ZAMORANA
Una parte de los jóvenes
Supongo que no se puede culpar a nadie por querer prosperar, dar a sus hijos una vida mejor y no vivir de acuerdo a los tiempos que nos tocan, donde prima el consumismo, el ocio, los viajes, la apariencia y el artificio, dejando muy poco espacio para cultivar la mente, valorar la cultura del esfuerzo y el trabajo, gestionar los sentimientos, luchar por ser una buena persona…etc. Ya sé que habrá quien diga que estas son sensaciones trasnochadas, fuera de época; pero no puedo por menos que hablar de ellas cuando escucho los anhelos de una gran parte de los jóvenes, posicionados en un egoísmo y una superficialidad que no les lleva a ninguna parte; aunque por fortuna no son todos así, y hay muchos otros que atesoran estudios, formación, trabajo duro, inquietudes, un civismo que sorprende por escaso en estos tiempos, además de muchas otras cualidades que les honran.
Si hoy me detengo en hablar del otro grupo es porque, viendo muchos programas de televisión, de diferentes cadenas, nos ofrecen un espectáculo poco menos que lamentable de un sector de la población juvenil que se centra en realities de parejas que practican el edredoning; sobreviven en islas donde las tentaciones son el cebo para poner a prueba su fidelidad; o ese otro de primeras citas en las que hombres y mujeres se hacen casi siempre las mismas preguntas para conocerse. En todos ellos prima la superficialidad, el morbo y el postureo en unas personas preocupadas por un aspecto físico impoluto según dicta la moda, que se traduce en estilismo, peluquería, tatuajes, manicuras etc. con objetivos como la música, el baile, los viajes y el gimnasio.
Me parecen pobres aspiraciones y, aunque los programas de televisión se miden por su audiencia, es obvio que este formato les renta porque son muchos sus seguidores; pese a que incumple las tres funciones principales de la televisión, que siempre han sido: informar, entretener y educar, con unos conceptos muy alejados de la coherencia de dichos propósitos, y eso sí me preocupa porque la tele, al igual que las redes sociales, son una ventana que entra en todas las mentes de una forma muy sencilla.
Ya se está estudiando el impacto negativo que causa en los niños el acceso a los dispositivos digitales abiertos, sin freno de contenidos, que les perjudica y maleduca tanto en el presente, como en sus futuras relaciones sociales. Hay que volver al mundo real, a los amigos reales con los que hablar o divertirse, no esos cientos virtuales que nadie conoce; hay que educar a los niños en casa y en el colegio, como toda la vida, para no fomentarles actitudes negativas que repercutirán en su formación; en definitiva, las nuevas tecnologías son un instrumento excelente, pero es preciso saber utilizarlas, hacer buen uso de ellas, y vigilar como las usan los más jóvenes.
Mª Soledad Martín Turiño
Supongo que no se puede culpar a nadie por querer prosperar, dar a sus hijos una vida mejor y no vivir de acuerdo a los tiempos que nos tocan, donde prima el consumismo, el ocio, los viajes, la apariencia y el artificio, dejando muy poco espacio para cultivar la mente, valorar la cultura del esfuerzo y el trabajo, gestionar los sentimientos, luchar por ser una buena persona…etc. Ya sé que habrá quien diga que estas son sensaciones trasnochadas, fuera de época; pero no puedo por menos que hablar de ellas cuando escucho los anhelos de una gran parte de los jóvenes, posicionados en un egoísmo y una superficialidad que no les lleva a ninguna parte; aunque por fortuna no son todos así, y hay muchos otros que atesoran estudios, formación, trabajo duro, inquietudes, un civismo que sorprende por escaso en estos tiempos, además de muchas otras cualidades que les honran.
Si hoy me detengo en hablar del otro grupo es porque, viendo muchos programas de televisión, de diferentes cadenas, nos ofrecen un espectáculo poco menos que lamentable de un sector de la población juvenil que se centra en realities de parejas que practican el edredoning; sobreviven en islas donde las tentaciones son el cebo para poner a prueba su fidelidad; o ese otro de primeras citas en las que hombres y mujeres se hacen casi siempre las mismas preguntas para conocerse. En todos ellos prima la superficialidad, el morbo y el postureo en unas personas preocupadas por un aspecto físico impoluto según dicta la moda, que se traduce en estilismo, peluquería, tatuajes, manicuras etc. con objetivos como la música, el baile, los viajes y el gimnasio.
Me parecen pobres aspiraciones y, aunque los programas de televisión se miden por su audiencia, es obvio que este formato les renta porque son muchos sus seguidores; pese a que incumple las tres funciones principales de la televisión, que siempre han sido: informar, entretener y educar, con unos conceptos muy alejados de la coherencia de dichos propósitos, y eso sí me preocupa porque la tele, al igual que las redes sociales, son una ventana que entra en todas las mentes de una forma muy sencilla.
Ya se está estudiando el impacto negativo que causa en los niños el acceso a los dispositivos digitales abiertos, sin freno de contenidos, que les perjudica y maleduca tanto en el presente, como en sus futuras relaciones sociales. Hay que volver al mundo real, a los amigos reales con los que hablar o divertirse, no esos cientos virtuales que nadie conoce; hay que educar a los niños en casa y en el colegio, como toda la vida, para no fomentarles actitudes negativas que repercutirán en su formación; en definitiva, las nuevas tecnologías son un instrumento excelente, pero es preciso saber utilizarlas, hacer buen uso de ellas, y vigilar como las usan los más jóvenes.
Mª Soledad Martín Turiño























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