COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Conocer mejor Zamora para amarla y embellecerla
El conocimiento, convencido estoy, se traduce en riqueza. Zamora sería una ciudad más poderosa económica y demográficamente, si los zamoranos la conociéramos, porque de esa sabiduría popular derivaría su riqueza cultural, turística, industrial. Si nosotros valoráramos lo que nos legó la historia con su profundo tren de siglos, presumiríamos de ese patrimonio.
Si nosotros conociéramos la abundancia de un sector agropecuario, tan bien trabajado y mimado como en esta tercera década del siglo XXI, pero con mayor potencia industrial; si nuestra agua fuera nuestra, no de multinacionales; si nuestra energía eólica o solar formara parte de nuestro patrimonio, no de otras tecnológicas, exportaríamos y regresaría la plusvalía a nuestra provincia.
Cuando asumamos que seríamos ricos siempre que nos no hicieran creer lo contrario, que hay que amar lo propio para que los zamoranos jóvenes, los que lo deseen, se queden en su patria chica a labrarse su futuro, para que aumente la población, para obtener mejores servicios educativos y sanitarios de las instituciones públicas, carreteras modernas, no como la N-631, siempre con parcheos, verano tras verano, cuando demanda una autovía que nos lleve directamente de Zamora capital a Sanabria, camino que tomarían desde el sur y desde el sureste para llegar también antes a Galicia.
Ahora bien, si el conocimiento es riqueza, si la educación ciudadana convierte las calles y las avenidas en espacios de paseo y de tránsito pulcros, se respeta el paso de peatones y vehículos, se cede la posición en la acera al que camina por su derecha y se expresa con un gracias cualquier persona por cualquier merced, nuestra ciudad y su provincia liderarían el ranking de beneficios y bienestar. Por qué no lo hacemos posible. Juguemos nuestras cartas.
Eugenio-Jesús de Ávila
El conocimiento, convencido estoy, se traduce en riqueza. Zamora sería una ciudad más poderosa económica y demográficamente, si los zamoranos la conociéramos, porque de esa sabiduría popular derivaría su riqueza cultural, turística, industrial. Si nosotros valoráramos lo que nos legó la historia con su profundo tren de siglos, presumiríamos de ese patrimonio.
Si nosotros conociéramos la abundancia de un sector agropecuario, tan bien trabajado y mimado como en esta tercera década del siglo XXI, pero con mayor potencia industrial; si nuestra agua fuera nuestra, no de multinacionales; si nuestra energía eólica o solar formara parte de nuestro patrimonio, no de otras tecnológicas, exportaríamos y regresaría la plusvalía a nuestra provincia.
Cuando asumamos que seríamos ricos siempre que nos no hicieran creer lo contrario, que hay que amar lo propio para que los zamoranos jóvenes, los que lo deseen, se queden en su patria chica a labrarse su futuro, para que aumente la población, para obtener mejores servicios educativos y sanitarios de las instituciones públicas, carreteras modernas, no como la N-631, siempre con parcheos, verano tras verano, cuando demanda una autovía que nos lleve directamente de Zamora capital a Sanabria, camino que tomarían desde el sur y desde el sureste para llegar también antes a Galicia.
Ahora bien, si el conocimiento es riqueza, si la educación ciudadana convierte las calles y las avenidas en espacios de paseo y de tránsito pulcros, se respeta el paso de peatones y vehículos, se cede la posición en la acera al que camina por su derecha y se expresa con un gracias cualquier persona por cualquier merced, nuestra ciudad y su provincia liderarían el ranking de beneficios y bienestar. Por qué no lo hacemos posible. Juguemos nuestras cartas.
Eugenio-Jesús de Ávila




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116