
PATRIMONIO
Los zamoranos apostarían por un Puente Románico con sus dos torres
Hace un par de días, escribía sobre el patrimonio monumental de nuestra ciudad, muy perjudicado por insensibilidad de gobernantes de la Restauración, de finales del siglo XIX y principios del XX. Entre otros crímenes, se derribaron la torre octogonal de Santa Clara, casi todas las puertas de las murallas y, por supuesto, las dos torres, brazos, del Puente de Piedra. Merced a la gran labor de Rosa Valdeón, más de veinte iglesias románicas se restauraron con dinero de la Junta de Castilla y León. Templos tan extraordinarios como el de Santiago del Burgo lucen, desde hace unos años, en todo su esplendor.
Guarido, un alcalde muy preocupado por el legado que nos dejó la historia, antes de cortarse la coleta política, nos dejará cientos de metros del recinto amurallado de la avenida de la Feria en perfecto estado medieval. Y también, merced a sensibilidad de nuestro actual regidor, el viaducto protogótico que une las dos Zamoras, la del norte y la del sur, mostrará otra cara mucho más digna, más aproximada a lo que fue, al sustituir la barandilla metálica por material pétreo. Pero siempre nos faltarán las dos torres.
Ya sabemos que la burocracia parece reñida con el arte. Y el Puente de Piedra siempre, mientras no cambien normas y leyes, seguirá siendo una ucronía románica. Pudo ser, porque la gran mayoría de los zamoranos así lo pensamos, el que contemplaron tantas gentes, incluidas las huestes de Napoleón cuando tomaron nuestra ciudad. Pero, como denuncio, se nos impide contemplarlo como fue en tiempos pretéritos.
Sabemos que los políticos legislan y, de vez en cuando, en contra de los criterios del pueblo. Verbigracia: si una gran mayoría de zamoranos votarán a favor de la restauración de las torres del viaducto románico, no se tomaría en cuenta esa elección popular, porque iría en contra de la legislación. Si hubiera políticos sensibles que amaran el arte, uno de nuestros monumentos más emblemáticos luciría con la misma prestancia que hasta ese fatídico año 1905.
Fotografía: Esteban Pedrosa
Hace un par de días, escribía sobre el patrimonio monumental de nuestra ciudad, muy perjudicado por insensibilidad de gobernantes de la Restauración, de finales del siglo XIX y principios del XX. Entre otros crímenes, se derribaron la torre octogonal de Santa Clara, casi todas las puertas de las murallas y, por supuesto, las dos torres, brazos, del Puente de Piedra. Merced a la gran labor de Rosa Valdeón, más de veinte iglesias románicas se restauraron con dinero de la Junta de Castilla y León. Templos tan extraordinarios como el de Santiago del Burgo lucen, desde hace unos años, en todo su esplendor.
Guarido, un alcalde muy preocupado por el legado que nos dejó la historia, antes de cortarse la coleta política, nos dejará cientos de metros del recinto amurallado de la avenida de la Feria en perfecto estado medieval. Y también, merced a sensibilidad de nuestro actual regidor, el viaducto protogótico que une las dos Zamoras, la del norte y la del sur, mostrará otra cara mucho más digna, más aproximada a lo que fue, al sustituir la barandilla metálica por material pétreo. Pero siempre nos faltarán las dos torres.
Ya sabemos que la burocracia parece reñida con el arte. Y el Puente de Piedra siempre, mientras no cambien normas y leyes, seguirá siendo una ucronía románica. Pudo ser, porque la gran mayoría de los zamoranos así lo pensamos, el que contemplaron tantas gentes, incluidas las huestes de Napoleón cuando tomaron nuestra ciudad. Pero, como denuncio, se nos impide contemplarlo como fue en tiempos pretéritos.
Sabemos que los políticos legislan y, de vez en cuando, en contra de los criterios del pueblo. Verbigracia: si una gran mayoría de zamoranos votarán a favor de la restauración de las torres del viaducto románico, no se tomaría en cuenta esa elección popular, porque iría en contra de la legislación. Si hubiera políticos sensibles que amaran el arte, uno de nuestros monumentos más emblemáticos luciría con la misma prestancia que hasta ese fatídico año 1905.
Fotografía: Esteban Pedrosa
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