IDA Y VUELTA
Juicios parte 2: En todas partes
Laura Fernández Salvador
Hace unas semanas reflexionaba sobre el escrutinio social al que estamos sometidas las madres, solo por el hecho de serlo, pero la realidad es que las dictatoriales opiniones ajenas no solo se quedan en ese ámbito, claro está.
Jueces hay por todas partes, creo que médicos también, pero hoy nos centraremos en los letrados. Se trata de todas estas personas que han llegado a “magistrados”, sin estudiar leyes ni opositar, que sentencian desde su sillón, con una comodidad pasmosa, y sin molestarse lo más mínimo en averiguar las circunstancias de la situación sobre la que descaradamente se permiten el lujo de opinar.
Hasta yo, que os aseguro que hago grandes esfuerzos por no convertirme en juez de nada, habré caído también en alguna ocasión en esta práctica tan fácil como despreciable. Pero desde luego, os aseguro que lucho conscientemente cada día por no hacerlo.
Hasta que no pasas por una situación no eres consciente de las dificultades que conlleva, y lo que supone a todos los niveles. Lo que a veces parece blanco como la leche, resulta ser grisáceo, o incluso tiene un fondo negro que no alcanzamos a ver desde una mirada superficial. Muchas veces es necesario activar algo dentro de nuestro ser para poder entender las decisiones del otro (que, por otro lado, poco nos incumben, aunque nos sobre tiempo para opinar).
Empatía. Comprensión. Humildad. Con estas tres pildoritas los juicios a pie de calle se limarían lo suficiente como para no herir a los procesados, que seguramente bastante tienen lo que estén viviendo, como para además sobrellevar con entereza las opiniones de sus vecinos.
Las decisiones que uno toma, suyas son, hasta sin son malas. Incluso esas más, porque sufrirán sus consecuencias. Pero si no te afectan a ti, por favor, a chitón.
Yo, desde mi sofá, intento no tener juicios, pero sí tengo algún deseo para los que los emiten. Espero con ganas que les llegue la gran oportunidad de actuar correctamente, y de practicar lo que han predicado con la llegada a sus vidas de un escenario igual que el que han criticado. Les deseo con toda mi alma que pasen por la misma situación que se atreven a juzgar. Clonada. Ni más, ni menos. Sin ningún nuevo matiz. Exactamente la misma. Y ahí, sí, que juzguen.
Hace unas semanas reflexionaba sobre el escrutinio social al que estamos sometidas las madres, solo por el hecho de serlo, pero la realidad es que las dictatoriales opiniones ajenas no solo se quedan en ese ámbito, claro está.
Jueces hay por todas partes, creo que médicos también, pero hoy nos centraremos en los letrados. Se trata de todas estas personas que han llegado a “magistrados”, sin estudiar leyes ni opositar, que sentencian desde su sillón, con una comodidad pasmosa, y sin molestarse lo más mínimo en averiguar las circunstancias de la situación sobre la que descaradamente se permiten el lujo de opinar.
Hasta yo, que os aseguro que hago grandes esfuerzos por no convertirme en juez de nada, habré caído también en alguna ocasión en esta práctica tan fácil como despreciable. Pero desde luego, os aseguro que lucho conscientemente cada día por no hacerlo.
Hasta que no pasas por una situación no eres consciente de las dificultades que conlleva, y lo que supone a todos los niveles. Lo que a veces parece blanco como la leche, resulta ser grisáceo, o incluso tiene un fondo negro que no alcanzamos a ver desde una mirada superficial. Muchas veces es necesario activar algo dentro de nuestro ser para poder entender las decisiones del otro (que, por otro lado, poco nos incumben, aunque nos sobre tiempo para opinar).
Empatía. Comprensión. Humildad. Con estas tres pildoritas los juicios a pie de calle se limarían lo suficiente como para no herir a los procesados, que seguramente bastante tienen lo que estén viviendo, como para además sobrellevar con entereza las opiniones de sus vecinos.
Las decisiones que uno toma, suyas son, hasta sin son malas. Incluso esas más, porque sufrirán sus consecuencias. Pero si no te afectan a ti, por favor, a chitón.
Yo, desde mi sofá, intento no tener juicios, pero sí tengo algún deseo para los que los emiten. Espero con ganas que les llegue la gran oportunidad de actuar correctamente, y de practicar lo que han predicado con la llegada a sus vidas de un escenario igual que el que han criticado. Les deseo con toda mi alma que pasen por la misma situación que se atreven a juzgar. Clonada. Ni más, ni menos. Sin ningún nuevo matiz. Exactamente la misma. Y ahí, sí, que juzguen.
Txevi | Sábado, 30 de Noviembre de 2024 a las 14:18:55 horas
Una grandisima verdad lo que dices en esta noticia
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