
DENUNCIAS
La mesa de Casa Mohína y otras más, en el mismo caso
Se coloca nuevo mobiliario urbano, pero se deja de reponer el existente necesitado de reparación
Con relativa frecuencia se informa sobre la colocación de nuevo mobiliario urbano, como papeleras innovadoras, bancos llamativos y, por supuesto, mesas situadas en puntos donde antes no había nada. Todo esto es bienvenido, porque siempre es mejor que sobre a que falte. Nunca se sabe cuándo puede ser necesario, esté donde esté.
Cuando estos elementos se instalan en lugares donde antes no existía nada, llaman poderosamente la atención, porque se hacen notar. Ahora bien, lo que ya no recibe tanta publicidad es la renovación del mobiliario existente. Aunque este puede estar sujeto a reparaciones debido al uso, llega un momento en el que, por el desgaste excesivo, bien por uso, o tal vez consecuencia de vandalismo, o el fin de su vida útil, se hace necesario sustituirlo por completo.
Es en este punto es donde queremos poner énfasis, ya que esta renovación, muchas veces, no ocurre. Hay numerosos casos que ilustran esta situación, pero basta con señalar uno. Los vecinos del parque de la Casa Mohína, situado junto a la calle del mismo nombre, donde terminan las viviendas de San José Obrero y comienza un amplio descampado, llevaban tiempo denunciando el mal estado de la mesa, la que había, ubicada en ese lugar. No les faltaba razón.
Es evidente cómo varias tablas presentan en sus extremos los estragos del paso del tiempo: están abiertas y, en algunos casos, en condiciones peligrosas. Esto es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que en las inmediaciones hay una zona de juegos infantiles, lo que aumenta el riesgo de que alguien pueda sufrir un accidente al clavarse una astilla, por descuido.
Pues bien, la sorpresa para los que frecuentan la zona surgió. Se procedía a colocar una nueva mesa, a pocos metros de donde se encontraba la ampliamente dañada. Podría valer como respuesta, que se colocara una nueva, pro esta no venía a sustituir a la que no es recomendable utilizar, sino que llegaba para aumentar el número de una a dos, porque la vieja, sigue en el mismo sitio , y planteando los mimos problemas de seguridad.
Manuel Herrero Alonso
Con relativa frecuencia se informa sobre la colocación de nuevo mobiliario urbano, como papeleras innovadoras, bancos llamativos y, por supuesto, mesas situadas en puntos donde antes no había nada. Todo esto es bienvenido, porque siempre es mejor que sobre a que falte. Nunca se sabe cuándo puede ser necesario, esté donde esté.
Cuando estos elementos se instalan en lugares donde antes no existía nada, llaman poderosamente la atención, porque se hacen notar. Ahora bien, lo que ya no recibe tanta publicidad es la renovación del mobiliario existente. Aunque este puede estar sujeto a reparaciones debido al uso, llega un momento en el que, por el desgaste excesivo, bien por uso, o tal vez consecuencia de vandalismo, o el fin de su vida útil, se hace necesario sustituirlo por completo.
Es en este punto es donde queremos poner énfasis, ya que esta renovación, muchas veces, no ocurre. Hay numerosos casos que ilustran esta situación, pero basta con señalar uno. Los vecinos del parque de la Casa Mohína, situado junto a la calle del mismo nombre, donde terminan las viviendas de San José Obrero y comienza un amplio descampado, llevaban tiempo denunciando el mal estado de la mesa, la que había, ubicada en ese lugar. No les faltaba razón.
Es evidente cómo varias tablas presentan en sus extremos los estragos del paso del tiempo: están abiertas y, en algunos casos, en condiciones peligrosas. Esto es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que en las inmediaciones hay una zona de juegos infantiles, lo que aumenta el riesgo de que alguien pueda sufrir un accidente al clavarse una astilla, por descuido.
Pues bien, la sorpresa para los que frecuentan la zona surgió. Se procedía a colocar una nueva mesa, a pocos metros de donde se encontraba la ampliamente dañada. Podría valer como respuesta, que se colocara una nueva, pro esta no venía a sustituir a la que no es recomendable utilizar, sino que llegaba para aumentar el número de una a dos, porque la vieja, sigue en el mismo sitio , y planteando los mimos problemas de seguridad.
Manuel Herrero Alonso
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