
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Dónde moran nuestros poetas e intelectuales
Eugenio-Jesús de Ávila
Quizá en Zamora solo vivamos muertos, porque parece que esta ciudad y su provincia no existen. ¿No hay nadie en la hermosa Sayago, en la lírica Aliste o en esa paleta de colores sanabresa que combata por su futuro, que no se resigne a perder población, actividad, fuerza? Sí. Sé que hay sayagueses, alistanos y sanabreses que trabajan duro, con talento, con inteligencia para vivir, para demostrar que no se rinden, que les aguarda el futuro a la vuelta de la política rancia, caprichosa, mendaz que, desde illo témpore, nos gobierna. Pero hay una mayoría de gente en los campos de las comarcas occidentales zamoranas que solo saben hablar en silencio, escribir sin palabras, esconderse en el paisaje.
¿Es que no hay ya ni poetas ni intelectuales en estos 10.500 km2 de extensión que son Zamora, tierra leonesa? ¿Dónde mora esta gente? ¿Por qué se callan, por qué tanto estruendoso silencio? Solo escuchamos a los políticos, unos y otros, en campañas. Después deshacen la memoria, deshilachan las promesas populares, se sonríen del vulgo, se ríen de la prensa, estabulada, rendida, alquilada. Zamora se quedó sin voz. Zamora no tiene ni eco. Zamora permanece muda mientras el sol del verano le quema la lengua, le reblandece el cerebro vacío y le seca las palabras, o dormida, mientras las nieblas y las heladas le congelan la inteligencia. ¡Qué esperan los zamoranos para dar un paso al frente y revelarse contra los malandrines de la política nacional, contra los caciques baratos que todavía piensa que esta ciudad y su provincia está bien tal cual, sin -, sin jóvenes, sin ilusión, sin esperanza, sin gente, 800 personas menos en nuestra provincia en este 2024!
Si la belleza es verdad, si Zamora es bella, cómo ocultar la verdad al mundo. No nos podemos humillar más, encajar golpe tras golpe, acojonarnos ante los caciques locales y provinciales, ante los políticos profesionales.
Si las aguas de nuestros arroyos son puras, sin la naturaleza se recreó en nuestra tierra, si nuestra gente muestra su talento aquí y allá, cómo quedarnos sentados a ver cómo el tiempo nos devora.
Los zamoranos que queremos quitarnos esta roña de cobardía nos unimos, venceremos. No permitamos que los malandrines de la política nos dividan. ¿Es que acaso no hay nadie en nuestra tierra para asir el futuro?
Eugenio-Jesús de Ávila
Quizá en Zamora solo vivamos muertos, porque parece que esta ciudad y su provincia no existen. ¿No hay nadie en la hermosa Sayago, en la lírica Aliste o en esa paleta de colores sanabresa que combata por su futuro, que no se resigne a perder población, actividad, fuerza? Sí. Sé que hay sayagueses, alistanos y sanabreses que trabajan duro, con talento, con inteligencia para vivir, para demostrar que no se rinden, que les aguarda el futuro a la vuelta de la política rancia, caprichosa, mendaz que, desde illo témpore, nos gobierna. Pero hay una mayoría de gente en los campos de las comarcas occidentales zamoranas que solo saben hablar en silencio, escribir sin palabras, esconderse en el paisaje.
¿Es que no hay ya ni poetas ni intelectuales en estos 10.500 km2 de extensión que son Zamora, tierra leonesa? ¿Dónde mora esta gente? ¿Por qué se callan, por qué tanto estruendoso silencio? Solo escuchamos a los políticos, unos y otros, en campañas. Después deshacen la memoria, deshilachan las promesas populares, se sonríen del vulgo, se ríen de la prensa, estabulada, rendida, alquilada. Zamora se quedó sin voz. Zamora no tiene ni eco. Zamora permanece muda mientras el sol del verano le quema la lengua, le reblandece el cerebro vacío y le seca las palabras, o dormida, mientras las nieblas y las heladas le congelan la inteligencia. ¡Qué esperan los zamoranos para dar un paso al frente y revelarse contra los malandrines de la política nacional, contra los caciques baratos que todavía piensa que esta ciudad y su provincia está bien tal cual, sin -, sin jóvenes, sin ilusión, sin esperanza, sin gente, 800 personas menos en nuestra provincia en este 2024!
Si la belleza es verdad, si Zamora es bella, cómo ocultar la verdad al mundo. No nos podemos humillar más, encajar golpe tras golpe, acojonarnos ante los caciques locales y provinciales, ante los políticos profesionales.
Si las aguas de nuestros arroyos son puras, sin la naturaleza se recreó en nuestra tierra, si nuestra gente muestra su talento aquí y allá, cómo quedarnos sentados a ver cómo el tiempo nos devora.
Los zamoranos que queremos quitarnos esta roña de cobardía nos unimos, venceremos. No permitamos que los malandrines de la política nos dividan. ¿Es que acaso no hay nadie en nuestra tierra para asir el futuro?
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