Lunes, 08 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Jueves, 20 de Junio de 2024
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Nos hicieron creer que Zamora es una provincia pobre

Zamora, admitámoslo, sin dudar, no es una provincia pobre, más bien la depauperaron decisiones políticas que ya he venido contando, con datos, desde casi el inicio de esta democracia formal, en absoluto, real. Los zamoranos también han metabolizado que viven en una geografía paupérrima: desconocen su potencial hidrológico, las magníficas vegas, campos fértiles, como los de Tierra de Campos; gran productora de ganado ovino y porcino, y, en su día, con miles de establos de vacuno de leche, y, además, magníficamente situada: paso esencial desde Madrid y el sur de España, a Galicia, desde el sur extremeño y oeste andaluz hacia Asturias y Galicia, y clave en la relaciones con Tras os Montes y Oporto, la segunda ciudad de nuestra hermana Portugal.

 

Sucede, paradoja sentimental, que los zamoranos, una vez asumida su pobreza, forman parte de una sociedad muy conservadora, no ya en lo político, sino en lo psicológico. Aquí se guardan los aparadores de la abuela, cacharros, ropa, fotografías y recuerdos, que, con el tiempo, se transforman para no reconocerlos…y de vota por costumbre, por inercia, porque toca.

 

Aseguré en otros artículos que todo ser humano es, en esencia, conservador. ¡Quién no trabaja, piensa, come, bebe para conservar la vida! ¡Quién niega el progreso, el avance, el andar hacia el frente! Los totalitarismos son reaccionarios por conservadores. Alcanzan el poder, siempre por medios violentos, cruentos, nunca, salvo el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores  Alemanes, que ganó unas elecciones para después controlar el Estado y el pueblo.

 

A los zamoranos, más allá de conservadores políticos, los definiría como conformistas: no les importa mucho quién manda, porque, hagan lo que hagan los políticos, a través de la corrupción o el despotismo, lo digieren. Frases como la que añado definen a la masa zamorana: “¡Qué se le va a hacer, estamos en Zamora…así es la vida!”. 

 

Sabemos que nuestra provincia ocupa el último puesto en actividad económica de España, presenta la población más envejecida y la mayor despoblación. Poco nos importa, salvo a excepciones como la de un servidor, siempre criticando al que manda, al poder, fuera del PP o del PSOE, grandes protagonistas de nuestra decadencia. ¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy! Frase de principios del siglo XVII.

 

Zamora es ya una sociedad adocenada, estabulada, sin brío, entregada y apática. Los partidos políticos juegan con nuestra provincia. Se pasan la pelota unos a otros. Los que están en el poder prometen traernos el agua en una cesta, un viaje a Saturno o un chalé en la Luna. Piensan que los zamoranos somos tontos. Quizá tengan razón.

 

En agosto, en breve, como también he asegurado, Zamora se convierte, merced a los zamoranos que regresan a su patria chica, en la ciudad y provincia que pudieron ser y no fueron. Debemos agradecérselo a los políticos, a los nuestros y a los otros. Llegará el otoño y volveremos a encontrarnos con nuestra realidad: despoblación, envejecimiento y decadencia económica.

 

Y nos queda el petróleo de esta centuria, el agua, fuente de inmensa riqueza, con la que Iberduero se convirtió en una gran potencia económica, ahora enorme multinacional, con inversiones multimillonarias en medio mundo, mientras nuestra provincia se desangraba: miles de zamoranos se buscaron el pan nuestro de cada día en regiones a las que Iberduero enriqueció todavía más. Paradojas de la economía política. Zamora exportaba energía mientras se empobrecía, mientras sus hijos del agro emigraban allí donde se decidió el desarrollo industrial de España. Nos empobrecieron, pues, para enriquecer al País Vasco. Nadie defendió a nuestra tierra, dejada, desalmada y despoblada. A no tardar, nos robarán también el agua. Tiempo al tiempo.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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