Está que se sale

   Probablemente se habla demasiado de política, ese chinarro o peñazo tajado que nos asedia con sus mangancias, un día sí y el siguiente de propina. Yendo, pues, a lo prosaico, el caso es que nuestra Zamora mínima se sale con sus mesones, cafeterías y establecimientos que lo petan, que lo degustan como si de una higuera a la breva se tratara, madurita y pletórica pese a la mucha añada, aun así dispuesta a recibir un dadivoso turisteo, actividad prometedora para la actual dirección… política, y también aquí se entiende, a la que, junto a mercadillos, chiringuitos y ferias basura o de tres al cuarto, parece fiarse el futuro de esta ciudad. Quizá sea casualidad, pero de pronto nuestra modesta urbe parece tocada por algo, un bonete, un tirolés o, mejor aún, la mano de algún diosecillo salido por no decir priápico, cuya ala y halo pudieran haberse convertido en auténtica bendición para público y ciudadanía, la poca que va quedando en estos ninguneados lares. Del modo que fuere, bienvenidas y bienhalladas las fiestas que se avecinan, cierto es que con precios desorbitados, pero al meneos sin mascarillas, vacunas y malditas pestes, excepción hecha de la política; un decir. En fin, paisanos, ¡a disfrutar y el año próximo que no falte! Claro está, con ala, tirolés o toca turística de sobradillo. Siquiera para ir tirando.