COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Los malandrines mandan en Zamora
Eugenio Jesús De Ávila
Nunca me he relacionado con corruptos, con gente venal e inicua. A mi alrededor, siempre pulularon hombres y mujeres magníficos, mejores que yo; gente hermosa por dentro y por fuera. De hecho, tengo muy pocos amigos que vivan de la política. Yo no soy quién para juzgar al prójimo, pero sí poseo una escalara de valores, conceptos éticos. Nunca podría mantener amistad con un ser amoral. Yo elijo a mis amigos y, sin embargo, permito a las mujeres que me elijan a mí. Prefiero ciertos personajes, hombres y mujeres, crean que me engañan...si les hace felices.
Reflexionaba una madrugada, mientras la brisa dulcificaba mi carácter, en la gente que estimo y cómo le había ido en la vida. Después de unos minutos, mientras titilaban en las rúas de mi ciudad, concluí que no tuvieron demasiada fortuna ni en los negocios, ni en sus profesiones… ni en el amor. Quizá ser bueno debe ser malo para triunfar en este lugar en el que se premia al felón y al mediocre y se pena al honrado e inteligente.
En Zamora, por supuesto en España, el poder hallase en manos de malandrines. El mal se impone al bien. Por eso nos gusta tanto el cine: solo en las películas triunfan los buenos.
Eugenio Jesús De Ávila
Nunca me he relacionado con corruptos, con gente venal e inicua. A mi alrededor, siempre pulularon hombres y mujeres magníficos, mejores que yo; gente hermosa por dentro y por fuera. De hecho, tengo muy pocos amigos que vivan de la política. Yo no soy quién para juzgar al prójimo, pero sí poseo una escalara de valores, conceptos éticos. Nunca podría mantener amistad con un ser amoral. Yo elijo a mis amigos y, sin embargo, permito a las mujeres que me elijan a mí. Prefiero ciertos personajes, hombres y mujeres, crean que me engañan...si les hace felices.
Reflexionaba una madrugada, mientras la brisa dulcificaba mi carácter, en la gente que estimo y cómo le había ido en la vida. Después de unos minutos, mientras titilaban en las rúas de mi ciudad, concluí que no tuvieron demasiada fortuna ni en los negocios, ni en sus profesiones… ni en el amor. Quizá ser bueno debe ser malo para triunfar en este lugar en el que se premia al felón y al mediocre y se pena al honrado e inteligente.
En Zamora, por supuesto en España, el poder hallase en manos de malandrines. El mal se impone al bien. Por eso nos gusta tanto el cine: solo en las películas triunfan los buenos.

















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