ZAMORANA
Pensamientos con ruido de fondo
Escucho desde casa los sopladores de hojas funcionando a toda máquina para dejar las calles expeditas de esta alfombra amarilla que cae de los árboles tras dejarlos a la intemperie y, al verlos así, desnudas sus ramas, sin cobijo donde guarecerse, se diría que es el frio quien los castiga si no fuera porque este estado natural propio de la época invernal dará lugar a los brotes verdes que veremos en la próxima primavera.
Me río al escribir lo de “brotes verdes” –Zapatero dixit-; ¡qué pena que algunas expresiones acaben denostadas por utilizarse en bocas perversas! y nos recuerden, una vez más, promesas de un avance económico o social que no se ha producido; y que voces similares insistan en que “la economía va como un cohete” (en este caso acuña la frase nuestro inefable presidente Sánchez). Me pregunto por qué no eligen la prudencia antes de echar las campanas al vuelo e ilusionar al personal, aunque a estas alturas de la fiesta, creo que son pocos los ilusos que no desconfían de semejantes alharacas que suelen quedarse en nada.
Volviendo al tema inicial, mientras continúa el ruido de los aspiradores de hojas, los escaparates de las tiendas visten a sus maniquíes de brillo y lentejuela preparándose para las fiestas que se avecinan; porque si algo tienen de especial los festejos (sobre todo Nochevieja) es el brilli-brilli, que en esa noche nunca es exceso. Sin embargo, hay quienes estamos en contra de la Navidad como nos la presentan, alterando cada vez más las costumbres tradicionales e importando las de fuera: en noviembre fue Halloween, cuando aquí de toda la vida se ha conmemorado el Día de los Santos y siempre me ha parecido una incoherencia, como escribió con gran acierto Fernando Trías de Bes: “En el caso de Halloween, considero una falta de respeto a los difuntos disfrazarnos de zombis el día en que recordamos a los seres queridos que nos dejaron”. Totalmente de acuerdo.
El Black Friday y el Cyber Monday son ya dos fechas señaladas en el calendario para comprar con grandes ofertas y promociones en los días previos a la Navidad. Los Reyes Magos van perdiendo terreno en favor de Papá Noel; el pavo se incluye en las mesas dejando atrás nuestros propios platos, y no tardaremos en celebrar “Acción de Gracias”; tradiciones todas importadas de Estados Unidos que seguimos a pies juntillas, olvidando las nuestras propias.
Se ha hecho el silencio, la calle está impoluta, aunque mañana volverá a estar alfombrada con hojas amarillas. Me preparo para hacer la lista de la compra navideña, que ya voy tarde, donde prescindiré de todo exceso, porque considero que no son las comilonas lo que debe celebrarse en estas fechas.
Mª Soledad Martín Turiño
Escucho desde casa los sopladores de hojas funcionando a toda máquina para dejar las calles expeditas de esta alfombra amarilla que cae de los árboles tras dejarlos a la intemperie y, al verlos así, desnudas sus ramas, sin cobijo donde guarecerse, se diría que es el frio quien los castiga si no fuera porque este estado natural propio de la época invernal dará lugar a los brotes verdes que veremos en la próxima primavera.
Me río al escribir lo de “brotes verdes” –Zapatero dixit-; ¡qué pena que algunas expresiones acaben denostadas por utilizarse en bocas perversas! y nos recuerden, una vez más, promesas de un avance económico o social que no se ha producido; y que voces similares insistan en que “la economía va como un cohete” (en este caso acuña la frase nuestro inefable presidente Sánchez). Me pregunto por qué no eligen la prudencia antes de echar las campanas al vuelo e ilusionar al personal, aunque a estas alturas de la fiesta, creo que son pocos los ilusos que no desconfían de semejantes alharacas que suelen quedarse en nada.
Volviendo al tema inicial, mientras continúa el ruido de los aspiradores de hojas, los escaparates de las tiendas visten a sus maniquíes de brillo y lentejuela preparándose para las fiestas que se avecinan; porque si algo tienen de especial los festejos (sobre todo Nochevieja) es el brilli-brilli, que en esa noche nunca es exceso. Sin embargo, hay quienes estamos en contra de la Navidad como nos la presentan, alterando cada vez más las costumbres tradicionales e importando las de fuera: en noviembre fue Halloween, cuando aquí de toda la vida se ha conmemorado el Día de los Santos y siempre me ha parecido una incoherencia, como escribió con gran acierto Fernando Trías de Bes: “En el caso de Halloween, considero una falta de respeto a los difuntos disfrazarnos de zombis el día en que recordamos a los seres queridos que nos dejaron”. Totalmente de acuerdo.
El Black Friday y el Cyber Monday son ya dos fechas señaladas en el calendario para comprar con grandes ofertas y promociones en los días previos a la Navidad. Los Reyes Magos van perdiendo terreno en favor de Papá Noel; el pavo se incluye en las mesas dejando atrás nuestros propios platos, y no tardaremos en celebrar “Acción de Gracias”; tradiciones todas importadas de Estados Unidos que seguimos a pies juntillas, olvidando las nuestras propias.
Se ha hecho el silencio, la calle está impoluta, aunque mañana volverá a estar alfombrada con hojas amarillas. Me preparo para hacer la lista de la compra navideña, que ya voy tarde, donde prescindiré de todo exceso, porque considero que no son las comilonas lo que debe celebrarse en estas fechas.
Mª Soledad Martín Turiño



















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