
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Cuentos y cuentas políticas para una Zamora apática y cándida
Eugenio-Jesús de Ávila
Nunca me ha gustado eso de aprovechar los Reyes Magos para redactar artículos-cartas pidiéndoles utopías para Zamora, cuando nuestra ciudad vive una ucronía, lo que pudo ser y no fue, la urbe de la frustración. Por supuesto, a los políticos que dicen representarnos en Senado, Congreso de los Diputados y Cortes de Castilla y León, cuando solo, o tanto, son comerciales publicitarios de sus partidos, botarates, gente sin ninguna idea alta en la chaveta, tampoco se les puede pedir nada, porque no nos harán caso alguno. Después, cuando toquen elecciones, ellos nos pedirán el voto con promesas que nunca se cumplirán, pero el vulgo seguirá votando, sin saber que no elige, que solo rubrica una firma para que la casta política sigue prostituyendo instituciones públicas, todas, algunas, de momento, no se dejan.
He escrito tanto, hasta con reiteración, sobre las cuitas que padece nuestra tierra, casi desde el principio de la democracia, que parezco el Bautista predicando en el desierto. Pero no sé hacer otra cosa que escribir cartas de amor y prosa poética dedicada a Zamora. Casi siempre mis artículos se acercan a las elegías. Sí. Me lamento de que no hayamos tenido ni un solo político con agallas en las cámaras, alta y baja, del Estado, que diera la cara por su provincia, que dimitiera si el gobierno correspondiente, cuando era el suyo, dirigía las inversiones del Estado a otras provincias, permitiendo que Zamora cabalgase hacia el desierto demográfico. ¡Qué se ha hecho desde esa cosa bautizada como Reto Demográfico para detener esta sangría poblacional de estos 10.500 km2 que llevan el nombre de Zamora! Nada. Palabrería. Frases huecas para ignorantes que no se enteran de nada, que votan por inercia, que viven devorando apatía.
No asistí esta semana a una rueda de prensa de Fagúndez, diputado nacional del PSOE por nuestra provincia. Habló de Monte la Reina y una próxima visita de la ministra de la cosa, doña Margarita Robles, y que licitaciones para evitar que el tráfico atraviese Alcañices y Fonfría. Perfecto. Llevamos con esta vergüenza toda una vida, desde que Aznar fue alférez, Rajoy opositaba y Zapatero se arreglaba las cejas. Pero, que yo sepa, nadie le preguntó al caballero socialista una sencilla cuestión, por fijar una fecha, al menos ¿Cuándo cree usted que la N-122 entre la capital de la provincia y la frontera lusa se transforme en autovía? Por qué nadie le preguntó, ni tampoco los diputados y los senadores del PP al Gobierno, cuándo la nacional que atraviesa el Puente de la Estrella seguirá soportando estas condiciones como si aún viviéramos en el franquismo. Ahí nada ha cambiado. Todo sigue igual. Como somos zamoranos, al parecer, -es creencia política, a derecha e izquierda- soportamos agravios, humillaciones, olvidos. Zamora no necesita inversiones. Silencio. Nadie pide nada. De vez en cuando, que el Gobierno pague algo del nuevo Museo de la Semana Santa. Y poco más. En esta provincia se cobran las pensiones más pobres de España y todavía se jactan de que se van a subir no sé qué tanto por ciento. Las gentes de esta tierra están tan acostumbradas a perder que ganar las ofendería. Cuentos y cuentas políticos para una Zamora apática y cándida.
Solo me atrevería a escribirle una carta a los Reyes, que deberían ser más magos que nunca, para que nos regalaran un periodo constituyente, que redactara una nueva Carta Magna con el objetivo de cambiar la actual, e injusta Ley Electoral, y la división radical de los tres poderes del Estado. Me echarán carbón. Perdón. Tampoco: contamina la atmósfera.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nunca me ha gustado eso de aprovechar los Reyes Magos para redactar artículos-cartas pidiéndoles utopías para Zamora, cuando nuestra ciudad vive una ucronía, lo que pudo ser y no fue, la urbe de la frustración. Por supuesto, a los políticos que dicen representarnos en Senado, Congreso de los Diputados y Cortes de Castilla y León, cuando solo, o tanto, son comerciales publicitarios de sus partidos, botarates, gente sin ninguna idea alta en la chaveta, tampoco se les puede pedir nada, porque no nos harán caso alguno. Después, cuando toquen elecciones, ellos nos pedirán el voto con promesas que nunca se cumplirán, pero el vulgo seguirá votando, sin saber que no elige, que solo rubrica una firma para que la casta política sigue prostituyendo instituciones públicas, todas, algunas, de momento, no se dejan.
He escrito tanto, hasta con reiteración, sobre las cuitas que padece nuestra tierra, casi desde el principio de la democracia, que parezco el Bautista predicando en el desierto. Pero no sé hacer otra cosa que escribir cartas de amor y prosa poética dedicada a Zamora. Casi siempre mis artículos se acercan a las elegías. Sí. Me lamento de que no hayamos tenido ni un solo político con agallas en las cámaras, alta y baja, del Estado, que diera la cara por su provincia, que dimitiera si el gobierno correspondiente, cuando era el suyo, dirigía las inversiones del Estado a otras provincias, permitiendo que Zamora cabalgase hacia el desierto demográfico. ¡Qué se ha hecho desde esa cosa bautizada como Reto Demográfico para detener esta sangría poblacional de estos 10.500 km2 que llevan el nombre de Zamora! Nada. Palabrería. Frases huecas para ignorantes que no se enteran de nada, que votan por inercia, que viven devorando apatía.
No asistí esta semana a una rueda de prensa de Fagúndez, diputado nacional del PSOE por nuestra provincia. Habló de Monte la Reina y una próxima visita de la ministra de la cosa, doña Margarita Robles, y que licitaciones para evitar que el tráfico atraviese Alcañices y Fonfría. Perfecto. Llevamos con esta vergüenza toda una vida, desde que Aznar fue alférez, Rajoy opositaba y Zapatero se arreglaba las cejas. Pero, que yo sepa, nadie le preguntó al caballero socialista una sencilla cuestión, por fijar una fecha, al menos ¿Cuándo cree usted que la N-122 entre la capital de la provincia y la frontera lusa se transforme en autovía? Por qué nadie le preguntó, ni tampoco los diputados y los senadores del PP al Gobierno, cuándo la nacional que atraviesa el Puente de la Estrella seguirá soportando estas condiciones como si aún viviéramos en el franquismo. Ahí nada ha cambiado. Todo sigue igual. Como somos zamoranos, al parecer, -es creencia política, a derecha e izquierda- soportamos agravios, humillaciones, olvidos. Zamora no necesita inversiones. Silencio. Nadie pide nada. De vez en cuando, que el Gobierno pague algo del nuevo Museo de la Semana Santa. Y poco más. En esta provincia se cobran las pensiones más pobres de España y todavía se jactan de que se van a subir no sé qué tanto por ciento. Las gentes de esta tierra están tan acostumbradas a perder que ganar las ofendería. Cuentos y cuentas políticos para una Zamora apática y cándida.
Solo me atrevería a escribirle una carta a los Reyes, que deberían ser más magos que nunca, para que nos regalaran un periodo constituyente, que redactara una nueva Carta Magna con el objetivo de cambiar la actual, e injusta Ley Electoral, y la división radical de los tres poderes del Estado. Me echarán carbón. Perdón. Tampoco: contamina la atmósfera.
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