Martes, 23 de Diciembre de 2025

Carlos Domínguez
Jueves, 10 de Octubre de 2024
HABLEMOS

El ancho mundo

   Al hilo de un acontecimiento trivial como disfrutar frente al televisor  de un reportaje vespertino sobre la megalópolis hongkonesa, algo siempre de agradecer cuando uno no tiene mejor ocupación que dejar correr el tiempo, cualquiera puede sufrir cierta desazón en forma de nostalgia, echando de menos viajar, ver mundo, paisajes y sociedades, vasta y rica geografía de lo humano. En ello resulta difícil sentirse atraído por la naturaleza inculta, hondura salvaje de la materia y la vida, con escasa o ninguna presencia de nuestra especie, al fin y al cabo sinónimo de cultura, arte y creación. De espíritu, en suma.

 

   Distinta de la selva es la sociedad que, con independencia de razas, civilizaciones y creencias, así la antigua colonia británica, facilita a los hombres el intercambio y la comunicación merced a una cotidianidad banal aunque rebosante de experiencias, realidad profusa y abierta al discreto curioseo. En esa cercanía, nunca exenta de un gratificante anonimato, la persona actúa, opina y se manifiesta con la espontaneidad ingenua que adorna nuestro carácter, mediando la compañía del otro a través de múltiples vivencias. Contra esa realidad familiar suele alzarse el poder, el Estado y la burocracia, lacra padecida por una urbe tiempo atrás cosmopolita como ninguna, hoy bajo imperio de la dictadura más cruel y sofisticada de la era contemporánea. Aun así, posiblemente tal señorío jamás llegue a ocultar la grandeza humilde de lo humano, inseparable de la relación individual del tú a tú, en que cada uno accede al semejante gracias al momento, al acto singular de la charla, el trato, la opinión y, por qué no, la generosidad acompañada del gesto amable. Se llama urbanidad, también civilidad. 

 

   En fin, Hong-Kong se encuentra demasiado lejos para quien se aferra a esta Zamora mínima, teatro a su escala de un mundo verdaderamente ancho e inabarcable, cuyo colorido invita a la aventura del nómada empeñado no en la excursión turística o el viaje fugaz, sino en vivir día a día un mundo que sólo al hombre pertenece. Sea como fuere, nada nos impide soñar, imaginar en la distancia paraísos sorprendentemente cercanos. A propósito, ¿cuál es el motivo por el que la cadena bis no produce ni ofrece los magníficos documentales de antaño, llámense culturales, costumbristas o lo que guste, en lugar de aburrir con los dedicados a una naturaleza bestial, plagada de nauseabunda animalidad?; ¿será la ecología?; ¿o será simplemente la ideología?

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