COSAS MÍAS
Estado y Capital nos compran el tiempo
Nunca quise ser el mejor en nada. Ni el más inteligente, ni sensible, ni el mejor hijo, hermano, padre, abuelo, amigo y amante. Solo he pretendido ser cada día mejor persona hasta que las parcas me vinieran a buscar. Nunca envidié a nadie. Miento, solo a los amantes de Mónica Bellucci y a los de algunas amigas mías. Pero fueron celos lógicos, alejados del odio. Y me iré sin saber por qué he vivido, cuál fue mi contribución a mi ciudad, provincia, nación, a la sociedad de la que formé parte.
Ha tiempo asumí que consumimos buena parte de la vida en vender o alquilar nuestro tiempo. Nos lo compra el Estado o el capital. Tiempo. Lo único que tenemos, pero no poseemos. En cualquier instante Cronos para el reloj de tu vida. A veces, no lo ves venir. En otras ocasiones, lo advierte con antelación. Somos esclavos del tiempo. El pobre y el rico. Aquel, aunque sufra la vida, y este, aunque la disfrute, quieren que se les sigan dando cuerda a sus cronómetros.
Ni el empresario ni el Estado nos engañan con los salarios, solo nos roban el tiempo. El funcionario no produce. Está ocho horas. La mitad, sin hacer nada, porque carece de tarea. El empleado, trabajar y obrero producen: dedican su tiempo a fabricar bienes de producción. Si el capitalista considera que los trabajos de sus operarios no rinden beneficios, se quedarán sin labores. Tendrán todo el tiempo del mundo, pero carecerán de dinero para poder vivir.
Solo conocerás la libertad cuando cada segundo de tu vida sea de tu propiedad, cuando te pertenezcan horas, días, meses, años; cuando hagas con tu tiempo lo que te dé la real gana, desde escribir cartas de amor, hasta cultivar hortalizas en una tierra de tu propiedad; o caminar, sin rumbo, al este del Edén.
No soy el mejor en nada. Uno más entre la mediocridad que nos rige. No anhelo la toma del poder para oprimir a la gente, engañarla con promesas que nunca cumpliré, cual demagogo de la política, fauna abundante.
A no tardar solo me deberé a mi mismo. Mi tiempo será mío. Y haré míos aquellos versos de Manuel Machado en Adelfos: “Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna... De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nunca quise ser el mejor en nada. Ni el más inteligente, ni sensible, ni el mejor hijo, hermano, padre, abuelo, amigo y amante. Solo he pretendido ser cada día mejor persona hasta que las parcas me vinieran a buscar. Nunca envidié a nadie. Miento, solo a los amantes de Mónica Bellucci y a los de algunas amigas mías. Pero fueron celos lógicos, alejados del odio. Y me iré sin saber por qué he vivido, cuál fue mi contribución a mi ciudad, provincia, nación, a la sociedad de la que formé parte.
Ha tiempo asumí que consumimos buena parte de la vida en vender o alquilar nuestro tiempo. Nos lo compra el Estado o el capital. Tiempo. Lo único que tenemos, pero no poseemos. En cualquier instante Cronos para el reloj de tu vida. A veces, no lo ves venir. En otras ocasiones, lo advierte con antelación. Somos esclavos del tiempo. El pobre y el rico. Aquel, aunque sufra la vida, y este, aunque la disfrute, quieren que se les sigan dando cuerda a sus cronómetros.
Ni el empresario ni el Estado nos engañan con los salarios, solo nos roban el tiempo. El funcionario no produce. Está ocho horas. La mitad, sin hacer nada, porque carece de tarea. El empleado, trabajar y obrero producen: dedican su tiempo a fabricar bienes de producción. Si el capitalista considera que los trabajos de sus operarios no rinden beneficios, se quedarán sin labores. Tendrán todo el tiempo del mundo, pero carecerán de dinero para poder vivir.
Solo conocerás la libertad cuando cada segundo de tu vida sea de tu propiedad, cuando te pertenezcan horas, días, meses, años; cuando hagas con tu tiempo lo que te dé la real gana, desde escribir cartas de amor, hasta cultivar hortalizas en una tierra de tu propiedad; o caminar, sin rumbo, al este del Edén.
No soy el mejor en nada. Uno más entre la mediocridad que nos rige. No anhelo la toma del poder para oprimir a la gente, engañarla con promesas que nunca cumpliré, cual demagogo de la política, fauna abundante.
A no tardar solo me deberé a mi mismo. Mi tiempo será mío. Y haré míos aquellos versos de Manuel Machado en Adelfos: “Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna... De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.
Eugenio-Jesús de Ávila



















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