COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Cuando la luna debate con Viriato
Eugenio-Jesús de Ávila
He cantado la obra de Barrón, Viriato, su belleza como escultura, y su significado ético. Todos los días de mi vida podría escribir sobre el “Terror Romanorum”. Porque la estatua del héroe lusitano escribe versos en función de la luz del sol, si es la del alba, cuando las alondras cantan; la del mediodía, o la del ocaso; de la oscuridad de la noche, de las estaciones del año, de si las nubes pasan corriendo o se quedan a pasar la jornada en la ciudad del alma.
La pasada noche, recibí esta fotografía de un gran amigo, excusa para desearme un buen descanso nocturno y que soñara bonito. Me inspiró. Cada palabra que ahora escribo nació de la visión de esa imagen de la estatua de Viriato y la luna llena, que parece hablarle desde el cielo, rodeada de sus amigas las nubes, necesitadas de su plateada luz. Las hojas de los árboles de la plaza muestran ya el color que acompaña las despedidas de las ramas. La muerte que dará paso a la vida dentro de unos meses.
La noche, como he expresado en otros escritos, transforma a Zamora en una ciudad distinta. Lunas y estrellas cincelan las maravillas monumentales, el patrimonio secular, como si la pintaran y esculpieran con los pinceles y las gubias de la luz nocturna, como si el cielo oscuro fuese su paleta y su cincel. Y esconden nuestras miserias económicas y urbanas. Solo hablan los búhos y las obras de arte, como esta estatua de Barrón, con la luz selenita.
Eugenio-Jesús de Ávila
He cantado la obra de Barrón, Viriato, su belleza como escultura, y su significado ético. Todos los días de mi vida podría escribir sobre el “Terror Romanorum”. Porque la estatua del héroe lusitano escribe versos en función de la luz del sol, si es la del alba, cuando las alondras cantan; la del mediodía, o la del ocaso; de la oscuridad de la noche, de las estaciones del año, de si las nubes pasan corriendo o se quedan a pasar la jornada en la ciudad del alma.
La pasada noche, recibí esta fotografía de un gran amigo, excusa para desearme un buen descanso nocturno y que soñara bonito. Me inspiró. Cada palabra que ahora escribo nació de la visión de esa imagen de la estatua de Viriato y la luna llena, que parece hablarle desde el cielo, rodeada de sus amigas las nubes, necesitadas de su plateada luz. Las hojas de los árboles de la plaza muestran ya el color que acompaña las despedidas de las ramas. La muerte que dará paso a la vida dentro de unos meses.
La noche, como he expresado en otros escritos, transforma a Zamora en una ciudad distinta. Lunas y estrellas cincelan las maravillas monumentales, el patrimonio secular, como si la pintaran y esculpieran con los pinceles y las gubias de la luz nocturna, como si el cielo oscuro fuese su paleta y su cincel. Y esconden nuestras miserias económicas y urbanas. Solo hablan los búhos y las obras de arte, como esta estatua de Barrón, con la luz selenita.


















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