LA ENTREVISTA
Miguel Álvarez, Inadaptado: “Hay que tener claro que el objetivo de hacer música es hacer música”
Entrevistamos al músico zamorano, artífice del exitoso espectáculo de la Nochenueva.
“El inadaptado Miguel Álvarez”, así comenzaba el titular que por casualidad dio el distintivo a uno de nuestros músicos más conocidos y queridos en Zamora, “Inadaptado”. Miguel Álvarez no se rige por las modas, sino por lo que él siente, y así lo hace llegar a la gente. Es posible que ese sea el secreto de su éxito, su autenticidad. Música en directo, creaciones para todos los públicos y mucha pasión por lo que hace, sin esperar llenar el Santiago Bernabéu, así vive y siente Miguel. Nos citamos con él en los salones del bar restaurante el Horno para mantener una charla con este inadaptado zamorano, que ha cosechado grandes éxitos, entre los que destaca la reciente Nochenueva zamorana, aunque asegura que se siente igual de feliz cantando para treinta personas, que para trescientas, o tres mil.
¿Quién es Miguel Álvarez y por qué “Inadaptado”?
En realidad, es la misma persona, porque los mismos planteamientos vitales del alter ego de inadaptado son los que rigen la vida. Parece un poco que a nivel personal estás abocado a seguir un camino que te marcan, y a nivel artístico igual, parece que tienes que seguir la tendencia del momento. Y yo por personalidad siempre he ido muy a lo mío, y a nivel musical pasa lo mismo. Además, el pseudónimo de “inadaptado” no me lo puse yo, me lo pusieron. Antes de un concierto en León, por mi tipo de show, que es muy libre y distinto, con mucha performance, en la prensa alguien puso el titular “El inadaptado Miguel Álvarez…” y a partir de allí quedó. Así que es heredado, o adoptado.
¿Cuándo te diste cuenta de que te querías dedicar a la música?
En estos días de regalos, de Reyes y Navidad, he visto a familias que regalaban a sus hijos guitarras y micrófonos. Pues bien, yo tengo fotos de muy pequeño ya con mi guitarrita de juguete y micrófono de juguete, y mi hermano con su batería de juguete. Es una cuestión en nuestra familia desde la infancia. Yo jugaba en el espejo a hacer conciertos.
Y ahora, cuando llegas a un estado de madurez que de piel para dentro te sientes pleno, es porque has conseguido alcanzar esa meta o planteamiento de vida, de “cuando yo sea mayor quiero hacer este tipo de cosas” y yo ahora no solo me siento pleno, sino que yo creo que el cupo de las cosas buenas que te pasan ya lo tengo cumplido y me doy por satisfecho. Todo lo que me venga de más ya me lo tomo como un regalo.
Imagino que no habrá sido fácil abrirse paso en un mundo tan difícil, y en una ciudad pequeña como Zamora. ¿Cómo ha sido el camino?
El ser de una ciudad relativamente pequeña y sin grandes infraestructuras musicales tiene sus desventajas, pero también tiene sus ventajas. Estas condicionado por un determinismo geográfico, pero también tienes la ventaja de que es un sitio pequeño en el que te sientes muy arropado. Yo por lo menos siento mucho el cariño de la gente. El estar recibiendo ese estímulo cercano de tu ciudad en un sitio pequeño es mucho más fácil que en una gran ciudad. Yo estudio unos talleres de canciones en Madrid y empiezo a dar conciertos en Madrid y me doy cuenta de que no solo en Madrid no es que no destaque, sino que hay muchos músicos mejores que yo. Es verdad que cada tipo de ciudad tiene su ventaja. Siempre he tenido la inquietud de tocar mucho en Madrid porque me parece que es un aprendizaje muy bueno. Tocar en Madrid tiene que te la estás jugando con un tipo de público, y un tipo de salas que están acostumbradas a mucho nivel, y mucha competencia, y en ese sentido, es salir de tu zona de confort y no tocar solo en tu ciudad, y es un aliciente. Yo llevo muchos años empeñado en tocar allí y un objetivo era tocar en una sala que era Libertad, 8, y ya llevo allí 17 o 18 conciertos allí. Algunas de las colaboraciones y de los logros obtenidos provienen de tocar insistentemente en Madrid.
