Mª Soledad Martín Turiño
Domingo, 23 de Febrero de 2025
ZAMORANA

Síntomas

[Img #96331]Pregunto y no me dan razón, y ¡hay tantas cosas que quisiera saber! Me gustaría recordar los nombres y rostros de las personas que amé; quisiera repetir, como antes, la tabla periódica de los elementos, o los tres cantos del “Tren expreso” de Campoamor, que recitaba de memoria. Me gustaría tener la retentiva de hace años, cuando improvisaba con rapidez la respuesta a una pregunta impertinente, y no olvidaba anécdotas salpicadas en la presentación de un trabajo, para hacerlo más fresco y menos denso.

 

Sin embargo, el tiempo pasa y con él se pierden facultades: falla la memoria, se producen lagunas, titubeamos, y aparece un deterioro cognitivo que suele pillarnos por sorpresa. Estas pérdidas son mucho más evidentes en el exterior; nuestro cuerpo se resiente y emergen las canas, la piel pierde su brillo y su elasticidad, surgen arrugas y flacideces, la visión disminuye, duelen las articulaciones que ya no son flexibles, y síntomas físicos como fatiga o problemas de movilidad nos avisan de que hemos llegado a la última etapa de nuestro camino. 

 

Por fortuna, vivimos en una sociedad que ha alcanzado una esperanza de vida muy larga, en parte debido al sistema sanitario que, pese a haber bajado el nivel que ofrecía hace unos años, sigue siendo un referente a nivel mundial, y cuyas aspectos estrella son: la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad; de ahí que se descubran y puedan tratarse determinadas patologías desde épocas muy tempranas, y que existan programas encaminados a llevar una vida activa y saludable, huyendo de costumbres nocivas: estrés, tabaquismo, consumo de drogas y alcohol…, y fomentando programas de vacunación, de cribado, una buena salud sexual y reproductiva, detección precoz de determinados tipos de cáncer: de mama, de colon etc. 

 

Con todo, además de disponer de estas ayudas, una parte fundamental reside en nosotros mismos. Es importante cuidarse, comer sano, hacer un plan de vida, evitar el sedentarismo, no estar perennemente ociosos, tener proyectos, ejercitar el cuerpo y la mente y, sobre todo, mantener una actitud positiva ante la vida. No existe panacea para la salud, como tampoco la hay para la felicidad, pero ambas pueden lograrse a pequeñas dosis; lo importante es aspirar a que cada día esas dosis se produzcan en mayor cantidad; y, sobre todo, no quejarse, ni mantener una actitud derrotista, porque eso no ayuda, solo impide que seamos conscientes de que el mero hecho de seguir habitando este mundo es ya un hito con el que no todos pueden contar.

 

 

Mª Soledad Martín Turiño

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