Jueves, 11 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Martes, 08 de Octubre de 2024
COSAS DE AQUÍ

Conocer Zamora y su provincia para amarlas

Eugenio-Jesús de Ávila

 

La provincia de Zamora siempre me pareció una España en pequeñito por su diversidad paisajística, meteorología dispar, culturas arraigadas, fiestas originales y celebraciones seculares. Confieso mi encantamiento por las llanuras de la Tierra de Campos, donde la naturaleza escribe estrofas en forma de lagunas en Villafáfila, un Edén de aves, un privilegio de sonidos y plumas. ¡Qué decir de Sanabria y la Carballeda! Pues que te encuentras contigo mismo entre sus suaves montañas, emprendes debates con los tejos milenarios, robles, acebos, abedules y castaños, que te responde con sus hojas como labios, con sus ramas te abrazan, desde sus copas te bendicen. Sanabria no solo en el lago. Sanabria es un poema escrito sobre sus aguas cristalinas, que se escapan dulcemente para acariciar los pueblos de los Valles de Benavente, donde reciben a los ríos leoneses que buscan al padre Duero.

 

Aliste, comarca prima hermana de la Carballeda, madre de la Sierra de la Culebra, todavía de luto por los incendios que asesinaron sus bosques y fauna, lobos, ciervos, corzos, jabalíes, incluidas colmenas de las laboriosas abejas. Desde más de 1.200 metros, la Peña Mira observa a olmos, castaños y encinas, mientras los ríos Aliste y Manzanas dan de beber a sus onduladas tierras.

 

Si cruzas el Duero buscando el sur, Sayago, íntima amiga de Aliste, tiene en el Duero a un hijo rebelde, que hiere su geología, pero también le ofrece unos Arribes como regalo una orografía especial, a veces Mediterránea, como Fermoselle, desde donde se saluda a los hermanos lusos de Tras os Montes. Tierra rica en energía que engrandeció regiones lejanas, con sus saltos hidroeléctrico, nunca nadie la premio, muy al contrario, la deshabitaron, la envejecieron, la enviaron al olvido. Pero nunca perdió su enigmática belleza.

 

 

A la diestra de Sayago, la Tierra del Vino, tan visitada por los zamoranos de la capital, la que nos conduce a Salamanca, la de la Vía de la Plata, la que tantas viñas en tiempos pasados le dio el apellido a la comarca. La propia Zamora podría considerarla como la madre de esta comarca del sur de la provincia, levantada junto al Duero, el río de todos.

 

Al sureste de la provincia, La Guareña, comarca muy taurina, cerealística y remolachera, de extraordinarios vinos de Toro, que debe su nombre al origen del marido de la reina Urraca de León, nacido en el Valle del Garona, Raimundo de Borgoña. Las gentes de la Guareña destacan por su laboriosidad. Trabajan, con extraordinario mimo sus viñas, y atienden las tierras sembradas de remolacha, cereales y girasoles, con huertas que producen excelentes hortalizas. Fuentesaúco, capital de la comarca, se dio a conocer por sus garbanzos, los mejores de España, que ha sabido también transformar sus magníficas materias primas in situ.

 

Y al norte, Toro y su alfoz. Maravillas de la provincia. El Duero también fue el padre de la bella ciudad toresana, que presenta una de las vegas más fértiles de la provincia, con vinos especiales, viandas únicas y un patrimonio monumental superior. La belleza de la Colegiata, de su Pórtico de la Majestad, gótico en el corazón del románico, que convoca a todo ateo a regresar a Dios, te toca en el corazón de la arquitectura. Y, muy cerca, en la campa de Peleagonzalo nació la España moderna y contemporánea. Historia.

 

Benavente es la ciudad de los ríos, donde se reúnen los del norte, de la provincia leonesa, y el de Sanabria. Contemplar, desde lo que queda del Castillo de La Mota, la inmensa llanura, que rodea al altozano donde se asienta la ciudad, dibuja uno de los paisajes más lindos de la ciudad de los Condes-Duques, ciudad de nobleza, no realista. Napoleón destrozó joyas extraordinarias del patrimonio monumental benaventano, como solía hacer el ejército francés allá por donde pasaba. Ya no queda ni el recuerdo de lo que dio fama a la villa del norte de esta provincia.

 

Y me he dejado para el final de esta pintura literaria al corazón de la provincia, la patria que acoge a todos los zamoranos de las comarcas, ciudad construida por hijos de sus pueblos, mestiza y orgullosa de su historia, cogollo del arte románico, la perla del Duero, la que olvidada, pero nunca vencida, sencilla y humilde, ciudad del Romancero, de leyendas y lealtades, siempre española;  ciudad de lss nieblas y de sol abrasador, de rúas estrechas donde la pasión funde labios de hombres y de féminas, ciudad de caballeros y damas hermosas,

 

He intentado, como si hubiese literatura impresionista, con estos trazos de oraciones, describir mi provincia, nuestros 10.500 kilómetros cuadrados, que guardan espacios naturales impresionantes, al norte y al sur, oriente y occidente; un patrimonio monumental formidable y una historia esencial para el nacimiento de España. Conocer Zamora, conocer su patrimonio, su arte, su historia, su naturaleza para amarla.

 

Fotografía: Lagunas de Villafáfila, preñadas de agua, en la mañana de este octubre infante, de lluvias y vientos.

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