COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Una Zamora que disfrute será una Zamora de progreso
Eugenio-Jesús de Ávila
Esta Zamora del último tercio de 2024 sigue con la fiesta durante los fines de semana. Fromago marcó el inicio de una ciudad que dibujaba una sonrisa en su faz, secularmente aburrida. Después llegaron otros acontecimientos importantes para que se nos olvidaran las penas y viviéramos el júbilo. Confieso que nunca me he divertido cuando lo ordenó el poder empresarial y político. Mi romería la celebro cuando así lo disponen mi alma y mi cerebro.
Pero me fascina que el pueblo tome las calles y las plazas, goce con las pequeñas cosas que nos ofrece la vida, máxime en una ciudad con numerosos motivos para vestir sus adentros con el rictus del pesimismo. Si hay algo que distingue al hombre de las bestias lo bautizaría como la risa. La gente reída, risueña, jovial desconoce el odio, la hipocresía y la traición. Si en la mente residen la diversión y la ventura, fabrica ideas e imagina proyectos colectivos para la ciudad en la que piensa. Una Zamora que haya arrojado a la zahúrda de las desgracias el pesimismo tiene futuro. Una Zamora conformista, apática, indolente profundizará en su decadencia económica y demográfica.
Los políticos zamoranos, los que no son profesionales, y las organizaciones empresariales deberían mostrar el camino para el progreso de Zamora. Hay que pensar, debatir y ejecutar. Potenciemos nuestra historia, enfaticemos nuestra riqueza patrimonial, embellezcamos rúas, calles, plazas y plazuelas; suturemos las heridas urbanas, mimemos nuestra rica naturaleza, la que nos brindan Duero y Valorio, y que el pueblo llano cuide su ciudad, respete templos, murallas, jardines; se denuncie a los descerebrados que orinan sobre los sillares de las iglesias, arrojan líquidos en aceras y destrozan el mobiliario urbano.
Queda un año para la inauguración de Las Edades del Hombre, que compartimos con nuestra hermana mayor lusa, Oporto. Durante este periodo de tiempo, hay que aplicarle a Zamora un plan de embellecimiento galopante. Iglesia y Ayuntamiento ejecutarán las medidas estéticas que sean menester para poner más guapa a esta ancianita que es la ciudad del Romancero. Este acontecimiento cultural podría ser el punto de inflexión para el renacimiento de Zamora.
Después, si la Junta de Castilla y León así lo considera, el Polígono Industrial de Monfarracinos también provocará una reacción empresarial en Zamora y en los pueblos de su alfoz. Si hay trabajo, se recogerá una cosecha extraordinaria de progreso. Y si, ¡por fin!, Guarido logra la cesión o la compra de los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril, para construir un Polígono Tecnológico, sería la rúbrica a la industrialización de Zamora. Y no me olvido, por supuesto, de un Monte la Reina militar ni de la autovía entre la capital y Portugal. Si todos estos proyectos se desarrollan conforme a mis deseos, las generaciones de zamoranos que alcancen la madurez en el 2040, se sentirán muy orgullosas de haber nacido y ganarse la vida en la ciudad del alma, la que nos alienta y nos acusa.
Eugenio-Jesús de Ávila
Esta Zamora del último tercio de 2024 sigue con la fiesta durante los fines de semana. Fromago marcó el inicio de una ciudad que dibujaba una sonrisa en su faz, secularmente aburrida. Después llegaron otros acontecimientos importantes para que se nos olvidaran las penas y viviéramos el júbilo. Confieso que nunca me he divertido cuando lo ordenó el poder empresarial y político. Mi romería la celebro cuando así lo disponen mi alma y mi cerebro.
Pero me fascina que el pueblo tome las calles y las plazas, goce con las pequeñas cosas que nos ofrece la vida, máxime en una ciudad con numerosos motivos para vestir sus adentros con el rictus del pesimismo. Si hay algo que distingue al hombre de las bestias lo bautizaría como la risa. La gente reída, risueña, jovial desconoce el odio, la hipocresía y la traición. Si en la mente residen la diversión y la ventura, fabrica ideas e imagina proyectos colectivos para la ciudad en la que piensa. Una Zamora que haya arrojado a la zahúrda de las desgracias el pesimismo tiene futuro. Una Zamora conformista, apática, indolente profundizará en su decadencia económica y demográfica.
Los políticos zamoranos, los que no son profesionales, y las organizaciones empresariales deberían mostrar el camino para el progreso de Zamora. Hay que pensar, debatir y ejecutar. Potenciemos nuestra historia, enfaticemos nuestra riqueza patrimonial, embellezcamos rúas, calles, plazas y plazuelas; suturemos las heridas urbanas, mimemos nuestra rica naturaleza, la que nos brindan Duero y Valorio, y que el pueblo llano cuide su ciudad, respete templos, murallas, jardines; se denuncie a los descerebrados que orinan sobre los sillares de las iglesias, arrojan líquidos en aceras y destrozan el mobiliario urbano.
Queda un año para la inauguración de Las Edades del Hombre, que compartimos con nuestra hermana mayor lusa, Oporto. Durante este periodo de tiempo, hay que aplicarle a Zamora un plan de embellecimiento galopante. Iglesia y Ayuntamiento ejecutarán las medidas estéticas que sean menester para poner más guapa a esta ancianita que es la ciudad del Romancero. Este acontecimiento cultural podría ser el punto de inflexión para el renacimiento de Zamora.
Después, si la Junta de Castilla y León así lo considera, el Polígono Industrial de Monfarracinos también provocará una reacción empresarial en Zamora y en los pueblos de su alfoz. Si hay trabajo, se recogerá una cosecha extraordinaria de progreso. Y si, ¡por fin!, Guarido logra la cesión o la compra de los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril, para construir un Polígono Tecnológico, sería la rúbrica a la industrialización de Zamora. Y no me olvido, por supuesto, de un Monte la Reina militar ni de la autovía entre la capital y Portugal. Si todos estos proyectos se desarrollan conforme a mis deseos, las generaciones de zamoranos que alcancen la madurez en el 2040, se sentirán muy orgullosas de haber nacido y ganarse la vida en la ciudad del alma, la que nos alienta y nos acusa.





















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