que te está sucediendo ahora mismo, te llevará a otro lugar al que no hubieras llegado sin esa vivencia. Quizás lo malo se traduzca en bueno, o viceversa, y que lo bueno nos lleve a situaciones complicadas. Tengamos presente la relatividad de las cosas, miremos lo que nos acontece con perspectiva y caminemos, porque “se hace camino al andar”. Miremos hacia adelante creyendo, o no, en un Dios todopoderoso, o en una justicia cósmica que recolocará todo en su lugar.
Pero sobre todo, no olvidemos esa sabia frase del cuento del anillo del rey, y grabémosla en nuestra mente para las alegrías y las penas, en los logros y en las adversidades, porque no hay mayor verdad que “esto también pasará”.