Ahora ya eres un músico reconocido y respetado por todos los zamoranos, pero, ¿alguna vez pensaste en tirar la toalla y dedicarte a otra cosa?
No, porque no tiene nada que ver el ser músico con el acabar teniendo el cariño de la gente. Para mi tocar e ir a hacer conciertos es una cuestión inherente a mí. A mí me gusta cantarle a la gente, yo no paso más de dos o tres semanas en determinadas épocas sin hacer un concierto. Son miles de conciertos a lo largo de años, y yo lo haría independientemente de la repercusión. De hecho, hay conciertos en los que vas a una ciudad que no es la tuya y vendes 30 entraditas, y yo soy absolutamente feliz cantando a esas 30 personas. No creo que haya mayor felicidad por tocar en vez de delante de treinta personas, delante de trescientas o de tres mil, me da exactamente igual. Nunca me hubiera planteado tirar la toalla porque siempre le puedes cantar a alguien.
¿Qué consejos darías a los nuevos talentos que surgen en la ciudad?
Hay talentos y mucha cantera en Zamora, y lo tienen tan claro que no necesitan mucho consejo. Lo que necesitan es tener claro que el objetivo de hacer música es hacer música. Ni siquiera una cuestión económica, se trata de no especular marcándose unos objetivos que ni son necesarios, ni son realistas. No puedes estar en la música pensando que vas a llenar el Bernabéu o el WiZink Center, y mucho menos puedes pensar que ser feliz en la música es llenar el Bernabéu o el WiZink Center. Hay muchísimos músicos y muchas salas, disfrutando y haciendo muy buena música y haciendo disfrutar mucho a la gente. El músico que disfruta de tocar es un triunfador.
¿Cuál es el secreto para llegar a la gente, para triunfar?
No lo sé. Si es verdad que yo creo que hay una cuestión en esa conexión con la gente que se produce desde la autenticidad. Me parece que, si tú impostas algo que no eres, es más difícil que si tú vas a pecho descubierto. Yo no voy a hacer un show que no vaya conmigo y es algo que nace de las dos partes. Yo no llego a un evento a contar mi historia, sino que también miro las caras de la gente y veo por donde la gente quiere ir, para que sea un show vivo.
Zamora y la música. ¿Es una buena relación?
Absolutamente. Yo creo que Zamora al no tener las grandes posibilidades de ocio de una gran ciudad, hay aficiones y vocaciones, como la música, que son tan democráticas y accesibles para todo el mundo, que hay muchos zamoranos que se acaban refugiando en la creación artística. La gente de Zamora tiene mucho talento porque lo explora y porque tiene la posibilidad de explorarlo. Hay una frase que yo dije que se popularizó bastante que es que Zamora tiene más músicos que policías, y no sé si es estadísticamente es real pero la sensación que nos da es que hay muchísimas bandas y autores. Yo hice un recorrido de un mapa musical de Castilla y León y la proporción entre el número de bandas y músicos con la población de Zamora es mucho mayor que en otras ciudades más grandes de la Comunidad.
Has hecho todo tipo de espectáculos, desde música para los más pequeños con el Pequeño Rock & Roll, a conciertos para el público adulto como Miguel Inadaptado, y como no, la exitosa Nochenueva que lleva dos años emocionando a los zamoranos. ¿Qué es lo que más te llena?
Me da la sensación que yo según he ido sumando proyectos, lo equiparo con los platos chinos de hacer malabares. Y voy sumando platos, pero les tengo mucho cariño a todos y no suelto. Mientras se puedan mantener todos me gusta mucho que existan. Además, en cada época del año uno satisface una inquietud distinta. Las canciones propias me dan la oportunidad de expresarme con la escritura y de hacer cosas más íntimas y más libres, pero las versiones con Insomnio me parecen un show divertidísimo, y Pequeño Rock & Roll es muy importante porque crea vocaciones, no hay uno solo. Sí que creo que mi vinculación a la música será perpetua, y que cada etapa tendrá un momento, y quizás dentro de 20 años haré más composición que conciertos, aunque no se sabe.
