ZAMORANA
Día de santos y difuntos
Mº Soledad Martín Turiño
![[Img #93404]](https://eldiadezamora.es/upload/images/10_2024/7098_soledad.jpg)
Se acerca el Día de Santos y Difuntos y los cementerios se ponen a punto; se baldean las losas, se cepillan las letras de los panteones, se cambian los floreros, se pulen los crucifijos y se hermosea la muerte, de la que nos olvidamos casi inmediatamente después para seguir viviendo, porque tiempo llegará para habitar esa fúnebre morada que, irremediablemente, nos espera.
Siempre me he preguntado si las personas que siguen este ritual de embellecer y visitar las sepulturas unos días en concreto, se acordarán a diario de sus seres queridos, si rezarán por sus almas, si evocarán los días en que esos muertos estuvieron vivos formando parte de sus vidas, y si su ausencia les habrá dejado un hueco irreemplazable en el corazón.
Reconozco que a veces tengo miedo; me asusta perder la memoria y acordarme de mis seres ausentes tan solo unos días al año; en otras ocasiones, el dolor de esa partida es tan certero como una punzada en el corazón, y debo hacer un esfuerzo para no seguir con determinados ritos: telefonear como cada tarde, o recordar el partido de futbol o la corrida de toros como hacía cuando mis personas amadas, seguían en este mundo. Luego, cuando constato su ausencia, es como si estuviera perdida en un lugar extraño con cientos de personas a mi alrededor, pero inmensamente sola y sin nadie que pueda ayudarme. Sin embargo, la muerte es así, y hemos de asumir que forma parte de la vida, en un círculo que se abre en el nacimiento y se cierra con ella.
![[Img #93404]](https://eldiadezamora.es/upload/images/10_2024/7098_soledad.jpg)
Se acerca el Día de Santos y Difuntos y los cementerios se ponen a punto; se baldean las losas, se cepillan las letras de los panteones, se cambian los floreros, se pulen los crucifijos y se hermosea la muerte, de la que nos olvidamos casi inmediatamente después para seguir viviendo, porque tiempo llegará para habitar esa fúnebre morada que, irremediablemente, nos espera.
Siempre me he preguntado si las personas que siguen este ritual de embellecer y visitar las sepulturas unos días en concreto, se acordarán a diario de sus seres queridos, si rezarán por sus almas, si evocarán los días en que esos muertos estuvieron vivos formando parte de sus vidas, y si su ausencia les habrá dejado un hueco irreemplazable en el corazón.
Reconozco que a veces tengo miedo; me asusta perder la memoria y acordarme de mis seres ausentes tan solo unos días al año; en otras ocasiones, el dolor de esa partida es tan certero como una punzada en el corazón, y debo hacer un esfuerzo para no seguir con determinados ritos: telefonear como cada tarde, o recordar el partido de futbol o la corrida de toros como hacía cuando mis personas amadas, seguían en este mundo. Luego, cuando constato su ausencia, es como si estuviera perdida en un lugar extraño con cientos de personas a mi alrededor, pero inmensamente sola y sin nadie que pueda ayudarme. Sin embargo, la muerte es así, y hemos de asumir que forma parte de la vida, en un círculo que se abre en el nacimiento y se cierra con ella.




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.110