Manuel Herrero
Miércoles, 01 de Enero de 2025
DENUNCIA

Otra nochevieja más, con chicos, chicas y demás

Por cinco euros la entrada, el coste de la consumición, los cincuenta euros pos siete copas, o los setenta del cotillón, que podían ascender hasta los 900 nada menos en su sala VIP, había precios para todas las preferencias, en nochevieja. Muchos zamoranos dieron la bienvenida al nuevo año fuera de casa. Las calles se llenaron de jóvenes y gente de ms edad, vestidos para la ocasión, trajes para chicos y vestidos elegantes para chicas, aunque no faltaron quienes eligieron atuendos más informales, tipo chándal, anticipándose a los inevitables accidentes con las bebidas que suelen acabar sobre la ropa, aunque no suele pasar con la primera copa. Descendían los grados en la calles, subían en los locales. Sin embargo, el ambiente festivo en el centro de la ciudad fue menos intenso que en años anteriores. Menos locales abiertos y la desaparición de zonas emblemáticas, como la Costanilla, han reducido considerablemente las opciones para salir a celebrar.

 

En contrapartida, muchos optaron por desplazarse a municipios cercanos, donde los quintos agradecen la participación en sus tradicionales bailes, o a salas de fiesta en las afueras de la ciudad. También creció el número de celebraciones en locales privados, una alternativa comprensible por tratarse de una noche especial, pero que acarrea los mismos problemas que los establecimientos públicos, ruido, aglomeraciones y problemas en las inmediaciones. Uno de los mayores inconvenientes sigue siendo la falta de civismo en algunos casos. A pesar de que todos los locales cuentan con baños, las calles se convierten en urinarios improvisados, agravando el problema en noches de alta afluencia como esta. Cosa que se ocurre todos los fines de semana, aunque en esta ocasión, el número de participantes y la bebida ingerida, agraven notablemente la situación. Aunque los servicios de limpieza actúan con eficacia en el centro, las zonas periféricas suelen quedar relegadas, ya que no se puede llegar a todas partes. Los cristales rotos son retirados por los barrenderos, pero otros residuos líquidos, permanecen hasta que la lluvia, que lleva meses sin aparecer, ayude a que no se note tanto. Por otro lado, este año afortunadamente se percibió una notable disminución en el uso de petardos, cosa que se agradece por los daños que causan a personas enfermas y animales. Una pequeña victoria.

 

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