Centrándonos en la Nochenueva, ha sido un proyecto muy innovador y ha obtenido un gran éxito en Zamora, tu tierra. ¿Cómo surgió?
Aquí yo hice un proyecto de mupping de música en directo en Zamora, y a partir de esa experiencia, la figura de David Gago en la concejalía me lanza un reto que es el de montar algo para Zamora para las Navidades. Yo ahí lo que pensé es en llevar ese reto a algo que tuviera que ver con mi tipo de planteamientos, para que en lugar de ser un muping estrictamente navideño, pues se haya convertido en lo que se ha convertido, que es una recapitulación de todo lo que pasa en el año en Zamora, una fiesta colectiva de despedida del año y bienvenida del siguiente, un momento de convivencia entre todos los zamoranos y de darnos cuenta de que somos partes de lo mismo, y que nos unen más cosas que nos diferencian, y que haya un poco de conciliación como ciudad. Han encajado las piezas y la respuesta de la gente ha sido muy bonita, con lo cual puede tener permanencia.
Entonces, ¿se puede convertir en un clásico navideño en la ciudad?
No lo sé. Aquí está claro que la voluntad de las instituciones y de la gente quiere que así sea, pero nunca se sabe lo que está por venir.
¿Imaginaba el éxito que iba a tener?
Tenía toda la pinta de poder ser un evento muy seguido, porque toca lugares comunes a nivel emocional, desde la autenticidad de saber que son cuestiones humanas que para llegar a emocionar a alguien te tiene que emocionar a ti mismo.
Y, para terminar, ¿cuáles son tus próximos proyectos? ¿Dónde podremos verte?
El músico tiene que estar la mitad del tiempo en el monasterio y la mitad del tiempo en la taberna. Ahora me tocan un par de meses de monasterio, que es una fase menos expuesta, porque tienes que crear. Pero en mi caso, de vez en cuando, en vez de ser una cuestión permanente sí que hay cada cierto tiempo de que tengo la necesidad de hacer algo. Tengo un par de meses, coincidiendo con lo más duro del invierno, en el que tengo participación en dos galas de asociaciones del cáncer en febrero, en marzo tengo otro directo, en abril tengo un teatro, pero rebajo un poquito el directo para centrarme en la creación de cosas nuevas.

“El inadaptado Miguel Álvarez”, así comenzaba el titular que por casualidad dio el distintivo a uno de nuestros músicos más conocidos y queridos en Zamora, “Inadaptado”. Miguel Álvarez no se rige por las modas, sino por lo que él siente, y así lo hace llegar a la gente. Es posible que ese sea el secreto de su éxito, su autenticidad. Música en directo, creaciones para todos los públicos y mucha pasión por lo que hace, sin esperar llenar el Santiago Bernabéu, así vive y siente Miguel. Nos citamos con él en los salones del bar restaurante el Horno para mantener una charla con este inadaptado zamorano, que ha cosechado grandes éxitos, entre los que destaca la reciente Nochenueva zamorana, aunque asegura que se siente igual de feliz cantando para treinta personas, que para trescientas, o tres mil.
¿Quién es Miguel Álvarez y por qué “Inadaptado”?
En realidad, es la misma persona, porque los mismos planteamientos vitales del alter ego de inadaptado son los que rigen la vida. Parece un poco que a nivel personal estás abocado a seguir un camino que te marcan, y a nivel artístico igual, parece que tienes que seguir la tendencia del momento. Y yo por personalidad siempre he ido muy a lo mío, y a nivel musical pasa lo mismo. Además, el pseudónimo de “inadaptado” no me lo puse yo, me lo pusieron. Antes de un concierto en León, por mi tipo de show, que es muy libre y distinto, con mucha performance, en la prensa alguien puso el titular “El inadaptado Miguel Álvarez…” y a partir de allí quedó. Así que es heredado, o adoptado.
¿Cuándo te diste cuenta de que te querías dedicar a la música?
En estos días de regalos, de Reyes y Navidad, he visto a familias que regalaban a sus hijos guitarras y micrófonos. Pues bien, yo tengo fotos de muy pequeño ya con mi guitarrita de juguete y micrófono de juguete, y mi hermano con su batería de juguete. Es una cuestión en nuestra familia desde la infancia. Yo jugaba en el espejo a hacer conciertos.
