El estado del mundo (15)

La tensión que hay en el mundo, con la guerra de Ucrania y el conflicto Israel-Palestina, está llevando a las grandes potencias a un rearme nuclear como nunca, lo cual supone una huida hacia adelante. Una refugiada palestina resumía la trágica situación vivida con estas palabras: “En Gaza no se vive, se muere”. El gasto mundial en armas atómicas a crecido un 13% el último año, hasta los 85.000 millones de euros que supone un nuevo récord. Los gobiernos tendrían que gastar más dinero en programas sociales para el bienestar de sus ciudadanos que en armas destructivas.

 El número de ojivas nucleares a punto para ser usadas es de 9585. Según la ONU, las armas de destrucción masiva atentan contra los derechos humanos; ya hace tres años que entró en vigor el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares pero de poco a servido, puesto que a cinco países se los permitió la posesión de armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Las grandes potencias, en lugar de cooperar y acordar el desarme, compiten para conseguir una superioridad nuclear en una escalada que no tiene fin. Con una parte del escandaloso gasto en armas nucleares habría suficientes para acabar con la pobreza de los 1300 millones de pobres, muchos son niños.

 Los Estados Unidos y Rusia disponen de armas nucleares, 3000 veces más potentes que las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, capaces de destruir la vida en el planeta. Vivimos en el peor de los escenarios posibles, el llamado DMA, es decir, la Destrucción Mutua Asegurada, puesto que un uso de armamento nuclear por cualquier de los dos bandos opuestos llevaría a la destrucción completa de los dos.

En varias ocasiones he manifestado que estamos al borde del abismo, así que esta huida hacia adelante nos lleva al desastre, se tiene que parar. El mundo, sobre todo las grandes potencias, necesita unos políticos que no estén cerrados en los intereses egoístas del país, con una visión global de los problemas de la humanidad, como por ejemplo, Abraham Lincold, J.F. Kennedy, Mijail Gorbachov, Nelson Mandela, José Mujica, Willy Brand y Olof Palme.

 Albert Einstein fue un gran activista a favor del desarme nuclear como lo prueba la siguiente frase suya: “El hombre inventó la bomba atómica, pero ningún ratón construiría una trampa para ratones”. La mayoría de la población mundial está en contra de las armas nucleares; con los políticos que tenemos, que no nos representan, vamos de trampa en trampa y alguna puede ser mortal para la humanidad. La presión popular pacífica es la única manera que veo de arrinconar a la minoría de poderosos que quieren un mundo hecho a medida para beneficio propio y no para el bienestar de todos.

Jordi Gas – Catedrático de matemáticas jubilado y exprofesor universitario