
1ª RFEF
El empate ante Orense, un punto valiosísimo para un equipo físicamente mermado
Se trataba de marcar en la primera parte, mientras aguantaba el estado físico, para aguantar al rival en la segunda entrega, pero nada sucedió como se preveía
Sostengo que la media hora de prórroga en un partido es físicamente brutal, máxime si se juega entre semana tres días después de jugarse el encuentro del domingo y tres días antes de disputar el correspondiente de Liga. Con esta consideración, reflexioné, antes de enfrentarse al Orense, sobre cómo el Zamora CF podría salir vivo de esta confrontación y llegué a una conclusión. Los rojiblancos deberían marcar en la primera entre, al menos un gol, y aguantar las envestidas del rival en la segunda entrega. Solo un problema, gravísimo, que la escuadra de Juan Sabas fallase ante la puerta contraria y, para colmo de males, que el cuadro gallego se adelantase en el marcador. Y el peor de los augurios aconteció ayer en el Ruta de la Plata. Dos ocasiones, al menos, con el gol a milímetros de lograrse, para que el Zamora se adelantase en el marcador, y, en una buena acción colectiva visitante, tanto para Orense.
Sabas supo mover el banquillo, pero también forzado por la situación física de alguno de sus hombres esenciales, para enfrentar la segunda entrega. El técnico madrileño admitía que los 45 minutos del periodo definitivo fueron de lo peor de la temporada. Y quizá tenga razón. Pero, sin querer suturar heridas, los rojiblancos carecían de potencial físico para dominar al contrario y encerrarlo en su campo. El Zamora CF corrió mucho, pese a su falta de tono físico, en la segunda mitad. Se le echó huevos al asunto: se corrió mucho, se trabajó a destajo, pero todo sin raciocinio, sin lógica, con lo cual el cansancio fue en aumento. La carencia, no sé desde cuándo, de un director de orquesta en la medular rojiblanca, de un futbolista que ponga orden en la media, que imponga criterios inteligentes para parar, templar y mandar, sí, como en la tauromaquia, determina que en un partido como el de anoche los rojiblancos trabajen, pero sin recoger el fruto a su labor.
Tampoco ayer los numerosos córneres botados sobre el área gallega resultaron bien tocados, adecuadamente dirigidos. Creo que solo el que sacó Ramos y que dio lugar al gol del empate nació en un buen golpeo. Algo parecido sucedió con los centros desde ambas bandas, porque ninguno favoreció el remate a puerta de los hombres punta. Ni una sola bola franca para rubricar a la portería rival.
Sigo confiando en los criterios futbolísticos de Juan Sabas y asumo que hay buena plantilla, que debería potenciarse en este mercado de invierno para lograr la permanencia y, si es posible, aspirar a un premio al final de temporada. De momento, con numerosas bajas, escasa fortuna y errores individuales, tanto en ataque como en defensa, el Zamora ha mostrado capacidad para ganar a cualquier rival y un potencial semejante a la elite del grupo.
E. Navascués de Zubiría
Fotografía: Esteban Pedrosa
Sostengo que la media hora de prórroga en un partido es físicamente brutal, máxime si se juega entre semana tres días después de jugarse el encuentro del domingo y tres días antes de disputar el correspondiente de Liga. Con esta consideración, reflexioné, antes de enfrentarse al Orense, sobre cómo el Zamora CF podría salir vivo de esta confrontación y llegué a una conclusión. Los rojiblancos deberían marcar en la primera entre, al menos un gol, y aguantar las envestidas del rival en la segunda entrega. Solo un problema, gravísimo, que la escuadra de Juan Sabas fallase ante la puerta contraria y, para colmo de males, que el cuadro gallego se adelantase en el marcador. Y el peor de los augurios aconteció ayer en el Ruta de la Plata. Dos ocasiones, al menos, con el gol a milímetros de lograrse, para que el Zamora se adelantase en el marcador, y, en una buena acción colectiva visitante, tanto para Orense.
Sabas supo mover el banquillo, pero también forzado por la situación física de alguno de sus hombres esenciales, para enfrentar la segunda entrega. El técnico madrileño admitía que los 45 minutos del periodo definitivo fueron de lo peor de la temporada. Y quizá tenga razón. Pero, sin querer suturar heridas, los rojiblancos carecían de potencial físico para dominar al contrario y encerrarlo en su campo. El Zamora CF corrió mucho, pese a su falta de tono físico, en la segunda mitad. Se le echó huevos al asunto: se corrió mucho, se trabajó a destajo, pero todo sin raciocinio, sin lógica, con lo cual el cansancio fue en aumento. La carencia, no sé desde cuándo, de un director de orquesta en la medular rojiblanca, de un futbolista que ponga orden en la media, que imponga criterios inteligentes para parar, templar y mandar, sí, como en la tauromaquia, determina que en un partido como el de anoche los rojiblancos trabajen, pero sin recoger el fruto a su labor.
Tampoco ayer los numerosos córneres botados sobre el área gallega resultaron bien tocados, adecuadamente dirigidos. Creo que solo el que sacó Ramos y que dio lugar al gol del empate nació en un buen golpeo. Algo parecido sucedió con los centros desde ambas bandas, porque ninguno favoreció el remate a puerta de los hombres punta. Ni una sola bola franca para rubricar a la portería rival.
Sigo confiando en los criterios futbolísticos de Juan Sabas y asumo que hay buena plantilla, que debería potenciarse en este mercado de invierno para lograr la permanencia y, si es posible, aspirar a un premio al final de temporada. De momento, con numerosas bajas, escasa fortuna y errores individuales, tanto en ataque como en defensa, el Zamora ha mostrado capacidad para ganar a cualquier rival y un potencial semejante a la elite del grupo.
E. Navascués de Zubiría
Fotografía: Esteban Pedrosa
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