
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Paradojas zamoranas
Eugenio-Jesús de Ávila
Paradojas de la meteorología. Hemos tenido unos meses de primavera con sabor a invierno, y, ahora, cuando mayo se nos muere, el mes de las flores se nos viste de verano. La vida, como es amor, es eso: una paradoja: nacer para morir. Ridículo. A quién ama, se le castiga con el desamor. A quién solo busca el placer, se le premia. Hay gente que nunca se enamora. Se cree que amo a una mujer o a un hombre. Pero solo sintieron la llamada del hedonismo. Amar es un verbo difícil de conjugar. Yo solo amé en presente. Nunca pensé en el porvenir. Pero recuerdo aun con amor a damas que me acompañaron durante un trecho del camino de la vida.
Zamora también es una paradoja de ciudad. No sé sabe qué hacer con la historia para alcanzar el futuro. Como nunca se industrializó, como en democracia nos expoliaron organismos e instituciones estatales, conservamos tradiciones inexistentes en la España del progreso. Los zamoranos vivimos en la España del pretérito: mascaradas, romerías, procesiones…elegimos ser carochos, romeros y penitentes y despreciamos chimeneas y fábricas.
Desconocemos el desarrollo económico, industrial y cultural. Nuestra sociedad, pues, vive en un tiempo propio del caciquismo, del temor al poder y del miedo al político. La democracia nunca llegó a nuestra tierra. Zamora, pues, también es una paradoja política. No pasa nada. También el amor lo es.
Eugenio-Jesús de Ávila
Paradojas de la meteorología. Hemos tenido unos meses de primavera con sabor a invierno, y, ahora, cuando mayo se nos muere, el mes de las flores se nos viste de verano. La vida, como es amor, es eso: una paradoja: nacer para morir. Ridículo. A quién ama, se le castiga con el desamor. A quién solo busca el placer, se le premia. Hay gente que nunca se enamora. Se cree que amo a una mujer o a un hombre. Pero solo sintieron la llamada del hedonismo. Amar es un verbo difícil de conjugar. Yo solo amé en presente. Nunca pensé en el porvenir. Pero recuerdo aun con amor a damas que me acompañaron durante un trecho del camino de la vida.
Zamora también es una paradoja de ciudad. No sé sabe qué hacer con la historia para alcanzar el futuro. Como nunca se industrializó, como en democracia nos expoliaron organismos e instituciones estatales, conservamos tradiciones inexistentes en la España del progreso. Los zamoranos vivimos en la España del pretérito: mascaradas, romerías, procesiones…elegimos ser carochos, romeros y penitentes y despreciamos chimeneas y fábricas.
Desconocemos el desarrollo económico, industrial y cultural. Nuestra sociedad, pues, vive en un tiempo propio del caciquismo, del temor al poder y del miedo al político. La democracia nunca llegó a nuestra tierra. Zamora, pues, también es una paradoja política. No pasa nada. También el amor lo es.
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