COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Zamora o como fundir arte e historia, naturaleza y arquitectura
Eugenio-Jesús de Ávila
Nuestra ciudad fusiona lírica y épica. Verbigracia: parque de Baltasar Lobo. Una escultura del genio de Tierra de Campos juega con la Torre del Homenaje del Castillo, donde dos enamorados se confesarán su amor. Hay gentes sensibles que saben captar ese vínculo entre la poesía y la leyenda, como se evidencia en esta fotografía, y existen personas que consideran a los versos como palabras escritas por hombres y mujeres que transitan por la utopía.
Zamora nos presenta momentos mágicos, donde naturaleza, arquitectura, historia y cultura acuerdan escribir sobre el libro de la belleza. Se trata de extraer la esencia de la vida, de libar su néctar, de inyectar razones para vivir al alma.
No podemos vender solo románico, a sabiendas de que Zamora es la ciudad de este estilo arquitectónico medieval. Como tampoco convocar al turismo nacional e internacional solo a la Semana Santa. En ese cóctel de sabor esotérico hay que mezclar templos religiosos, con edificios eclécticos y modernistas; el Duero con su fauna y flora, más las aceñas, piezas industriales del medioevo; la historia del Cerco, una tragedia de Shakespeare desarrollada en el año 1072. Y, en unos años, además del extraordinario Museo Etnográfico de Castilla y León, sumaremos el de la Semana Santa y el de Baltasar Lobo, amén de esa joya escondida que es el Museo de Zamora, en la plaza de Santa Lucía. Y, añadamos a esos productos culturales, una restauración magnífica, sectores comerciales que venden calzado, ropa y viandas.
Y considero ya que nuestra ciudad ha consolidado ya dos semanas importantísimas: la de la Pasión, reconocida, y la de Fromago, donde no hay vírgenes ni cristos, ni centuriones ni sayones, pero sí los mejores quesos del mundo y otros productos exquisitos que también se muestran en este acontecimiento alimentario.
Todos estos atractivos descritos en anteriores párrafos, hay que enfatizarlos durante la celebración de las Edades del Hombre, que podría inaugurarse en el mes de septiembre de 2025 y enlazar con la Navidad. Ese acontecimiento cultural ha de servirnos para potenciar nuestro turismo y solidificarlo definitivamente. Antes, sé que Francisco Guarido y sus gentes intentarán embellecer la ciudad con toques de distinción singulares.
Y confío en que el Polígono de Monfarracinos y el acuartelamiento militar de Monte la Reina saquen a Zamora de este letargo económico y demográfico. Mientras, las almas sensibles seguirán encontrando la belleza en cualquier recodo de nuestra ciudad, como en la fotografía que funde una escultura de Baltasar Lobo con la Torre del Homenaje del Castillo de la ciudad del Romancero.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nuestra ciudad fusiona lírica y épica. Verbigracia: parque de Baltasar Lobo. Una escultura del genio de Tierra de Campos juega con la Torre del Homenaje del Castillo, donde dos enamorados se confesarán su amor. Hay gentes sensibles que saben captar ese vínculo entre la poesía y la leyenda, como se evidencia en esta fotografía, y existen personas que consideran a los versos como palabras escritas por hombres y mujeres que transitan por la utopía.
Zamora nos presenta momentos mágicos, donde naturaleza, arquitectura, historia y cultura acuerdan escribir sobre el libro de la belleza. Se trata de extraer la esencia de la vida, de libar su néctar, de inyectar razones para vivir al alma.
No podemos vender solo románico, a sabiendas de que Zamora es la ciudad de este estilo arquitectónico medieval. Como tampoco convocar al turismo nacional e internacional solo a la Semana Santa. En ese cóctel de sabor esotérico hay que mezclar templos religiosos, con edificios eclécticos y modernistas; el Duero con su fauna y flora, más las aceñas, piezas industriales del medioevo; la historia del Cerco, una tragedia de Shakespeare desarrollada en el año 1072. Y, en unos años, además del extraordinario Museo Etnográfico de Castilla y León, sumaremos el de la Semana Santa y el de Baltasar Lobo, amén de esa joya escondida que es el Museo de Zamora, en la plaza de Santa Lucía. Y, añadamos a esos productos culturales, una restauración magnífica, sectores comerciales que venden calzado, ropa y viandas.
Y considero ya que nuestra ciudad ha consolidado ya dos semanas importantísimas: la de la Pasión, reconocida, y la de Fromago, donde no hay vírgenes ni cristos, ni centuriones ni sayones, pero sí los mejores quesos del mundo y otros productos exquisitos que también se muestran en este acontecimiento alimentario.
Todos estos atractivos descritos en anteriores párrafos, hay que enfatizarlos durante la celebración de las Edades del Hombre, que podría inaugurarse en el mes de septiembre de 2025 y enlazar con la Navidad. Ese acontecimiento cultural ha de servirnos para potenciar nuestro turismo y solidificarlo definitivamente. Antes, sé que Francisco Guarido y sus gentes intentarán embellecer la ciudad con toques de distinción singulares.
Y confío en que el Polígono de Monfarracinos y el acuartelamiento militar de Monte la Reina saquen a Zamora de este letargo económico y demográfico. Mientras, las almas sensibles seguirán encontrando la belleza en cualquier recodo de nuestra ciudad, como en la fotografía que funde una escultura de Baltasar Lobo con la Torre del Homenaje del Castillo de la ciudad del Romancero.



















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