ZAMORANA
Peticiones a los Reyes Magos
Como pedir no cuesta y es tiempo de soñar, voy a permitirme el lujo de pedir algunas cosillas a los Reyes Magos en este año 2025 que ya asoma.
Lo primero, y no es baladí, sería desear que hubiera paz en el mundo. Esa frase tan manida, tan de misses, cobra más sentido que nunca en estos días cuando Medio Oriente padece guerras interminables en Iraq, Siria, Yemen o Libia, a las que se añaden un conflicto entre Israel y Palestina que lleva ya cinco guerras, y otro más cercano a nosotros entre Rusia y Ucrania que dura casi tres años. Todos estos enfrentamientos están costando miles de muertos, un sinfín de heridos, destrucción de ciudades y asentamientos, violencia desatada, desolación, hambruna…y cuando terminen, habrá un coste económico y social incalculable para reconstruir ciudades arrasadas y personas con secuelas físicas y psicológicas que mantendrán de por vida.
Por todos esos motivos, y porque la guerra no tendría sentido si no persiguieran aquellos que la promueven un fin especulativo, no olvidemos que hay países que se enriquecen a costa de vender armamento, es mi primer deseo, el más importante; pero ¡son tantas las peticiones que se me ocurren!
Otro objetivo que plantearía para el nuevo año, y ya centrándome en nuestro país, es que sea generoso y riegue a la gente con una lluvia de sensatez; que se imponga la cordura, el buen juicio y la prudencia que parecen haber desaparecido del mapa político; que olvidemos la confrontación, el egoísmo y la corrupción que tanto mal nos ha hecho; que los gobernantes miren más por el bien del pueblo y menos por sí mismos; que cumplan las promesas y no se ralenticen las ayudas debido a una burocracia excesiva (pienso en los afectados por la DANA: promesas, promesas y poca realidad; ayudas que no llegan, trabajos de limpieza demasiado lentos… y mientras tanto la gente sufriendo, sin casas, sin trabajos y sin vislumbrar un horizonte).
No olvido el problema de la inmigración que nadie quiere abordar seriamente y para nuestro país es una herida sangrante, con más de 46.000 personas que han arribado a Canarias durante este año arriesgando sus vidas, aparte de los que han quedado en el mar y no han logrado terminar la travesía. La crisis migratoria se agrava por días y el gobierno central desoye a las autoridades locales cuando piden ayuda porque sus instalaciones están desbordadas. Hablamos de seres humanos que continúan a la deriva, aunque sus cayucos hayan llegado a la isla.
¡Son tantas las peticiones que se me ocurren!
Pediría a los Reyes, que son Magos, que hicieran magia con los pueblos vaciados de España y volvieran a florecer: que se poblaran de gente, que hubiese trabajo, que se instalaran fábricas; que la ganadería y la agricultura volvieran a ser el motor del sector rural…
Pediría que los jóvenes no carecieran de una vivienda digna, algo a lo que tienen derecho según la Constitución; que la Inteligencia Artificial se utilizara únicamente con buenos fines; que dejemos de lado lo que tienen de pernicioso las nuevas tecnologías cuando son utilizadas por menores; que no nos aislemos y salgamos a la calle para volver a las reuniones de amigos, las de toda la vida, alejándonos de esos otros virtuales, que no tienen alma.
Pediría que se erradicara la pobreza, una lacra silenciada en esta España del siglo XXI, que terminaran las colas del hambre, que todo el mundo pudiera tener un trabajo y con él un sueldo que les permitiera no bajar la cabeza al pedir ayudas para sobrevivir.
¡Son tantas las peticiones que se me ocurren!
Me he permitido exponer solo algunas, no sé si las más importantes, pero si los Reyes, que son Magos, las hicieran realidad… además, pedir no cuesta y es tiempo de soñar.
Mª Soledad Martín Turiño
Como pedir no cuesta y es tiempo de soñar, voy a permitirme el lujo de pedir algunas cosillas a los Reyes Magos en este año 2025 que ya asoma.
Lo primero, y no es baladí, sería desear que hubiera paz en el mundo. Esa frase tan manida, tan de misses, cobra más sentido que nunca en estos días cuando Medio Oriente padece guerras interminables en Iraq, Siria, Yemen o Libia, a las que se añaden un conflicto entre Israel y Palestina que lleva ya cinco guerras, y otro más cercano a nosotros entre Rusia y Ucrania que dura casi tres años. Todos estos enfrentamientos están costando miles de muertos, un sinfín de heridos, destrucción de ciudades y asentamientos, violencia desatada, desolación, hambruna…y cuando terminen, habrá un coste económico y social incalculable para reconstruir ciudades arrasadas y personas con secuelas físicas y psicológicas que mantendrán de por vida.
Por todos esos motivos, y porque la guerra no tendría sentido si no persiguieran aquellos que la promueven un fin especulativo, no olvidemos que hay países que se enriquecen a costa de vender armamento, es mi primer deseo, el más importante; pero ¡son tantas las peticiones que se me ocurren!
Otro objetivo que plantearía para el nuevo año, y ya centrándome en nuestro país, es que sea generoso y riegue a la gente con una lluvia de sensatez; que se imponga la cordura, el buen juicio y la prudencia que parecen haber desaparecido del mapa político; que olvidemos la confrontación, el egoísmo y la corrupción que tanto mal nos ha hecho; que los gobernantes miren más por el bien del pueblo y menos por sí mismos; que cumplan las promesas y no se ralenticen las ayudas debido a una burocracia excesiva (pienso en los afectados por la DANA: promesas, promesas y poca realidad; ayudas que no llegan, trabajos de limpieza demasiado lentos… y mientras tanto la gente sufriendo, sin casas, sin trabajos y sin vislumbrar un horizonte).
No olvido el problema de la inmigración que nadie quiere abordar seriamente y para nuestro país es una herida sangrante, con más de 46.000 personas que han arribado a Canarias durante este año arriesgando sus vidas, aparte de los que han quedado en el mar y no han logrado terminar la travesía. La crisis migratoria se agrava por días y el gobierno central desoye a las autoridades locales cuando piden ayuda porque sus instalaciones están desbordadas. Hablamos de seres humanos que continúan a la deriva, aunque sus cayucos hayan llegado a la isla.
¡Son tantas las peticiones que se me ocurren!
Pediría a los Reyes, que son Magos, que hicieran magia con los pueblos vaciados de España y volvieran a florecer: que se poblaran de gente, que hubiese trabajo, que se instalaran fábricas; que la ganadería y la agricultura volvieran a ser el motor del sector rural…
Pediría que los jóvenes no carecieran de una vivienda digna, algo a lo que tienen derecho según la Constitución; que la Inteligencia Artificial se utilizara únicamente con buenos fines; que dejemos de lado lo que tienen de pernicioso las nuevas tecnologías cuando son utilizadas por menores; que no nos aislemos y salgamos a la calle para volver a las reuniones de amigos, las de toda la vida, alejándonos de esos otros virtuales, que no tienen alma.
Pediría que se erradicara la pobreza, una lacra silenciada en esta España del siglo XXI, que terminaran las colas del hambre, que todo el mundo pudiera tener un trabajo y con él un sueldo que les permitiera no bajar la cabeza al pedir ayudas para sobrevivir.
¡Son tantas las peticiones que se me ocurren!
Me he permitido exponer solo algunas, no sé si las más importantes, pero si los Reyes, que son Magos, las hicieran realidad… además, pedir no cuesta y es tiempo de soñar.
Mª Soledad Martín Turiño



















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