Jueves, 25 de Diciembre de 2025

BALBINO LOZANO
Sábado, 31 de Agosto de 2024
NUESTRA HISTORIA

La plaza de la Cárcel, ahora de la Constitución

La céntrica Plaza de la Constitución, ubicada ante la románica Iglesia de Santiago del Burgo,  en plena calle de Santa Clara,  fue lugar de emplazamiento de la antigua Cárcel del Partido;  razón por la cual se denominaba en los siglos XIX y XX  Plaza de la Cárcel.


Aquel viejo caserón existente en el sitio en que hoy está la Subdelegación del Gobierno (Antes Gobierno Civil), forma parte de la historia de la ciudad,   aunque esta parte sea portadora de penalidades y miserias. 

 

Remontándonos a comienzos del siglo XVIII,  cuando no había tan siquiera Depósito de detenidos,  leemos que el  Alguacil  estaba obligado a tener en su propio domicilio un local en el que guardar los presos a su cargo.  La jornada de este humilde Agente de la Autoridad  no tenía limitación alguna.  Tanto de día como de noche, además de los innumerables servicios que le correspondía atender, tenía que custodiar a peligrosos delincuentes retenidos en su casa a disposición de la Justicia.


Finalizando el siglo XVIII,  encontramos acuerdos municipales, a través de los que se deduce el lamentable estado de las cárceles, la carencia de los más elementales servicios en aquellos establecimientos, las inhumanas condiciones de vida de los presos y la penuria de medios con que contaban los vigilantes.

 

En un escrito de 23 de julio de 1795, Miguel Navarro, Alcaide de la Real Cárcel de la Ciudad, pedía al Ayuntamiento alguna dotación para su sustento, puesto que no tenía más emolumentos que los costos carcelarios;  a cuya petición la Ciudad  le asignó provisionalmente cien ducados de vellón.  En otra petición, el Alcaide hacía constar que en la Cárcel había muchas goteras , que los grillos estaban muy defectuosos y que de no repararlos había riesgo de fuga de los reos.

 


En fecha 16 de junio de 1814, el Corregidor  de la Ciudad  contestaba al  responsable de la Cárcel quela alimentación de los presos no era de su cargo, por lo que debía entenderse con la Diputación Provincial.  Vista tan lamentable situación los Regidores municipales acordaron hacer efectivo el reintegro de las cantidades que se suministren a los presos, y disponer lo conveniente para que se suministren los alimentos a los presos que tengan bienes de cuenta de ellos y si no los tuvieran sean socorridos de los fondos que se destinen a este objeto.

 

El 4 de julio de 1837,  en una sesión municipal, el Concejal señor Brahones hizo presente que los pobres presos de la Cárcel estaban haciendo en el suelo sus necesidades por falta de herradas donde ejecutarlo, porque habiéndosele entregado al maestro de obras don José Pérez el herraje para construir unas nuevas, no las hacía ni las entregaba. Enterada la Corporación, acordó exigir que se construyan las herradas necesarias para el servicio de los pobres presos, atendiendo a que la limpieza es uno de los elementos  más necesarios para la salubridad de estos establecimientos, que por la falta de aquella puede convertirse en un foco de enfermedades.


Otro día vemos que había poca seguridad por el mal estado de las puertas de los calabozos  y las cerraduras, con riesgo de fuga de los presos que allí se custodiaban, comprometiéndose el Ayuntamiento a remediar el estado de ruina en que se encontraba el edificio de la Cárcel.


Han transcurrido muchos años desde que los Ayuntamientos  tenían responsabilidades y competencias directas en la custodia de los presos convictos y confesos.   La cárcel de Zamora fue trasladada a la carretera de Almaraz en  1968, estando en servicio hasta que se inauguró la Cárcel de Topas en 1996 y  ya no tenemos establecimientos penitenciarios en nuestra ciudad.

Balbino Lozano

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