NOCTURNO ERÓTICO
Polvo en el tiempo
Eugenio-Jesús de Ávila
Ignoraba que te hubiera amado tanto. No sabía que hubieses dejado tanta huella en mi memoria. Una mañana, al doblar la esquina de mi vida, me llamaste. No te había visto. No olía el viento a tu piel. Giré mi cabeza y te deseé lo mejor sin detener mi caminar. Eres de esas mujeres, pocas, creadas para ser amadas, para recibir pasión en borbotones sobre el cuenco de tu hermoso cuerpo que después se filtrará al corazón de tu alma. Eres de esas damas a las que hay que besar todos los días, tomarle la fiebre en sus labios, mirarle los ojos para acariciar su alma con mis pestañas.
Pero todo acaba, a veces, porque el amor resulta excesivo para los débiles seres mortales. No se puede querer eternamente cuando la vida siempre resulta demasiado corta, incluso para Matusalén. Como mucho, se ama hasta la extremaunción, mientras recuerdas aquellos versos de Quevedo sobre el polvo enamorado. Pero yo sé que no somos otra cosa que polvo en el tiempo. Siempre la recordaré hasta mi óbito con esa clase de pasión que también se expresa con verbos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Ignoraba que te hubiera amado tanto. No sabía que hubieses dejado tanta huella en mi memoria. Una mañana, al doblar la esquina de mi vida, me llamaste. No te había visto. No olía el viento a tu piel. Giré mi cabeza y te deseé lo mejor sin detener mi caminar. Eres de esas mujeres, pocas, creadas para ser amadas, para recibir pasión en borbotones sobre el cuenco de tu hermoso cuerpo que después se filtrará al corazón de tu alma. Eres de esas damas a las que hay que besar todos los días, tomarle la fiebre en sus labios, mirarle los ojos para acariciar su alma con mis pestañas.
Pero todo acaba, a veces, porque el amor resulta excesivo para los débiles seres mortales. No se puede querer eternamente cuando la vida siempre resulta demasiado corta, incluso para Matusalén. Como mucho, se ama hasta la extremaunción, mientras recuerdas aquellos versos de Quevedo sobre el polvo enamorado. Pero yo sé que no somos otra cosa que polvo en el tiempo. Siempre la recordaré hasta mi óbito con esa clase de pasión que también se expresa con verbos.


















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