RECUERDOS
Los pozos de la nieve
Hace muchos años, la nieve debía ser más abundante que en la actualidad, pues, como no se conocían las técnicas para la fabricación artificial del hielo, la nieve caída se aprovechaba para múltiples aplicaciones en las que era conveniente e incluso necesaria su utilización en cualquier época del año. Los días que nevaba, la nieve se recogía y se encerraba en pozos que la conservaban en su estado sólido y a baja temperatura hasta la época estival en que tenía una mayor demanda.
Desde hace ya más de un mes, las temperaturas son más bien propias de la primavera , con algunas lluvias debido al tiempo borrascoso , aunque en las zonas de montaña de la geografía peninsular y más particularmente en la comarca sanabresa se vean sus cumbres vestidas de blanco.
Hasta nuestra ciudad nos han llegado únicamente algunas lluvias y tímidas nevadas hace casi dos meses. Según las previsiones meteorológicas, difícilmente vamos a ver la nieve, por el momento, en la capital de la provincia y es lógico que, si se produjeran aquí precipitaciones en forma de nevadas, no serían éstas tan persistentes como en el campo y menos aún que en las montañas.
Mucho ha debido de cambiar la climatología con el transcurso de los tiempos, porque, cada año que pasa, son menores las ocasiones de ver nevadas en Zamora capital.
La recolección, distribución, venta y consumo de la nieve de antaño, estaban sometidos al control del Ayuntamiento y eran objeto de concesión administrativa que se renovaba cada año.
En febrero del año mil setecientos treinta y siete salía a concurso el abastecimiento de la nieve para la temporada comprendida desde el día primero de abril hasta fin de octubre del mismo año. Se presentaron tres licitadores: Juan de Quijano, Francisco Bustamante y Joseph Álvarez, siéndole adjudicada la concesión a este último, con las siguientes condiciones:
"Vender cada libra de nieve, por el tiempo expresado, a quattro maravedíes y pagar por la nieve encerrada en los pozos tributo de diez mil reales de vellón".
En lo más alto del barrio de San Frontis, a la derecha de la plaza de la Cruz saliendo de la ciudad, estaban los pozos de la nieve en los que se conservaba este producto de la meteorología para ser consumido en el momento más conveniente. El concesionario de aquel año de 1737, Joseph Álvarez, era de profesión botillero, un oficio hoy en desuso; aunque las botillerías (establecimientos donde se hacen bebidas heladas y refrescos) continúen existiendo en la actualidad con nuevas denominaciones y más sofisticadas técnicas de elaboración.
Hoy día, únicamente se conservan los nombres de calle y camino del Pozo de la Nieve; no sería rentable vender nieve en estos tiempos en que casi todos disponemos de frigoríficos, congeladores, aire acondicionado y que hasta se pueden producir artificialmente grandes nevadas para hacer posible la práctica del deporte en los lugares correspondientes.

Hace muchos años, la nieve debía ser más abundante que en la actualidad, pues, como no se conocían las técnicas para la fabricación artificial del hielo, la nieve caída se aprovechaba para múltiples aplicaciones en las que era conveniente e incluso necesaria su utilización en cualquier época del año. Los días que nevaba, la nieve se recogía y se encerraba en pozos que la conservaban en su estado sólido y a baja temperatura hasta la época estival en que tenía una mayor demanda.
Desde hace ya más de un mes, las temperaturas son más bien propias de la primavera , con algunas lluvias debido al tiempo borrascoso , aunque en las zonas de montaña de la geografía peninsular y más particularmente en la comarca sanabresa se vean sus cumbres vestidas de blanco.
Hasta nuestra ciudad nos han llegado únicamente algunas lluvias y tímidas nevadas hace casi dos meses. Según las previsiones meteorológicas, difícilmente vamos a ver la nieve, por el momento, en la capital de la provincia y es lógico que, si se produjeran aquí precipitaciones en forma de nevadas, no serían éstas tan persistentes como en el campo y menos aún que en las montañas.
Mucho ha debido de cambiar la climatología con el transcurso de los tiempos, porque, cada año que pasa, son menores las ocasiones de ver nevadas en Zamora capital.
La recolección, distribución, venta y consumo de la nieve de antaño, estaban sometidos al control del Ayuntamiento y eran objeto de concesión administrativa que se renovaba cada año.
En febrero del año mil setecientos treinta y siete salía a concurso el abastecimiento de la nieve para la temporada comprendida desde el día primero de abril hasta fin de octubre del mismo año. Se presentaron tres licitadores: Juan de Quijano, Francisco Bustamante y Joseph Álvarez, siéndole adjudicada la concesión a este último, con las siguientes condiciones:
"Vender cada libra de nieve, por el tiempo expresado, a quattro maravedíes y pagar por la nieve encerrada en los pozos tributo de diez mil reales de vellón".
En lo más alto del barrio de San Frontis, a la derecha de la plaza de la Cruz saliendo de la ciudad, estaban los pozos de la nieve en los que se conservaba este producto de la meteorología para ser consumido en el momento más conveniente. El concesionario de aquel año de 1737, Joseph Álvarez, era de profesión botillero, un oficio hoy en desuso; aunque las botillerías (establecimientos donde se hacen bebidas heladas y refrescos) continúen existiendo en la actualidad con nuevas denominaciones y más sofisticadas técnicas de elaboración.
Hoy día, únicamente se conservan los nombres de calle y camino del Pozo de la Nieve; no sería rentable vender nieve en estos tiempos en que casi todos disponemos de frigoríficos, congeladores, aire acondicionado y que hasta se pueden producir artificialmente grandes nevadas para hacer posible la práctica del deporte en los lugares correspondientes.




















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