Lunes, 15 de Septiembre de 2025

Redacción
Miércoles, 12 de Junio de 2024
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Escribir en Zamora es llorar

Eugenio-Jesús de Ávila

 

Estoy pensando en dejar de escribir sobre Zamora, de concederle protagonismo en mis artículos a la ciudad del alma, la que nos acusa y nos alienta, mi tema preferido junto al de reflexionar sobre el amor. Me temo que ambas razones confluyen en los mismos sentimientos. La inutilidad que me causa amar a mi ciudad y a mi provincia, y la impotencia de entender qué es el amor.

 

Hace casi cuatro décadas que el pasado y el futuro de Zamora, el desarrollo y el progreso de mi tierra, el caciquismo y la política protagonizaron mis textos. Durante 40 años sospecho que la mentalidad colectiva de la sociedad zamorana no ha cambiado, sigue siendo idéntica la del siglo pasado. Somos pusilánime para rebelarnos, para exigir avances a los que administran el dinero público, a los juegan con la pasta de los impuestos. Enfermos de un virus del conformismo, vivimos por inercia, sin pasión. La apatía antropológica.

 

Todos los intentos de crear partidos zamoranistas fracasaron. Aun asumiendo que las formaciones nacionales nos relegaron a ser una provincia de tercera categoría, olvidada y rendida, ni Adeiza ni Zamora Sí cuajaron en nuestra sociedad. Errores domésticos, desconocimiento de la realidad intrínseca de la sociedad zamorana, quizá falta de comunicación para alcanzar el alma del pueblo, la escasa presencia en la prensa local, más pendiente de PSOE, PP o IU, condujeron a la intrascendencia política.

 

Zamora ya no puede tolerar tanta inacción económica, tamaña desidia política de los grandes centros del poder, pero seguirá sentada en la mesa camilla, al brasero en invierno, o a la sombra del árbol en los meses de estío, mientras todo se viene abajo, batiendo todas las marcas de despoblación, de abandono político.

 

¡Para qué seguir escribiendo sobre nuestras desgracias y la utopía del progreso en algún lugar de nuestra tierra! Qué escriban los jóvenes que ya preparan las mochilas con sus grados, con sus estudios universitarios; los que se marcharán, para nunca más volver, a otras regiones o ciudades privilegiadas por los políticos.

 

No pienso engañarme, ni mentir, como el otro, ni cambiar de opinión, uniendo palabras que conciten al optimismo sobre el futuro de Zamora. Para la mentira se crearon los políticos, nuestros verdaderos enemigos. El periodista que haga proselitismo de las razones de los hombres y las mujeres que administran la res pública, será reo de nuestra miseria económica y de este desierto demográfico en el que vivimos.  ¡Qué escriban ellos! Porque sé, para mi desgracia, que escribir en Zamora es llorar, como le sucedía a Larra con Madrid.

 

Dedicaré estos años de júbilo a loar cualquier idea que busque embellecer Zamora, que quedará muy bonita para los residentes en hoteles de la tercera edad.

 

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