NOTAS DEL PENSAMIENTO...
Acertando, llegamos a la miseria
José Antonio Ávila López    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        De acierto en acierto hemos acabado coronando la cúspide de la miseria. Así estamos en España, con las arcas públicas llenas de grandes recuerdos y con el Gobierno acudiendo asiduamente a la perversa Unión Europea elitista. ¡Claro, hay que pagar la fiesta de los viciosos de los partidos del Gobierno! Y es que no hay un duro, perdón, euro... ¡Ojalá tuviésemos aún nuestra querida peseta, que con cinco de ellas formaban un duro!... ¿Se acuerdan? Yo, sí... ¡A ver! Lo repetiré por si acaso hay algún lector anda despistado : no hay dinero. ¿Lo han entendido? Ahora que el concepto ha quedado tan claro como el caldo de una cárcel de posguerra, convendría precisar algunos detalles que pueden movernos a la reflexión. Por ejemplo, en paralelo con esta declaración de asfixiante indigencia, el Gobierno español de Sánchez insiste en mantener la atención sanitaria a los inmigrantes ilegales porque, asegura, se trata de “un pequeño gasto”. ¡Ah, bueno!... Si es pequeño y nos da la oportunidad de que España juegue a ser el tonto de los tontos, adelante con los faroles. Ahora bien, del mismo modo que la felicidad está llena de pequeñas cosas (un pequeño yate, una pequeña mansión... ja, ja, ja...) las grandes miserias están también llenas de pequeños gastos encadenados en desafortunada secuencia: un pequeño desparrame, un pequeño descontrol, un pequeño favor al partido, un pequeño ERE, un pequeño robo.., y así muchas otras cosas. No me parece mal que se quiera atender por razones humanitarias a los inmigrantes ilegales, pero creo que antes, o al menos al mismo tiempo que el gesto de escaparate, está el compromiso con los contribuyentes españoles que sostienen el invento. Ojalá el mismo Gobierno que quiere auxiliar universalmente a todos los seres humanos del mundo mundial tuviera la misma determinación para atender, por ejemplo, a las madres españolas que llevan esperando años los prometidos y comprometidos hospitales de la rama materno infantil, esos que pasaron a los anales de la obra pública española y autonómica. Propongo que la próxima concentración en pro del auxilio a los que arriban a puerto en pateras, se realice en unos polvorientos solares que esperan que los prometidos hospitales comiencen a levantarse de una puñetera vez.
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    
De acierto en acierto hemos acabado coronando la cúspide de la miseria. Así estamos en España, con las arcas públicas llenas de grandes recuerdos y con el Gobierno acudiendo asiduamente a la perversa Unión Europea elitista. ¡Claro, hay que pagar la fiesta de los viciosos de los partidos del Gobierno! Y es que no hay un duro, perdón, euro... ¡Ojalá tuviésemos aún nuestra querida peseta, que con cinco de ellas formaban un duro!... ¿Se acuerdan? Yo, sí... ¡A ver! Lo repetiré por si acaso hay algún lector anda despistado : no hay dinero. ¿Lo han entendido? Ahora que el concepto ha quedado tan claro como el caldo de una cárcel de posguerra, convendría precisar algunos detalles que pueden movernos a la reflexión. Por ejemplo, en paralelo con esta declaración de asfixiante indigencia, el Gobierno español de Sánchez insiste en mantener la atención sanitaria a los inmigrantes ilegales porque, asegura, se trata de “un pequeño gasto”. ¡Ah, bueno!... Si es pequeño y nos da la oportunidad de que España juegue a ser el tonto de los tontos, adelante con los faroles. Ahora bien, del mismo modo que la felicidad está llena de pequeñas cosas (un pequeño yate, una pequeña mansión... ja, ja, ja...) las grandes miserias están también llenas de pequeños gastos encadenados en desafortunada secuencia: un pequeño desparrame, un pequeño descontrol, un pequeño favor al partido, un pequeño ERE, un pequeño robo.., y así muchas otras cosas. No me parece mal que se quiera atender por razones humanitarias a los inmigrantes ilegales, pero creo que antes, o al menos al mismo tiempo que el gesto de escaparate, está el compromiso con los contribuyentes españoles que sostienen el invento. Ojalá el mismo Gobierno que quiere auxiliar universalmente a todos los seres humanos del mundo mundial tuviera la misma determinación para atender, por ejemplo, a las madres españolas que llevan esperando años los prometidos y comprometidos hospitales de la rama materno infantil, esos que pasaron a los anales de la obra pública española y autonómica. Propongo que la próxima concentración en pro del auxilio a los que arriban a puerto en pateras, se realice en unos polvorientos solares que esperan que los prometidos hospitales comiencen a levantarse de una puñetera vez.




















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