Eugenio-Jesús de Ávila
Lunes, 24 de Febrero de 2025
COSAS MÍAS

Ni rico, ni seductor, ni inteligente, ni culto

[Img #96362]Eugenio-Jesús de Ávila

 

Dicen las malas lenguas que soy un hombre rico, seductor, muy inteligente y de elevada cultura. Se equivocan. No tengo un duro, tampoco novia, ni amantes, aunque me encante una persona, mitad mujer, cuerpo de diosa helena y alma femenina. Si hubiera tenido ese genio  del que hablan los que no me conocen, viviría de las rentas. Y no soy erudito en nada. No me conozco ni a mí, aunque no debo ser malo del todo.

 

Quizá sea un tipo especial. Podría haber reunido un buen patrimonio, pero el dinero me duele, más cuando su reparto resulta tan poco equitativo. La pasta la habría querido para comprar mi tiempo, magnitud de la que ignoro cuánto me queda para disfrutarla. Si hubiera sido rico, riquísimo, habría construido una gran casa para recoger a los sin techo, a los humildes, a los que, por su edad o carencias físicas, carecieran de trabajo. Y, con cada segundo de mi vida, habría hecho lo que diera la real gana: recorrer el mundo, extasiarme ante las obras de arte más geniales, escribir contra los políticos malandrines y crear un periódico radical, diario, gratuito, para zaherir, presionar, desnudar, criticar a los malandrines y caciques que tanto han perjudicado a mi tierra. Pero no fui nunca un tipo con suerte. Podría ser que me tocase la primitiva cuando apenas me quedasen unos días de vida. Dios es un cachondo. Se ha reído mucho de mí.

 

No sé si he amado, pero sí me enamoré cuando no ha lugar. Sé que ahora me he doctorado en el amor. Pero mi aula se encuentra vacía de alumnas que me quisieran aprender unas cuantas lecciones eróticas. Me dejé amar,  ya que, durante muchos años, no supe cómo se conjugaba ese verbo.  Y, en unos cuantos años, cuando Cronos haya desmoronado mi cuerpo, utilizará la sintaxis para amar desde lejos, del revés, para que no se ría de mí la mujer que quise me acompañará en el último tramo que me lleva a la nada, al recuerdo, ese hijo de la memoria que se diluye como el tuétano de los huesos cuando incineran lo que fuiste, solo polvo en el tiempo.

 

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