Se marcha la piel del verano
José Antonio Ávila López
![[Img #93183]](https://eldiadezamora.es/upload/images/10_2024/4815_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
Dicen que a la carne le llega un momento con el paso de los años que de gozosa pasa a triste, y su piel va adquiriendo tonalidad de ceniza. Se afirma también que a la carne y a su piel le son más tristes las canciones de amor, y que no valen ni potingues conservadores de la última generación de cosméticos. Así, el verano ya se nos fue, se despidió con cansancio, más cansado que leerse el Informe sobre la ley agraria de Gaspar Melchor de Jovellanos... Yo me lo leí, ¡pero cómo me costó! La piel del verano es el desconsuelo ese de que la vida se devalúa por ambición y apariencias, es como las flores que mueren para que nazcan otras igual de hermosas, que similares a ella se desmoronan en el viaje, pero un viaje sin leyenda, ya que la genuina, la singular piel de uno, es irrepetible. La última piel del verano, es como la vida de esos personajes cansados, y ya cercanos al incierto futuro, de las novelas tremendistas de la posguerra, como Las ratas de Miguel Delibes. La piel del verano se va desvaneciendo como todas esas políticas que son de la misma inutilidad social y económica, que son el cáncer que mata las épocas, que aniquila civilizaciones. Y luego está la piel metafórica de la sociedad enferma de hoy, que por mucha radioterapia, quimioterapia o remedios de experimentación social, no se cura. Pues eso, la piel del verano se marcha, pero la piel de esta sociedad sigue enferma, y dudo que las canciones de desamor como El muelle de San Blas de Maná, sean más tristes
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Dicen que a la carne le llega un momento con el paso de los años que de gozosa pasa a triste, y su piel va adquiriendo tonalidad de ceniza. Se afirma también que a la carne y a su piel le son más tristes las canciones de amor, y que no valen ni potingues conservadores de la última generación de cosméticos. Así, el verano ya se nos fue, se despidió con cansancio, más cansado que leerse el Informe sobre la ley agraria de Gaspar Melchor de Jovellanos... Yo me lo leí, ¡pero cómo me costó! La piel del verano es el desconsuelo ese de que la vida se devalúa por ambición y apariencias, es como las flores que mueren para que nazcan otras igual de hermosas, que similares a ella se desmoronan en el viaje, pero un viaje sin leyenda, ya que la genuina, la singular piel de uno, es irrepetible. La última piel del verano, es como la vida de esos personajes cansados, y ya cercanos al incierto futuro, de las novelas tremendistas de la posguerra, como Las ratas de Miguel Delibes. La piel del verano se va desvaneciendo como todas esas políticas que son de la misma inutilidad social y económica, que son el cáncer que mata las épocas, que aniquila civilizaciones. Y luego está la piel metafórica de la sociedad enferma de hoy, que por mucha radioterapia, quimioterapia o remedios de experimentación social, no se cura. Pues eso, la piel del verano se marcha, pero la piel de esta sociedad sigue enferma, y dudo que las canciones de desamor como El muelle de San Blas de Maná, sean más tristes



















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