DENUNCIA
El Puente de los Poetas necesita una intervención urgente
    
   
	 
    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    Para frenar la corrosión de su estructura metálica antes de que sea demasiado tarde
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        Va de puentes. Hace no mucho, nos referíamos al estado del Puente de Hierro, una estructura que, a la espera de una renovación ambiciosa, había comenzado a mostrar signos evidentes de abandono. Quienes cruzaban el puente, notaban cómo poco a poco, este  se iba quedando a oscuras. Esto se debía, en parte, al creciente número de lámparas fundidas, así como al deterioro de las pantallas protectoras, que acumulaban tanta suciedad que apenas dejaban pasar la luz. La falta de mantenimiento durante años ha sido evidente. En lugar de haber abordado el problema a medida que surgía, aportando una solución progresiva conforme se iba necesitando, el consistorio ha permitido que la situación se agrave hasta llegar a un punto que requiere una intervención mayor. Recientemente, bajo una campaña municipal cargada de propaganda, como tantas veces, se han iniciado las labores de sustitución de los  luminosos. Sin embargo, surge la pregunta: ¿no habría sido más efectivo y menos costoso haber realizado este reemplazo de manera escalonada, conforme las lámparas dejaban de funcionar? De haberlo hecho, no se habría llegado a este estado que han sufrido conductores y peatones.
 
Recientemente también denunciamos la situación del puente que cruza sobre Los Tres Árboles. Este viaducto había comenzado a mostrar claros signos de oxidación en sus barandillas. En respuesta,  renovaron algunos tramos de la estructura metálica, reemplazando las secciones más dañadas con tubos nuevos y aplicando una capa de pintura protectora sobre toda la superficie. No obstante, el problema no se solventó convenientemente, al no haberse procedido a realizar un trabajo exhaustivo en la eliminación del óxido preexistente en las partes que aún estaban en mejor estado. Sin lijado o tratamiento erosivo adecuado, el óxido ha vuelto a aparecer rápidamente, lo que deja en evidencia que la intervención no ha sido lo eficaz que se deseaba. La consecuencia es, que el esfuerzo realizado, aunque necesario, ha sido en vano. Sin un tratamiento adecuado, el deterioro continuará avanzando, lo que obligará a futuras reparaciones más costosas, complejas, y acompañadas de los consecuentes cortes de tráfico para realizar los trabajos con la seguridad necesaria.
 
Y, si de una mala solución para los problemas del óxido hablamos, pendiente está que se aplique de mejor manera al  Puente de los Poetas. Este viaducto, ya muestra claros síntomas  de oxidación tanto en sus barandillas como en las chapas inferiores de sus laterales. La falta de intervención oportuna no solo está afectando a la estética del puente, sino que también podría tener consecuencias más graves. A medida que la oxidación progresa, las paredes de los tubos metálicos se debilitan, reduciendo su capacidad para resistir el peso y las tensiones a las que están sometidos. Este deterioro estructural es especialmente preocupante dado el tránsito y la ubicación del puente, donde es imprescindible contar con barandillas que ofrezcan garantías de seguridad.
 
Tres casos ponen de manifiesto la necesidad de una política de mantenimiento más proactiva y constante, desde todas las administraciones. La falta de atención a tiempo ha conducido a intervenciones más costosas y menos efectivas, lo que podría haberse evitado actuando a tiempo. Permitir que los puentes  se deterioren, además de suponer un riesgo para la seguridad de sus usuarios, proyecta una imagen de abandono y desinterés por las infraestructuras, y con ello la calidad de vida de los ciudadanos. 
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    

Va de puentes. Hace no mucho, nos referíamos al estado del Puente de Hierro, una estructura que, a la espera de una renovación ambiciosa, había comenzado a mostrar signos evidentes de abandono. Quienes cruzaban el puente, notaban cómo poco a poco, este se iba quedando a oscuras. Esto se debía, en parte, al creciente número de lámparas fundidas, así como al deterioro de las pantallas protectoras, que acumulaban tanta suciedad que apenas dejaban pasar la luz. La falta de mantenimiento durante años ha sido evidente. En lugar de haber abordado el problema a medida que surgía, aportando una solución progresiva conforme se iba necesitando, el consistorio ha permitido que la situación se agrave hasta llegar a un punto que requiere una intervención mayor. Recientemente, bajo una campaña municipal cargada de propaganda, como tantas veces, se han iniciado las labores de sustitución de los luminosos. Sin embargo, surge la pregunta: ¿no habría sido más efectivo y menos costoso haber realizado este reemplazo de manera escalonada, conforme las lámparas dejaban de funcionar? De haberlo hecho, no se habría llegado a este estado que han sufrido conductores y peatones.
Recientemente también denunciamos la situación del puente que cruza sobre Los Tres Árboles. Este viaducto había comenzado a mostrar claros signos de oxidación en sus barandillas. En respuesta, renovaron algunos tramos de la estructura metálica, reemplazando las secciones más dañadas con tubos nuevos y aplicando una capa de pintura protectora sobre toda la superficie. No obstante, el problema no se solventó convenientemente, al no haberse procedido a realizar un trabajo exhaustivo en la eliminación del óxido preexistente en las partes que aún estaban en mejor estado. Sin lijado o tratamiento erosivo adecuado, el óxido ha vuelto a aparecer rápidamente, lo que deja en evidencia que la intervención no ha sido lo eficaz que se deseaba. La consecuencia es, que el esfuerzo realizado, aunque necesario, ha sido en vano. Sin un tratamiento adecuado, el deterioro continuará avanzando, lo que obligará a futuras reparaciones más costosas, complejas, y acompañadas de los consecuentes cortes de tráfico para realizar los trabajos con la seguridad necesaria.
Y, si de una mala solución para los problemas del óxido hablamos, pendiente está que se aplique de mejor manera al Puente de los Poetas. Este viaducto, ya muestra claros síntomas de oxidación tanto en sus barandillas como en las chapas inferiores de sus laterales. La falta de intervención oportuna no solo está afectando a la estética del puente, sino que también podría tener consecuencias más graves. A medida que la oxidación progresa, las paredes de los tubos metálicos se debilitan, reduciendo su capacidad para resistir el peso y las tensiones a las que están sometidos. Este deterioro estructural es especialmente preocupante dado el tránsito y la ubicación del puente, donde es imprescindible contar con barandillas que ofrezcan garantías de seguridad.
Tres casos ponen de manifiesto la necesidad de una política de mantenimiento más proactiva y constante, desde todas las administraciones. La falta de atención a tiempo ha conducido a intervenciones más costosas y menos efectivas, lo que podría haberse evitado actuando a tiempo. Permitir que los puentes se deterioren, además de suponer un riesgo para la seguridad de sus usuarios, proyecta una imagen de abandono y desinterés por las infraestructuras, y con ello la calidad de vida de los ciudadanos.



















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