Domingo, 21 de Diciembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Lunes, 08 de Julio de 2024
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Nuestra ciudad muestra también sus arrugas

Estamos hechos de tiempo. Eso dicen. Todo lo vamos archivando de acuerdo a días, semanas, meses, años…Tengo la sensación de que, a medida que nos vamos haciendo mayores, quizá desde los 40 años, Cronos acelera para llevarnos en volandas por el camino a ninguna parte. Desde mi infancia, cuando los veranos se prolongaban eternamente para nuestra mente de niños, hasta la edad madura, quemamos etapas sin darnos cuenta. El pasado solo existe en la memoria, que suele deformar lo que sucedió. Nos convertimos, en verso de Quevedo en un fue, un será y un es cansado. Sin duda, tengo más pasado que futuro, un tiempo que nunca llega, porque cuando lo alcanzas se diluye en el presente y, en un instante, solo la vianda para la memoria y sus hijos los recuerdos.

 

Esa celeridad en cumplir años no solo la contemplo en mí, sino en todas aquellas personas, hombres y mujeres, que fueron o son mis amigos, amigas, parejas. Ellos, como yo, no se ven, o quizá pasen todos los días por el espejo del baño. Es tan cotidiana tal visión que nunca se notan las rúbricas del tiempo, de forma inmediata, en el rostro, la estatura, el cabello, la voz, la fuerza física. De repente, una mañana se te vienen todos los años encima y tu mirada se fija en una nueva arruga que, por cierto, ya anidó en los alrededores de tus ojos o labios ha tiempo, o en esa parte de la cabeza que muestra más cartón al aire libre.

 

El paso del tiempo se nota en Zamora, que también envejece, que también muestra surcos en su epidermis. Hay casonas que muestran graves dolencias en sus osamentas que piden una eutonasia arquitectónica. En su tiempo albergaron familias, ilusiones, esperanzas y vidas. Cumplida su labor, si no se derriban, podrían desmoronarse y causar daños a personas y otras haciendas limítrofes. El casco histórico, poco a poco, se ha ido desprendiéndose de esas balconadas amenazantes y antiestéticas, aunque todavía quedan en pie muros de solares como el de la Rúa de los Notarios, más de tres décadas en ese espacio, que, si no estoy mal informado, ha comprado un magnífico empresario zamorano para construir, se supone, un edificio acorde al entorno arquitectónico del marco en el que se ubica.

 

Guarido, cual hormiga política, va haciendo su labor, miga a miga, grano a grano, para, antes de cortarse la coleta en el albero de la res pública, dejar un legado de ciudad rejuvenecida y bella. Queda mucho por hacer, porque las ciudades ancianitas siempre presentan problemas sobre la marcha, además de las arrugas y hernias visibles sobre su epidermis y organismo. Quiero creer que Zamora estará preparada para recibir las Edades del Hombre 2025, que comparta con la hermana ciudad de Oporto, como corresponde a su historia.

 

Como confesaba al inicio del artículo, los años cabalgan a todo galope cuando atravesamos el ecuador de la vida. Las ciudades, si cuentan con políticos que la sientan y amen, lucirán más bonitas pese a los caprichos de Cronos.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

Fotografía: Esteban Pedrosa

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