De Zamora a Cabo Norte: Terremoto de Antioquía

Los dos primeros objetivos del viaje de Manolo ya los ha conseguido. El primero, y más importante, era conocer de primera mano y apoyar –aunque fuera de manera simbólica–  a los damnificados de aquel terremoto devastador de febrero del año pasado, que se centró en Antioquía, ciudad que ahora visita. Las imágenes, comenta, difícilmente pueden transmitir la destrucción causada, (aún presente), el desánimo y pesadumbre de los pocos habitantes que no han podido (o querido) abandonar su tierra, su hogar pese a estar  convertidos en recuerdos entre cascotes, en el mejor de los casos “recolocados” en una escombrera.

De algún modo el fin del esta etapa del viaje, repito tan loable, torna en deseo de abandonar el lugar que el destino ha elegido para esta catástrofe de forma tan injustificada e innecesaria.

Antes de salir aún tiene tiempo el viajero de transmitirnos que las obras están en marcha y que lo hacen de una forma y manera ciertamente viva, pasa suplantar lo antes posible, a la muerte que aquí se instaló... aunque para ello deban construirse barrios nuevos surgiendo de la nada. ¿Serán suficientes para devolver a los habitantes lo que tantas familias construyeron y transmitieron de generación en generación?:  NO. Pero lo único que continua inexorablemente es la vida... y no pueden dejar que el terremoto también acabe con ella para los que lo sobrevivieron.

El segundo de los objetivos logrado ya es el “ganar el ESTE geográfico”: Ha llegado al lugar más oriental de su mapa, tras lo cual inicia su camino al NORTE, con primera parada en ESTAMBUL, donde se le permitirá retornar EUROPA tras dejar ASIA.

Así es este viaje. Algunas veces trepidante. Siempre placentero con el detalle que el mundo puso allí para que un osado pudiera llegar y imbuirse de él.

Gonzalo Julián