Y ahora, cuando llegas a un estado de madurez que de piel para dentro te sientes pleno, es porque has conseguido alcanzar esa meta o planteamiento de vida, de “cuando yo sea mayor quiero hacer este tipo de cosas” y yo ahora no solo me siento pleno, sino que yo creo que el cupo de las cosas buenas que te pasan ya lo tengo cumplido y me doy por satisfecho. Todo lo que me venga de más ya me lo tomo como un regalo.
Imagino que no habrá sido fácil abrirse paso en un mundo tan difícil, y en una ciudad pequeña como Zamora. ¿Cómo ha sido el camino?
El ser de una ciudad relativamente pequeña y sin grandes infraestructuras musicales tiene sus desventajas, pero también tiene sus ventajas. Estas condicionado por un determinismo geográfico, pero también tienes la ventaja de que es un sitio pequeño en el que te sientes muy arropado. Yo por lo menos siento mucho el cariño de la gente. El estar recibiendo ese estímulo cercano de tu ciudad en un sitio pequeño es mucho más fácil que en una gran ciudad. Yo estudio unos talleres de canciones en Madrid y empiezo a dar conciertos en Madrid y me doy cuenta de que no solo en Madrid no es que no destaque, sino que hay muchos músicos mejores que yo. Es verdad que cada tipo de ciudad tiene su ventaja. Siempre he tenido la inquietud de tocar mucho en Madrid porque me parece que es un aprendizaje muy bueno. Tocar en Madrid tiene que te la estás jugando con un tipo de público, y un tipo de salas que están acostumbradas a mucho nivel, y mucha competencia, y en ese sentido, es salir de tu zona de confort y no tocar solo en tu ciudad, y es un aliciente. Yo llevo muchos años empeñado en tocar allí y un objetivo era tocar en una sala que era Libertad, 8, y ya llevo allí 17 o 18 conciertos allí. Algunas de las colaboraciones y de los logros obtenidos provienen de tocar insistentemente en Madrid.
Ahora ya eres un músico reconocido y respetado por todos los zamoranos, pero, ¿alguna vez pensaste en tirar la toalla y dedicarte a otra cosa?
No, porque no tiene nada que ver el ser músico con el acabar teniendo el cariño de la gente. Para mi tocar e ir a hacer conciertos es una cuestión inherente a mí. A mí me gusta cantarle a la gente, yo no paso más de dos o tres semanas en determinadas épocas sin hacer un concierto. Son miles de conciertos a lo largo de años, y yo lo haría independientemente de la repercusión. De hecho, hay conciertos en los que vas a una ciudad que no es la tuya y vendes 30 entraditas, y yo soy absolutamente feliz cantando a esas 30 personas. No creo que haya mayor felicidad por tocar en vez de delante de treinta personas, delante de trescientas o de tres mil, me da exactamente igual. Nunca me hubiera planteado tirar la toalla porque siempre le puedes cantar a alguien.
¿Qué consejos darías a los nuevos talentos que surgen en la ciudad?
Hay talentos y mucha cantera en Zamora, y lo tienen tan claro que no necesitan mucho consejo. Lo que necesitan es tener claro que el objetivo de hacer música es hacer música. Ni siquiera una cuestión económica, se trata de no especular marcándose unos objetivos que ni son necesarios, ni son realistas. No puedes estar en la música pensando que vas a llenar el Bernabéu o el WiZink Center, y mucho menos puedes pensar que ser feliz en la música es llenar el Bernabéu o el WiZink Center. Hay muchísimos músicos y muchas salas, disfrutando y haciendo muy buena música y haciendo disfrutar mucho a la gente. El músico que disfruta de tocar es un triunfador.
¿Cuál es el secreto para llegar a la gente, para triunfar?
No lo sé. Si es verdad que yo creo que hay una cuestión en esa conexión con la gente que se produce desde la autenticidad. Me parece que, si tú impostas algo que no eres, es más difícil que si tú vas a pecho descubierto. Yo no voy a hacer un show que no vaya conmigo y es algo que nace de las dos partes. Yo no llego a un evento a contar mi historia, sino que también miro las caras de la gente y veo por donde la gente quiere ir, para que sea un show vivo.
