Lunes, 22 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Viernes, 13 de Diciembre de 2024
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Derribar la muralla de nuestra mentalidad colectiva

Ha tiempo descubrí que en Zamora cada minuto se convierte en 70 segundos. Ese extraño fenómeno cronológico implica viajar hacia el pretérito y, por ende, sentir y vivir en otro siglo. De ahí, que la mentalidad colectiva de los zamoranos se la propia de otra forma de pensar y reflexionar. Así nunca progresamos. Todo es reacción. Mantenemos tradiciones seculares, mascaradas, romerías, procesiones, porque no se ha avanzado, porque no se ha progresado. Se piensa como en el siglo XIX o principios de la pasada centuria. Si Zamora se hubiese industrializado, habría más familias obreras con otras actitudes más renovadoras, más reformadoras. Como el incipiente desarrollo industrial concluyó tras los traslados de Regojo y Reglero a otras zonas, Zamora siguió viajando en el túnel del tiempo a un pasado cada vez más remoto. Solo algunas empresas, loadas y avanzadas, basadas en la transformación de nuestras ricas materias primas, permanecen sosteniendo nuestro débil bagaje industrial.

 

Producto de esa mentalidad arcaica y pusilánime la decisión generalizada entre la juventud: ser funcionarios, sin correr riesgos en inversiones industriales. Todo joven que aspira a trabajar para el Estado, a mantener un sueldo regular hasta su jubilación, a cumplir con su horario de trabajo diario, se rige por una mentalidad absolutamente conservadora. Progresar es un verbo que acarrea riesgo, inseguridad y contingencias varias. Todo ser humano, quiérase o no, es conservador, porque sabe que su vida es efímera.

 

Zamora ha pasado de la dictadura a la transición a esta democracia, sistema más formal que profundo, sin darse cuenta. Se vive con más comodidad, merced a los avances de la ciencia. No se aran las tierras a la romana, los automóviles alcanzan mayores velocidades, con una gran seguridad, se viven más años y la medicina alcanzó un nivel extraordinario. Pero la mentalidad del zamorano medio sigue siendo propia de otros tiempos periclitados. He exigido siempre que el Ministerio de Cultura restaure los lienzos defensivos medievales de nuestra ciudad, pero hay una muralla que nos impide avanzar, prosperar, asir el progreso: la que hemos edificado en nuestros cerebros, la mental.

 

Y, mientras la mayor parte de los zamoranos, los urbanos y los rurales, no derribe esa muralla levantada en el interior del cerebro, la del conformismo, la de la cobardía, la del miedo al poder, la de la apatía antropológica, que forma parte del ADN colectivo, Zamora seguirá viajando en el pasado. En efecto, nuestros minutos valen 70 segundos. Échese en cuenta los segundos perdidos en las 24 horas del día, en sus 1.440 minutos. Y después hagamos cálculos anuales. Ahí comprenderemos el porqué de la situación económica y demográfica de nuestra tierra.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

 

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