Zamora: sí a su legado monumental, pero también a inversiones industriales

Ricos y pobres, por diversas razones, son gentes optimistas. Aquellos, porque viven en la opulencia económica, sexual, hedonista, cultural.  Disfrutan del poder que otorga el dinero. Mientras los que somos humildes soñamos con disfrutar de los placeres de la vida. Siempre con la esperanza de, por nuestros méritos o un golpe de suerte, libar el néctar de la vida.  Aquí, en nuestra Zamora, la mayoría somos personas con patrimonios y salarios limitados. Una gran parte se conforma con lo que posee, apenas nada. Otros poseemos una ambición eterna, desde la juventud, por saber más, por buscar la verdad, por aprender de los eruditos, por ser aristócratas en conocimientos. Tampoco nos conformamos con vivir, o padecer, una Zamora menguante, depauperada, olvidada y mancillada por los poderes políticos, siempre al servicio de los respectivos partidos, nunca del pueblo llano, de los sencillos, de los discretos, de los comunes.

El zamorano con poder político y económico nunca cederá parte de sus privilegios para potenciar a la generalidad. Intentará, por el contrario, aumentarlo. Se aprovecha de una gran masa de personas resignada con su suerte y con el presente y porvenir de Zamora. La apatía antropológica, que caracteriza la vida social zamorana, evita cualquier forma de protesta, de reivindicación, de exigencia.  Durante décadas, nos cruzamos de brazos, votamos por inercia, sin reflexión, sin análisis. La decadencia, más desde la desinversión del felipismo en organismos públicos, relacionados con la defensa, la educación, el ferrocarril, prisión provincial, agricultura y ganadería, económica y social, más la nula respuesta del PP, alcanzó las posiciones más degradadas de España y también de Europa. La última década resultó, al respecto, paradigmática.

Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, promete desarrollar y potenciar el Polígono Industrial que se construirá en Monfarracinos. Como soy un admirador, debido a mi experiencia, del apóstol Tomás, no me creo nada. Necesito profundizar en la llaga de las promesas para cerciorarme de la realidad. Cuando el ejecutivo autonómico favorezca la instalación de empresas en ese espacio, loaré a Mañueco. Mientras tanto, milito en el escepticismo.

También Guarido presentó como estrella de su programa electoral la adquisición de los terrenos de Adif para construir un polígono tecnológico. Supongo que, como siempre, el Estado le cobrará al Ayuntamiento, la parte correspondiente a esa zona de la Estación del Ferrocarril.

Zamora no debe, ni tiene, que conformarse con su pretérito histórico, con su legado monumental, románico, palacios renacentistas, modernismo y eclecticismo. Hay que buscar inversiones industriales, principalmente, relacionadas con la transformación de nuestras ricas materias primas. Hay que cerrar ciclos como el del porcino, potenciar la industria láctea y quesera, de productos hortícolas, como sucede en La Rioja y Rivera Navarra; la carne de ovino y vacuno, y aprovechar nuestro potencial hídrico. No queremos ser solo un museo, ni una tierra que viva de las residencias de ancianos, muchas en poder de políticos. Tenemos que demandar gente joven, nuestra o emigrantes. Todos serán bienvenidos, porque todos construirán nuestro futuro, desarrollo y progreso.

Eugenio-Jesús de Ávila

Fotografía: Terrenos en el complejo de la Estación del Ferrocarril