COSAS MÍAS
La celebración de la memoria
Eugenio-Jesús de Ávila
La memoria no es historia. No existe la memoria histórica, oxímoron de la extrema izquierda. El 1 de noviembre se celebran Todo los Santos, la fiesta de los recuerdos, hijos de la memoria. Regresarán las lágrimas cuando viajemos en el tiempo a la búsqueda de los seres queridos que se marcharon, volverán los tones de sus voces, sus gestos, sus frases, sus formas de caminar, sus besos, sus abrazos, sus consejos, sus detalles…
Siempre que se aproximan estos días de cementerio, escribo o digo aquellos versos de Quevedo:
“Vivir es caminar breve jornada
y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada”.
Si la vida es efímera, por qué no disfrutamos de cada segundo de la belleza que nos rodea, del amor que nos convoca, de la amistad íntima, de la soledad elegida. Qué nos aparta de la poesía de vivir, del placer que nos provoca amar, de la compañía de almas grandes. Si sabemos que la vida es eterna en cinco minutos, que el futuro no existe, que el tiempo nos devora, por qué nos olvidamos de libar su néctar y fabricar deleite, pasión y poesía.
Celebremos la memoria en el Día de Todos los Santos nunca con lágrimas de impotencia, sino con la alegría del amor por nos dieron los que ya no están, pero siguen residiendo en nuestros recuerdos, “okupas” de mi cerebro.
Fotografía: Esteban Pedrosa
Eugenio-Jesús de Ávila
La memoria no es historia. No existe la memoria histórica, oxímoron de la extrema izquierda. El 1 de noviembre se celebran Todo los Santos, la fiesta de los recuerdos, hijos de la memoria. Regresarán las lágrimas cuando viajemos en el tiempo a la búsqueda de los seres queridos que se marcharon, volverán los tones de sus voces, sus gestos, sus frases, sus formas de caminar, sus besos, sus abrazos, sus consejos, sus detalles…
Siempre que se aproximan estos días de cementerio, escribo o digo aquellos versos de Quevedo:
“Vivir es caminar breve jornada
y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada”.
Si la vida es efímera, por qué no disfrutamos de cada segundo de la belleza que nos rodea, del amor que nos convoca, de la amistad íntima, de la soledad elegida. Qué nos aparta de la poesía de vivir, del placer que nos provoca amar, de la compañía de almas grandes. Si sabemos que la vida es eterna en cinco minutos, que el futuro no existe, que el tiempo nos devora, por qué nos olvidamos de libar su néctar y fabricar deleite, pasión y poesía.
Celebremos la memoria en el Día de Todos los Santos nunca con lágrimas de impotencia, sino con la alegría del amor por nos dieron los que ya no están, pero siguen residiendo en nuestros recuerdos, “okupas” de mi cerebro.
Fotografía: Esteban Pedrosa




















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