Jueves, 06 de Noviembre de 2025

Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Viernes, 10 de Enero de 2025
ATENEO

Prior in tempore, potior in iure

Alfonso J. Vázquez Vaamonde

Eso decían los romanos: el más antiguo es el que tiene más derecho. Los romanos disfrutaban del arte nacido de la imaginación libre. Por respetar la libertad y la democracia acabaron con la monarquía etrusca. Instaurada la república mataron César porque dio un golpe de Estado militar, Otros lo disfrutar. Su democracia también era divina; por eso construyeron un Panteón, del griego “todos los dioses”, una iglesia común donde cada uno podía adorar al extraterrestre en el que creyera junto a los demás que adoraban al suyo.

 

Los solsticios son una realidad natural. En diciembre empiezan a ser más largos los días y en junio empiezan a acortarse. Ese hecho natural se convirtió en sagrado en todas las civilizaciones y se hacían fiestas diversas. En el solsticio de verano el sol cae perpendicularmente sobre el ojo del Panteón de Roma. Las hogueras se encendían en esa noche en honor al sol y se saltaban un número impar de veces, con preferencia tres o siete que son los dos los números más mágicos

 

En el solsticio de invierno, las fiestas Brumales eran en honor de Baco. Es evidente que la gente lo pasaba bien. Las Saturnales eran en honor de Saturno, dios de las semillas, de la siembra y del tiempo. Se le pedía una buena cosecha. No trabajar esos días hacía feliz a todos. Los egipcios sacaban una imagen de Horus, un niño recién nacido de una virgen, Isis, que lo había tenido milagrosamente tras ser asesinado su marido Osiris por su hermano. ¿Les suena algo eso del nacimiento virginal y del fratricidio por envidias?

 

En el año 350 el Papa Julio I propuso celebrar el aniversario del nacimiento de Cristo en la fecha de las Saturnales. Otro Papa, Liberio, decretó en el 358 que el 25.12 se celebrara el nacimiento de Cristo, aunque nadie sabía cuándo había nacido. Se “justificó” porque Cristo era la luz del mundo y el solsticio de invierno aumenta la luz de cada día. Fue un buen marketing: falsear esa celebración de la naturaleza y quedársela como si fuera propia

 

Me han dicho que ahora hay gente en España que sigue la moda de los integristas religiosos fanáticos de los EEUU que “se sienten agredidos” si las personas de buen corazón les desean unas “felices fiesta” en estos días de asueto. Yo lo deseaba a mis compañeros de trabajo cada viernes. ¿Qué clase de desvarío mental sufren esas personas? ¿De qué agresión hablan? ¿Qué daño les hace ese deseo universal de felicidad durante un fin de semana disfrutando con sus amigos cuarenta y ocho horas seguidas? ¿Les molestan los días de fiesta? ¿Les molesta que queramos ser felices? Supongo que las dos cosas juntas les deben de irritar muchísimo más.

 

Cuando haya puente supongo que echaran espumarajos de rabia: desear cuatro días felices les debe de parecer insoportable. Y en Semana Santa tampoco podrán soportar que no nos pasemos cuatro días como esos fanáticos de “los picaos” que se azotan con una bola de cera virgen con seis cristales incrustados de dos en dos dándose doce pinchazos. Muchos pecados habrán cometido para necesitar tanta penitencia. Es peor que esos otros que se ponen cadenas con bola y todo como en los tebeos. ¿De verdad creen que a su dios eso le parce bien y no una salvajada?

 

Que a alguien le moleste que le deseemos que pase unas felices fiestas es indicio de desvarío mental. Me recuerdan a Scrooge, el protagonista del “Cuento de Navidad” de Dickens; al final acaba bien. Desde entonces en Inglaterra Scrooge describe a los misántropos y capitalistas avariciosos que odian a sus semejantes, varones y mujeres, que intentan ser felices con lo poco que les dejan. ¿O quizá les mortifica que también se les incluya en nuestro deseo de que sean felices? Eso, y lo de sentirse agredidos es ya un indicio más grave.

 

¡Nos roban la Navidad!, dicen. Además de misántropos ignoran la historia. Los solsticios los celebran todas las sociedades mucho antes de que Cristo viniera a este mundo, como Horus, también de una madre virgen. Cada sociedad los dedica al dios extraterrestre en el que cree. Nadie es propietario de esos días de los solsticios. Son días de la Naturaleza. Que cada uno celebre como le haga más feliz y deje que los demás sean felices como les guste serlo. ¡Y a vivir, que son dos días!

 

Terminemos las fiestas felices y contentos y disfrutemos de los regalos. ¡Felix vobiscum!

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