NUESTRA HISTORIA
Los "Fraticelli" y Alonso de Mella
Don Cesáreo Fernández Duro, en sus Memorias Históricas de la Ciudad de Zamora hace constar que, en 1442 estaba la moral tan quebrantada con los disturbios que se producían en todas partes que aquel año se descubrió en Vitoria una secta herética llamada "Los Fraticellos", iniciada por Alonso de Mella, fraile de la orden de San Francisco, hermano de Don Juan de Mella, Obispo de Zamora, ambos naturales de eta ciudad.
Con el nombre de "Fraticelli" se conoció un amplio grupo de herejes de la Edad Media, que debían su origen a los franciscanos espirituales que se rebelaron contra las disposiciones y declaraciones del Papa Juan XXII referentes a la pobreza franciscana. Hechas pesquisas, muchos de los culpados de la hermandad deshonesta fueron quemados.
La "Hermandad del Libre Espíritu" estaba encabezada en Durango por Fray Alonso de Mella desde 1425 hasta 1445. Pregonaban la pobreza, la no obediencia al Papa, el amor libre, eran contrarios al matrimonio, no creían en la vida eterna y practicaban la comunidad tanto de bienes como de mujeres. Fray Alonso huyó a Granada con unas cuantas de aquellas mujeres de vida alegre.
A la llegada a Granada, los moros repugnaron la fealdad del delito, y poniendo desnudo a fray Alonso en medio de un corro, por diversión y escarnio, le hirieron con cañas aguzadas hasta agotarle la sangre.
La violencia y el robo se habían generalizado en estas tierras de manera que cada cual cambiaba de bando según el provecho que le convenía.
De tan caótica situación muchos culpaban al Condestable Álvaro de Luna que, aunque el rey don Juan II lo tenía como hombre de su confianza, otros lo consideraban como la manzana de la discordia.
Don Álvaro de Luna fue introducido en la Corte como paje o doncel de cámara de Juan II. Álvaro aseguró pronto una gran ascendencia sobre Juan II, entonces un niño, hasta extremos de dependencia y sumisión que requerían algún tipo de explicación psicoanalítica, según algunos historiadores.
Esta gran influencia preocupó a su madre la reina regente doña Catalina de Lancaster que intentó alejar de la Corte a Álvaro de Luna, pero no lo logró.
Álvaro supo maniobrar para convertirse en una persona muy importante en la Corte y para que el joven rey le tuviera en alta consideración, lo que la superstición de la época atribuyó a algún hechizo.
Lo que en treinta años de desasosiego y sangre no pudieron todos los magnates de Castilla, lo consiguió una mujer. Casado el rey en segundas nupcias con doña Isabel de Portugal no quiso ésta compartir su influencia con la del Condestable. Aquel valido mimado de la fortuna, fue ejemplo de la inestabilidad de sus favores, acabando la vida en el cadalso.
Doña Isabel de Portugal, madre de Isabel La Católica, temerosa del inmenso poder del Condestable, conocedora de sus intrigas, abusos y ciertos asesinatos dispuesto por él, urgió con insistencia a su marido que prescindiera del favorito.
Finalmente, comunicó el Rey a la ciudad de Zamora, como a todas las otras del reino, con fecha 20 de junio de 1453: "Que mandó ejecutar justicia en la persona de don Álvaro de Luna, porque había olvidado el temor de Dios y la vergüenza de las gentes".
Balbino Lozano
Don Cesáreo Fernández Duro, en sus Memorias Históricas de la Ciudad de Zamora hace constar que, en 1442 estaba la moral tan quebrantada con los disturbios que se producían en todas partes que aquel año se descubrió en Vitoria una secta herética llamada "Los Fraticellos", iniciada por Alonso de Mella, fraile de la orden de San Francisco, hermano de Don Juan de Mella, Obispo de Zamora, ambos naturales de eta ciudad.
Con el nombre de "Fraticelli" se conoció un amplio grupo de herejes de la Edad Media, que debían su origen a los franciscanos espirituales que se rebelaron contra las disposiciones y declaraciones del Papa Juan XXII referentes a la pobreza franciscana. Hechas pesquisas, muchos de los culpados de la hermandad deshonesta fueron quemados.
La "Hermandad del Libre Espíritu" estaba encabezada en Durango por Fray Alonso de Mella desde 1425 hasta 1445. Pregonaban la pobreza, la no obediencia al Papa, el amor libre, eran contrarios al matrimonio, no creían en la vida eterna y practicaban la comunidad tanto de bienes como de mujeres. Fray Alonso huyó a Granada con unas cuantas de aquellas mujeres de vida alegre.
A la llegada a Granada, los moros repugnaron la fealdad del delito, y poniendo desnudo a fray Alonso en medio de un corro, por diversión y escarnio, le hirieron con cañas aguzadas hasta agotarle la sangre.
La violencia y el robo se habían generalizado en estas tierras de manera que cada cual cambiaba de bando según el provecho que le convenía.
De tan caótica situación muchos culpaban al Condestable Álvaro de Luna que, aunque el rey don Juan II lo tenía como hombre de su confianza, otros lo consideraban como la manzana de la discordia.
Don Álvaro de Luna fue introducido en la Corte como paje o doncel de cámara de Juan II. Álvaro aseguró pronto una gran ascendencia sobre Juan II, entonces un niño, hasta extremos de dependencia y sumisión que requerían algún tipo de explicación psicoanalítica, según algunos historiadores.
Esta gran influencia preocupó a su madre la reina regente doña Catalina de Lancaster que intentó alejar de la Corte a Álvaro de Luna, pero no lo logró.
Álvaro supo maniobrar para convertirse en una persona muy importante en la Corte y para que el joven rey le tuviera en alta consideración, lo que la superstición de la época atribuyó a algún hechizo.
Lo que en treinta años de desasosiego y sangre no pudieron todos los magnates de Castilla, lo consiguió una mujer. Casado el rey en segundas nupcias con doña Isabel de Portugal no quiso ésta compartir su influencia con la del Condestable. Aquel valido mimado de la fortuna, fue ejemplo de la inestabilidad de sus favores, acabando la vida en el cadalso.
Doña Isabel de Portugal, madre de Isabel La Católica, temerosa del inmenso poder del Condestable, conocedora de sus intrigas, abusos y ciertos asesinatos dispuesto por él, urgió con insistencia a su marido que prescindiera del favorito.
Finalmente, comunicó el Rey a la ciudad de Zamora, como a todas las otras del reino, con fecha 20 de junio de 1453: "Que mandó ejecutar justicia en la persona de don Álvaro de Luna, porque había olvidado el temor de Dios y la vergüenza de las gentes".
Balbino Lozano























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