Un renovado puente de Piedra unirá calles también necesitadas de algo más que un simple arreglo

Sigue avanzando la remodelación del puente de Piedra, que buena falta tenía. Sobre la finalización prevista inicialmente, hay que añadir mínimo un par de meses, porque aunque residan en Zamora, técnicos y políticos parece que acaban de aterrizar en ella y no contaron, con que bajo el tablero había una  canalización de agua. Si en este medio se denunció en su día que había una fuga de agua que ponía en peligro la estructura, solo tenían que habernos leído, o preguntar, para saber que si existe una pérdida de  agua, será porque hay una tubería. En efecto, a otros iluminados se les ocurrió cerrar los almacenes que había en torno al mercado de abastos y obligar a cambiar el modo de ganarse la vida a quienes los regentaban, por uno o dos puestos en un mercazamora que está a tomar viento, de tanto como sopla entre los módulos y que sufren quienes allí trabajan  y los que se atreven a acercarse para comprar. Traducido, a siete kilómetros del centro de la ciudad. Algo excesivo para abastecer a Zamora.

Tras el matadero, el mercado de ganado y el merca, llegaron las naves a Los Llanos. Previamente se había solucionado el problema del agua. Hacía falta que llegara  allí y con una presión suficiente. Proponía el alcalde de entonces instalar unos depósitos que se llenaran, de noche cuando había sufriente presión y que sirvieran para  abastecer  de día que tampoco era tanta. Pero como doctores tiene la santa madre casa de Panaderas, se optó por la opción más conveniente. Conectar desde el Mengue, cruzando el puente de Piedra, insistimos, cruzando el puente de Piedra, siguiendo por la avenida del Nazareno y San Frontis, igual queda hasta algún  trozo sin pavimentar después de la canalización hasta Los Llanos.

Pasemos página, para situarnos en el día de hoy. Tendremos, cosa que agradecerán los vecinos de Cabañales, el Sepulcro, incluso San Frontis  en breve un puente remozado con un pavimento digno, pero hasta él no se llega levitando, con lo que andando, habrá ciertas dificultades dado el estado calamitoso de las aceras de las calles adyacentes, llámese Calle Cabañales y avenida del Nazareno. Hay trozos por donde hay que caminar teniendo cuidado de no tropezar, porque hay baldosas de cemento levantadas con respecto a la de al lado, hundidas, y hasta alguna ya se ha perdido de su hueco. En parte propiciado, porque se lleva muchos años sin intervenir en ellas y las raíces de los árboles ya se sabe que hacen de las suyas. Queda esperar esa renovación, que resulta más que necesaria. Parece que tardará en llegar. 

Manuel Herrero Alonso