HABLEMOS
Stop patinetes
Desde Zamora
Esta Zamora cuyas calles, vías y rotondas andan manga por hombro a causa del despilfarro público justificado con la majadería, y ya es, de la “humanización”, padece los males habituales dentro de un discurrir amable gracias a sus ciudadanos de toda la vida. Mas, no hace tanto, una anomalía, una pequeña disrupción que diría el progrewoke de secta, poltrona y nómina, ha venido a alterar la convivencia.
Últimamente en nuestras avenidas, parques y calles, incluida la mayor y peatonal de Santa Clara, campan a sus anchas desaprensivos inconscientes, niñatos o no tanto circulando velozmente y sin los mínimos requisitos con el jodido patinete, para poner en peligro nuestra integridad como pacíficos viandantes. Más aún la de cualquier inocente chiquillo, fiado con sus padres a una seguridad hoy por hoy ficticia.
En Zamora, el uso y abuso impune del patinete es un doble síntoma de los problemas que sufrimos. En primer lugar, la inacción de un Consistorio que por ideología podría juzgar el jodido artilugio como ya se hizo con la no menos jodida bici alternativa sostenible al transporte individual, en sintonía con unos servicios policiales y municipales ante cuya sede desfilan los susodichos con especial descaro. Síntoma e indicio, pues, de la quiebra del principio de autoridad para lo que interesa, no así respecto a una insaciable vocación recaudatoria, lo mismo que totalitaria en lo político. Pero síntoma también del escaso respeto que los usuarios del novedoso y ecológico vehículo, en buena parte de origen foráneo, tienen hacia nuestras normas, nuestra seguridad y nuestro modo de vida, cuando de forma desafiante y temeraria irrumpen en la vía pública sin la menor prudencia ni consideración.
En fin, que según el Fisco y su abyecta propaganda, los de siempre pagan para recibir infinitamente más. O sea, deuda y gasto público aderezado con la propina del patinete verde. El resto, quiero decir el futuro, tiznado o simplemente oscuro. ¿O no, jodido contribuyente?
Esta Zamora cuyas calles, vías y rotondas andan manga por hombro a causa del despilfarro público justificado con la majadería, y ya es, de la “humanización”, padece los males habituales dentro de un discurrir amable gracias a sus ciudadanos de toda la vida. Mas, no hace tanto, una anomalía, una pequeña disrupción que diría el progrewoke de secta, poltrona y nómina, ha venido a alterar la convivencia.
Últimamente en nuestras avenidas, parques y calles, incluida la mayor y peatonal de Santa Clara, campan a sus anchas desaprensivos inconscientes, niñatos o no tanto circulando velozmente y sin los mínimos requisitos con el jodido patinete, para poner en peligro nuestra integridad como pacíficos viandantes. Más aún la de cualquier inocente chiquillo, fiado con sus padres a una seguridad hoy por hoy ficticia.
En Zamora, el uso y abuso impune del patinete es un doble síntoma de los problemas que sufrimos. En primer lugar, la inacción de un Consistorio que por ideología podría juzgar el jodido artilugio como ya se hizo con la no menos jodida bici alternativa sostenible al transporte individual, en sintonía con unos servicios policiales y municipales ante cuya sede desfilan los susodichos con especial descaro. Síntoma e indicio, pues, de la quiebra del principio de autoridad para lo que interesa, no así respecto a una insaciable vocación recaudatoria, lo mismo que totalitaria en lo político. Pero síntoma también del escaso respeto que los usuarios del novedoso y ecológico vehículo, en buena parte de origen foráneo, tienen hacia nuestras normas, nuestra seguridad y nuestro modo de vida, cuando de forma desafiante y temeraria irrumpen en la vía pública sin la menor prudencia ni consideración.
En fin, que según el Fisco y su abyecta propaganda, los de siempre pagan para recibir infinitamente más. O sea, deuda y gasto público aderezado con la propina del patinete verde. El resto, quiero decir el futuro, tiznado o simplemente oscuro. ¿O no, jodido contribuyente?
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