Zamora y la música. ¿Es una buena relación?
Absolutamente. Yo creo que Zamora al no tener las grandes posibilidades de ocio de una gran ciudad, hay aficiones y vocaciones, como la música, que son tan democráticas y accesibles para todo el mundo, que hay muchos zamoranos que se acaban refugiando en la creación artística. La gente de Zamora tiene mucho talento porque lo explora y porque tiene la posibilidad de explorarlo. Hay una frase que yo dije que se popularizó bastante que es que Zamora tiene más músicos que policías, y no sé si es estadísticamente es real pero la sensación que nos da es que hay muchísimas bandas y autores. Yo hice un recorrido de un mapa musical de Castilla y León y la proporción entre el número de bandas y músicos con la población de Zamora es mucho mayor que en otras ciudades más grandes de la Comunidad.
Has hecho todo tipo de espectáculos, desde música para los más pequeños con el Pequeño Rock & Roll, a conciertos para el público adulto como Miguel Inadaptado, y como no, la exitosa Nochenueva que lleva dos años emocionando a los zamoranos. ¿Qué es lo que más te llena?
Me da la sensación que yo según he ido sumando proyectos, lo equiparo con los platos chinos de hacer malabares. Y voy sumando platos, pero les tengo mucho cariño a todos y no suelto. Mientras se puedan mantener todos me gusta mucho que existan. Además, en cada época del año uno satisface una inquietud distinta. Las canciones propias me dan la oportunidad de expresarme con la escritura y de hacer cosas más íntimas y más libres, pero las versiones con Insomnio me parecen un show divertidísimo, y Pequeño Rock & Roll es muy importante porque crea vocaciones, no hay uno solo. Sí que creo que mi vinculación a la música será perpetua, y que cada etapa tendrá un momento, y quizás dentro de 20 años haré más composición que conciertos, aunque no se sabe.
Centrándonos en la Nochenueva, ha sido un proyecto muy innovador y ha obtenido un gran éxito en Zamora, tu tierra. ¿Cómo surgió?
Aquí yo hice un proyecto de mupping de música en directo en Zamora, y a partir de esa experiencia, la figura de David Gago en la concejalía me lanza un reto que es el de montar algo para Zamora para las Navidades. Yo ahí lo que pensé es en llevar ese reto a algo que tuviera que ver con mi tipo de planteamientos, para que en lugar de ser un muping estrictamente navideño, pues se haya convertido en lo que se ha convertido, que es una recapitulación de todo lo que pasa en el año en Zamora, una fiesta colectiva de despedida del año y bienvenida del siguiente, un momento de convivencia entre todos los zamoranos y de darnos cuenta de que somos partes de lo mismo, y que nos unen más cosas que nos diferencian, y que haya un poco de conciliación como ciudad. Han encajado las piezas y la respuesta de la gente ha sido muy bonita, con lo cual puede tener permanencia.
Entonces, ¿se puede convertir en un clásico navideño en la ciudad?
No lo sé. Aquí está claro que la voluntad de las instituciones y de la gente quiere que así sea, pero nunca se sabe lo que está por venir.
¿Imaginaba el éxito que iba a tener?
Tenía toda la pinta de poder ser un evento muy seguido, porque toca lugares comunes a nivel emocional, desde la autenticidad de saber que son cuestiones humanas que para llegar a emocionar a alguien te tiene que emocionar a ti mismo.
Y, para terminar, ¿cuáles son tus próximos proyectos? ¿Dónde podremos verte?
El músico tiene que estar la mitad del tiempo en el monasterio y la mitad del tiempo en la taberna. Ahora me tocan un par de meses de monasterio, que es una fase menos expuesta, porque tienes que crear. Pero en mi caso, de vez en cuando, en vez de ser una cuestión permanente sí que hay cada cierto tiempo de que tengo la necesidad de hacer algo. Tengo un par de meses, coincidiendo con lo más duro del invierno, en el que tengo participación en dos galas de asociaciones del cáncer en febrero, en marzo tengo otro directo, en abril tengo un teatro, pero rebajo un poquito el directo para centrarme en la creación de cosas nuevas.
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