DENUNCIA
Las pasarelas sobre la vía, abandonadas, sin limpieza ni mantenimiento
Los puentes, construidos para facilitar el tránsito, actualmente, en un estado de descuido
En el pasado, estas estructuras, concebidas para permitir el paso de personas de un lado al otro de la vía, ya presentaron problemas significativos, especialmente en épocas de lluvia. Un claro ejemplo fue la pasarela que conecta ambos lados de la vía cerca de la misma estación, donde una superficie de cemento mal diseñada provocaba la acumulación de agua sobre la zona de paso. Charcos que se extendían de lado a lado, obligando a los peatones a caminar obligatoriamente sobre ellos. Durante los inviernos, con las bajas temperaturas, el agua se congelaba, transformando el paso en una peligrosa pista resbaladiza. El problema fue resuelto años después, mediante la instalación de un sobrepiso de chapa, que solucionó parcialmente el defecto arquitectónico. Sin embargo, desde aquella intervención, no se ha realizado ninguna acción de mantenimiento en estas pasarelas. Esto incluye tanto la que conecta la calle Antón de Centenera (donde se ubica el mercadillo semanal) con la carretera de Villalpando, como la cercana a Cardenal Cisneros, que comunica con la calle Huertas de Arenales.
El abandono es evidente, los accesos acumulan suciedad en cantidades importantes, papeles, plásticos, botes y otros desperdicios se perpetúan en el suelo, convirtiendo las cercanías en pequeños basureros que resultan ostentosamente visibles, haciendo notar que las pasarelas carecen de cualquier tipo de limpieza regular. Más preocupante aún es la falta de mantenimiento, esencial para preservar estas infraestructuras y evitar su deterioro progresivo. Por ejemplo, algunas luminarias han desaparecido, dejando zonas en penumbra. Este problema, posiblemente causado por actos vandálicos o sustracciones, no solo afecta la iluminación sino que también deja hilos expuestos, generando un evidente riesgo de seguridad. Parece inconcebible, y resulta una temeridad que se tengan unos cables, hay varios en esta situación, a la altura de la mano de un niño que cruce, simplemente protegido con un trozo de cinta aislante. Además, las barandillas metálicas, que parecían robustas, presentan daños visibles, incluso faltan tramos completos, aumentando la peligrosidad para los usuarios. Es fundamental recordar que toda infraestructura pública debe contar con un plan mínimo de mantenimiento preventivo, para garantizar su funcionalidad y seguridad a lo largo del tiempo. Ignorar esto no solo incrementa los riesgos para los ciudadanos, sino que también puede derivar en costes mucho mayores en el futuro.

En el pasado, estas estructuras, concebidas para permitir el paso de personas de un lado al otro de la vía, ya presentaron problemas significativos, especialmente en épocas de lluvia. Un claro ejemplo fue la pasarela que conecta ambos lados de la vía cerca de la misma estación, donde una superficie de cemento mal diseñada provocaba la acumulación de agua sobre la zona de paso. Charcos que se extendían de lado a lado, obligando a los peatones a caminar obligatoriamente sobre ellos. Durante los inviernos, con las bajas temperaturas, el agua se congelaba, transformando el paso en una peligrosa pista resbaladiza. El problema fue resuelto años después, mediante la instalación de un sobrepiso de chapa, que solucionó parcialmente el defecto arquitectónico. Sin embargo, desde aquella intervención, no se ha realizado ninguna acción de mantenimiento en estas pasarelas. Esto incluye tanto la que conecta la calle Antón de Centenera (donde se ubica el mercadillo semanal) con la carretera de Villalpando, como la cercana a Cardenal Cisneros, que comunica con la calle Huertas de Arenales.
El abandono es evidente, los accesos acumulan suciedad en cantidades importantes, papeles, plásticos, botes y otros desperdicios se perpetúan en el suelo, convirtiendo las cercanías en pequeños basureros que resultan ostentosamente visibles, haciendo notar que las pasarelas carecen de cualquier tipo de limpieza regular. Más preocupante aún es la falta de mantenimiento, esencial para preservar estas infraestructuras y evitar su deterioro progresivo. Por ejemplo, algunas luminarias han desaparecido, dejando zonas en penumbra. Este problema, posiblemente causado por actos vandálicos o sustracciones, no solo afecta la iluminación sino que también deja hilos expuestos, generando un evidente riesgo de seguridad. Parece inconcebible, y resulta una temeridad que se tengan unos cables, hay varios en esta situación, a la altura de la mano de un niño que cruce, simplemente protegido con un trozo de cinta aislante. Además, las barandillas metálicas, que parecían robustas, presentan daños visibles, incluso faltan tramos completos, aumentando la peligrosidad para los usuarios. Es fundamental recordar que toda infraestructura pública debe contar con un plan mínimo de mantenimiento preventivo, para garantizar su funcionalidad y seguridad a lo largo del tiempo. Ignorar esto no solo incrementa los riesgos para los ciudadanos, sino que también puede derivar en costes mucho mayores en el futuro.





















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