Cuando la luna llena debate con la cúpula de la Catedral sobre las cuitas de Zamora

Eugenio-Jesús de Ávila

Diálogo femenino en el cielo nocturno de Zamora entre la luna y la cúpula de la Catedral, mientras la torre observaba, sin decir pronunciar un solo verbo de piedra. Cuando Selene se preña de luz, se redondea, se convierte en objeto de poesía, el cogollo de la ciudad del Romancero peina sus cabellos de plata para coquetear con el cielo oscuro, seductor de almas líricas. Días de luz para debatir sobre las cuitas zamoranas.

La última luna llena del otoño de 2024 quiso despedirse de ese seno de esquemas de piedra, rúbrica del arquitecto medieval que construyó la última catedral románica de España para que acompañará el eterno Duero mientras las carpas lloraban lágrimas heladas entre las aguas gélidas de la bella Zamora. Los zamoranos, que gustan saludar a la concubina del sol, leyeron las estrofas que escribe con su pluma de luz plateada sobre las piedras del tiempo. Y editaron en formato de fotografía para el deleite de las almas sensibles.

Hay que saber cómo disfrutar de la belleza de nuestra ciudad con estos pequeños poemas que nos deja su naturaleza, el inefable universo y su legado monumental. La ciudad que fue la bien cercada, a lo largo de los siglos, fue castigada por las guerras, la insensibilidad del poder, la estupidez del vulgo y el olvido de sus hijos. Desde hace algún tiempo, hay zamoranos que trabajan para recuperar el rostro más bello de Zamora con los restos de su historia de piedra. Convencido estoy que Francisco Guarido nos dejará, allá en la primavera de 2027, cuando se corte la coleta política en el albero de la Casa de las Panaderas, una ciudad más hermosa, una muralla medieval más cercana a su pretérito y un casco histórico más digno, admirable y admirado. Quizá todavía no haya tiempo suficiente para mostrar una Zamora más hermosa durante Las Edades del Hombre, pero después, tanto el equipo de Gobierno municipal, como los grupos de la oposición, tendrán la obligación de modernizar y embellecer la ciudad que fue, que es y que será, como preciosa herencia para las futuras generaciones de zamoranos. Mientras, nuestra luna volverá a rondar, debatir y sonreír con las historias que la cúpula y la torre le cuenten sobre la ciudad del románico.