Domingo, 09 de Noviembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Jueves, 18 de Julio de 2024
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Una perentoria tarea política: potenciar el patrimonio monumental de Zamora

Loado sea Guarido por devolver sus melenas de piedra, en forma de almenas, al Puente de Piedra, después de décadas de maltrato continuado por decisiones de políticos sin clase, sin talento, sin amor, ignorantes de la importancia del viaducto románico en la historia de nuestra ciudad. ¡A qué mente prodigiosa se le ocurrió construir aceras y ese asfalto tan impropio de un monumento de finales del románico! Maldigo la insensibilidad de los politicastros zamoranos que en el año 1905 derrumbaron las magníficas torres que lo adornaban que, quizá algún día, cuando la estúpida burocracia de la Junta limite sus caprichos, vuelvan a reflejarse en las aguas del Duero.

 

Recuerdo aún el proyecto que presentaron Somoza y un equipo de eruditos en diversas materias para restaurar las torres y devolver a la luz el arco oculto del puente, ahora tapado por la carretera. Rosa Valdeón, a la que siempre le agradeceré su recuperación de una veintena de templos románicos, hasta entonces olvidadas por los fieles católicos zamoranos, porque nos devolvió la arquitectura medieval, tan ignorada como el Duero, por los hijos de esta tierra. Los zamoranos hemos valorado muy poco, nada, nuestro patrimonio monumental e histórico. No solo las últimas tres generaciones. Los del siglo XIX consintieron que se derribaran lienzos de murallas, iglesias, unas 20, la torre octogonal de Santa Clara. Y en los años 70, los murallones que cerraban la actual avenida de Alfonso IX.

 

Y no sé si el alma colectiva de Zamora ha adquirido ya una especial sensibilidad hacia el legado monumental de nuestra ciudad, porque, durante demasiados años lo despreció, como si no fuera cosa de propia, como si hechos esotéricos hubiera sembrado aquí un río singular, casi 50 iglesias románicas y unas murallas ciclópeas, protagonistas de hechos tan legendarios como la famosa batalla El Día de Zamora y el Cerco.

 

Que existe un grupo de jóvenes badulaques que se divierten pintando garabatos en los sillares de los templos, lienzos de murallas y edificios públicos y privados, parece evidente. Sanciónense sus delincuencias por parte de la autoridad municipal. Edúquense en escuelas y colegios. Labor de docentes amantes del progreso, porque siempre hay que avanzar apoyándose en el conocimiento y el respeto por la historia.

 

La decadencia de Zamora, ostensible, se detendrá cuando los zamoranos conozcamos nuestra tierra, porque del conocimiento surge el amor; nuestros políticos potencien sus bellezas patrimoniales, como el Puente de Piedra -no debemos abdicar de sus torres medievales-, Castillo, Catedral, algunas iglesias románicas que cabría “maquillar” mejor, como la de Santiago de los Caballeros y rodeada de un marco más adecuado, léase jardines y arbolado, y la de los Remedios, un tanto dejada de arreglos de jardinería. Y, por supuesto, los restos, importantes, de la iglesia de San Gil deberían devolverse a la luz, a la visión de zamoranos y turistas de la cultura. ¡Ya está bien de enterrar nuestra historia!

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

 

 

 

 

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