IDA Y VUELTA
Lo relativo del tiempo
Laura Fernández Salvador
¿Cuánto dura una hora, una semana, una estación, un año? En la sala de espera de Urgencias del Virgen de la Concha, el tiempo se ralentiza a mínimos. Lo mismo pasa con el tiempo invertido cuando conduces por alguna travesía de las obras de Humanización, que pasa muy despacio y si, además, llevas prisa, el tiempo se retarda aún más, si es posible.
Sin embargo, mis veranos en el pueblo duran muy poco, igual que los paseos con mi padre por Zamora o el día de mi cumpleaños. Tampoco duran mucho los cafés con mis amigas y ver crecer a mi hija… eso va a doble velocidad.
Qué poco duran los abrazos largos de la gente a la que queremos y cuánto duran las ofensas, algunas toda una vida con tan solo un par de frases mal dichas.
Qué poquito tiempo duraron las Navidades con mis abuelos, los desayunos con mi hermano en Madrid, las fiestas en Salamanca, los paseos con Moyo. Qué rápido pasaron los primeros viajes con mi pareja, Granada, Asturias y Galicia. Cómo ha volado el tiempo desde que soy madre.
Y que larga fue la pandemia. Las mascarillas, las restricciones y estar encerrados. Eso rápido no pasó.
Si echo la vista atrás, regreso a escenarios que pasaron hace muy poco tiempo, pero hace ya bastantes años. Vuelvo a Salamanca, a la Universidad, de la que este año hace veinte que finalicé la carrera, y de la que acabo de recibir una invitación a un grupo de antiguos alumnos para hacer algún festejo. Vuelvo a Uruguay, a Madrid y hasta a Zamora, pero en otro tiempo y otro siglo, aunque hace muy poquito.
Y qué despacio parecía que pasaba todo, especialmente en los tragos amargos. Pero que rápido pasó, lo bueno y lo malo, viéndolo desde la distancia.
El tiempo arrasa con todo, y con todos. También con nosotros y con los nuestros, que no estaremos aquí cuando se acabe. Así que cuidado con desear que pase el tiempo, aunque solo sea para atajar al fin de semana o a las vacaciones.
Qué relativo es nuestro tiempo. A veces va más lento, a veces más rápido, pero, por suerte o por desgracia, pasa. Eso es irremediable y real. Todo el tiempo acaba pasando.
¿Cuánto dura una hora, una semana, una estación, un año? En la sala de espera de Urgencias del Virgen de la Concha, el tiempo se ralentiza a mínimos. Lo mismo pasa con el tiempo invertido cuando conduces por alguna travesía de las obras de Humanización, que pasa muy despacio y si, además, llevas prisa, el tiempo se retarda aún más, si es posible.
Sin embargo, mis veranos en el pueblo duran muy poco, igual que los paseos con mi padre por Zamora o el día de mi cumpleaños. Tampoco duran mucho los cafés con mis amigas y ver crecer a mi hija… eso va a doble velocidad.
Qué poco duran los abrazos largos de la gente a la que queremos y cuánto duran las ofensas, algunas toda una vida con tan solo un par de frases mal dichas.
Qué poquito tiempo duraron las Navidades con mis abuelos, los desayunos con mi hermano en Madrid, las fiestas en Salamanca, los paseos con Moyo. Qué rápido pasaron los primeros viajes con mi pareja, Granada, Asturias y Galicia. Cómo ha volado el tiempo desde que soy madre.
Y que larga fue la pandemia. Las mascarillas, las restricciones y estar encerrados. Eso rápido no pasó.
Si echo la vista atrás, regreso a escenarios que pasaron hace muy poco tiempo, pero hace ya bastantes años. Vuelvo a Salamanca, a la Universidad, de la que este año hace veinte que finalicé la carrera, y de la que acabo de recibir una invitación a un grupo de antiguos alumnos para hacer algún festejo. Vuelvo a Uruguay, a Madrid y hasta a Zamora, pero en otro tiempo y otro siglo, aunque hace muy poquito.
Y qué despacio parecía que pasaba todo, especialmente en los tragos amargos. Pero que rápido pasó, lo bueno y lo malo, viéndolo desde la distancia.
El tiempo arrasa con todo, y con todos. También con nosotros y con los nuestros, que no estaremos aquí cuando se acabe. Así que cuidado con desear que pase el tiempo, aunque solo sea para atajar al fin de semana o a las vacaciones.
Qué relativo es nuestro tiempo. A veces va más lento, a veces más rápido, pero, por suerte o por desgracia, pasa. Eso es irremediable y real. Todo el tiempo acaba pasando.




















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