José Antonio Ávila López
Martes, 04 de Marzo de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO...

Lograr el punto de equilibrio

José Antonio Ávila López

Empezaré esta columna con una afirmación contundente : “no cuidar las bases significa desmoronarse”. La alta dirección, por el puesto que ocupa y la responsabilidad que ostenta en una organización, tiene la difícil tarea de encontrar el punto de equilibrio : imagínense equilibrar una pirámide en el vértice opuesto a su base. Ese punto de equilibrio es fundamental, incluso existiendo mandos intermedios, y debe existir un diálogo entre todas las partes que forman parte y dan forma a una organización. Sólo a través de la existencia de este diálogo, de este conocimiento común, una organización puede vivir y reflejar su filosofía, que es la marca de su esencia. Es bueno indicar, según siempre mi criterio, que el descontento y la insatisfacción siempre existirán y en todos los niveles, porque después de todo, todos somos personas. Sobre el descontento y la insatisfacción hay una certeza, que ambos son sentimientos superables cuando conoces y tratas con alguien que inspira y motiva, incluso sin que se haya dicho nada oficialmente. ¿Es mejor ser un jefe designado formalmente o ser un líder natural visto como alguien de referencia en una organización? ¿Es preferible una relación de miedo o de respeto? El cambio debe ser iniciado por quienes deciden, y quien tiene la responsabilidad de liderar debe ser el primero en creer, ya que no puede olvidar que tiene la obligación de ser ejemplo. Es importante tener en cuenta que la inspiración y la motivación son bienes frágiles que aparecen y desaparecen, y que por esta razón deben ser cuidados en primer lugar por quien toma las decisiones, porque como persona responsable es el modelo a imitar. La gestión es una acción que debe desarrollarse en colaboración entre la toma de decisiones y lo que después se lleva a cabo, es decir, es mucho más que ordenar o reordenar números, y para ello es fundamental que exista conexión entre todas las áreas para evitar huéspedes parásitos y/o boicots por cualquier motivo, ya que siempre hay alguien que pasa desapercibido entre la maraña de números cuando simplemente se analiza en el escritorio. En este momento, acabando esta columna de opinión, recuerdo con gran estima y respeto a todos aquellos que han sido parte de mi recorrido formativo, educativo y profesional, y que me han inspirado y marcado toda mi vida de manera imborrable y positiva. En especial, me gustaría expresar mi agradecimiento público a don Juan Muñoz (que en paz descanse), a don Magí Feixa y a don José Lozano.

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